Él no lo sabía, pero compatíamos militancia. También compartíamos palabras, las que él escribía y yo leía.
Creo que ya he contado alguna vez que los periódicos los ojeo, con suerte. Pero su columna en Público la leía siempre que este diario caía en mis manos. Hay quien va de guay y dice que le gusta leer a gente que piensa distinto para reflexionar y ser crítico. A mí me gusta leer a la gente que piensa más o menos como yo y refuerza mis ideas. Si además esa gente escribe bien, mejor que mejor. Es un poco como enamorarse: la persona de la que me he enamorado yo es la mejor del mundo, ergo yo también molo.
La última columna aparecida en el periódico, su propio obituario, me parece emocionante y brillante a la vez. Ahí mismo cuenta que lo primero que publicó fue también una necrológica. Lo que nos sitúa ante un círculo perfecto.
El hombre ama de casa. Javier Ortiz. 29 de abril de 2009.
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