Hoy ha fallecido Javier Ortiz, uno de mis dos periodistas de cabecera. Brillante y honesto, tenía una habilidad única para, en pocas líneas y con aparente sencillez, resaltar lo absurdo, lo esperpéntico o lo hipócrita de muchas actitudes y tics de la política.
Memorable cuando recordaba que, siendo redactor jefe en El Mundo, un importante dirigente político les envió (via mensajero) unos documentos reservados.
El personaje andaba como loco llamando a la redacción para confirmar que ya los habían bien. ¡Y es que tenía convocada una rueda de prensa para indignarse por la misteriosa filtración!
Aprendí mucho leyéndole.
D.E.P.
Aquí pueden leer el obituario que, con su habitual ironía, se autoescribió hace dos años, porque no quería que "el día en que muriese cualquier gacetillero inútil arruinara su muerte con una necrológica burocrática y de circunstancias".
Mel. Javier Ortiz. 28 de abril de 2009.
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