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2009/09/07 06:01:00 GMT+2

Javier Ortiz

No te has ido. Tengo la sensación de que aún pululas por aquí. Las verdades que dijiste a lo largo de tu vida perdurarán como algo eterno. Como un valor capaz de encender el faro y la guía de esta existencia tan mediocre que los tipos como tú habéis tratado de mitigar con los buenos ratos que nos has hecho pasar. Gracias y hasta siempre, compañero.

Capitán Poland. Javier Ortiz. 28 de abril de 2009.

Escrito por: Capitán Poland.2009/09/07 06:01:00 GMT+2
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2009/09/06 06:01:00 GMT+2

El hombre que escribió su necrológica

De paro cardio-respiratorio, como se estila, se ha muerto Javier Ortiz, el periodista español que llegó a las ligas mayores de la prensa empezando desde las publicaciones marginales más o menos vinculadas al Partido Comunista y al nacionalismo vasco de estirpe pacifista.

Lo conocí en Madrid en 1991, en una reunión auspiciada por la Casa de América, y desde que lo vi tuve la impresión de estar hablando con un vasco lúcido y sin cartas bajo la manga.

En 1989, Pedro J. Ramírez le había echado el ojo y lo contrató para “El Mundo”, el gran adversario de “El País”. Allí estuvo largos años, como jefe de Redacción y en un momento dado como subdirector, hasta que Pedro J. dejó de hablarle y hasta de contestarle las cartas.

Lo que pasaba es que Pedro J., que a mí siempre me pareció la versión doblada del director que odiaba al Hombre Araña, se había encopetado tanto, se había endeudado tanto y se había derechizado tanto, que hombres como Javier Ortiz empezaban a ser incómodos para el negocio de ser pulpero ideológico del Partido Popular.

En el año 2007, Ortiz renunció oblicuamente y por teléfono a “El Mundo” y se fue a “Público”, un diario que prometió ser más o menos socialdemócrata pero que hoy se debate, como casi todo en España, entre Mola y Sanjurjo, entre Fraga y Herrera de Miñón, entre el centro-derecha y la derecha alhajuda de Letizia. Es la deriva que ha padecido “El País”. Porque España terminará adoptando el bipartidismo unívoco y falsario de los Estados Unidos (a no ser que la crisis llegue a extremos y una situación revolucionaria sea inevitable).

Pero a lo que iba no era a hablar de la prensa española sino a hablar de Javier Ortiz. Este hombre extraordinario, que a veces se equivocaba de buena fe, enfermó en el 2006. Los médicos le diagnosticaron uno de esos males crónicos en donde tú eres la Normandía del 44 y el mal hace de Eissenhower. O sea que te vas a morir a plazo medio como que dos y dos son cuatro y como que las nubes negras traen tormenta.

Sabiendo que la cuenta regresiva había empezado, Javier Ortiz decidió escribir su propia nota necrológica. La redactó el 24 de enero del 2007 y la acaba de difundir “Público”, su último diario. Es una nota de antología, una pieza maestra del humor negro, la más triste demostración del altísimo nivel que todavía conserva la prensa escrita española.

Este texto, que quedará para la historia del periodismo, dice así en sus párrafos principales:

"Falleció ayer de parada cardio-respiratoria el escritor y periodista Javier Ortiz. Es algo que él mismo, autor de estas líneas, sabía muy bien que sucedería, y que por eso pudo pronosticar, porque no hay nada más inevitable que morir de parada cardio-respiratoria. Si sigues respirando y el corazón te late, no te dan por muerto".

"Así que en ésas estamos (bueno, él ya no)”.

"Javier Ortiz fue el sexto hijo de una maestra de Irún, María Estévez Sáez, y de un gestor administrativo madrileño, José María Ortiz Crouselles”.

“Sus abuelos fueron, respectivamente, un señor de Granada con aspecto de policía –lo que tal vez se justifique considerando el hecho de que era policía-, una señora muy agradable y culta con allure y apellido del Rosellón, un honrado y discreto carabinero orensano con habilidades de pendolista, y una viuda de Haro casada en segundas nupcias con el recién mencionado, Javier Estévez Cartelle, del que se derivó el nombre de pila de nuestro recién difunto".

"Si algún interés tienen todos estos antecedentes, cosa que dista de estar clara, es el de demostrar que, en contra de lo que suele pretenderse, el cruce de razas no mejora el producto. (Obsérvese qué gran variedad de procedencias se puso en juego para acabar fabricando a un vasco calvo y bajito)".

"La infancia de Javier Ortiz transcurrió en San Sebastián, ciudad que le venía muy a mano porque nació allí. Se dedicó básicamente a mirar lo que había por sus cercanías, en particular el pecho de las señoras –ahora que ya está muerto podemos descubrir ese inocente secreto suyo-, y a estudiar cosas tan peregrinas como las ciudades costeras del Perú, de las que no logró olvidarse hasta su postrer respiro".

"Los jesuitas trataron de encauzarlo por el buen camino, pero él descubrió muy pronto que era comunista. Eso malogró del todo su carrera religiosa, ya de por sí poco prometedora, sobre todo desde que notó con desagrado el interés que algunos sacerdotes ponían en sus partes pudendas..."

"Su primer trabajo como escribidor, aparecido en una página del periódico del colegio, fue, curiosamente, una necrológica, con lo que cabría decir que su carrera como periodista ha resultado capicúa..."

"A los 15 años, hastiado de las injusticias humanas, decidió hacerse marxista-leninista. Los años siguientes tuvo que emplearlos en averiguar qué era eso que acababa de hacerse, a lo que contribuyeron decisivamente algunos esforzados miembros de la Policía política franquista".

"A partir de lo cual se dedicó con gran entusiasmo a cultivar el noble género del panfleto. Sin parar. A diario. Año tras año..."

"En materia de amores... también fue capicúa. Decía que las mejores mujeres, las más cariñosas y las más nobles con las que compartió sus días, (sin desdeñar dogmáticamente a ninguna otra), le resultaron la primera y la última. Aunque la favorita le apareciera de por medio: su hija Ane".

"Y todo para acabar con algo tan vulgar como la muerte. Por parada cardio-respiratoria, como queda dicho. En fin, otro puesto de trabajo disponible. Algo es algo".

Se necesita mucho talento aplicado al arte de reirse de uno mismo –el arte más difícil- para escribir un texto como ese.

Y como Javier Ortiz tenía exactamente mi edad y he sentido tan próxima su muerte, me he puesto a pensar qué se me ocurriría a mí como obituario.

La verdad es que no se me ha ocurrido nada. Será que, por ahora, me siento saludable. O quizá sea porque no tengo el coraje vasco de Javier.

Pero si alguna vez el Zarpazo Final me diese tiempo a escribir mi necrológica hablaría de Protágoras, de quien no sé por qué me siento temeraria e irreverentemente cerca.

Bueno, en realidad sí lo sé. Protágoras desperdició gran parte de su vida escribiendo cosas sueltas que nadie recordaría. Protágoras cuestionó a los dioses griegos y se convirtió en el primer agnóstico de la historia occidental. Por sus ideas, Protágoras fue un apestado y, más tarde, un traicionado. En efecto, un discípulo suyo llamado Evatio, que además le debía dinero a su maestro, lo delató por impío y Protágoras fue condenado al destierro y embarcado en una nave que naufragó y mató al expatriado y a la totalidad de sus ocupantes.

César Hildebrandt. El hombre que escribió su necrológica. 2 de mayo de 2009.

Escrito por: César Hildebrandt.2009/09/06 06:01:00 GMT+2
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2009/09/05 06:01:00 GMT+2

Javier Ortiz. Que la tierra te sea leve...

Hoy ha fallecido el que era, en mi opinión, el periodista más honrado y con el que más he disfrutado leyendo, normalmente, el punto de vista contrario a mis propias ideas en la mayoría de los temas.

Javier Ortiz fue miembro del equipo de fundadores del diario El Mundo. Fue durante muchos años jefe de la sección de Opinión del diario. Posteriormente dimitió de ese puesto por discrepancias con la línea editorial del periódico pero continuó como columnista. Siempre dejó claro que tuvo completa libertad para escribir opiniones totalmente discrepantes de la linea editorial y del director del diario. Con el nacimiento del nuevo diario Publico, fichó como columnista diario y no faltó a su cita diaria con los lectores hasta hoy.

En la edición digital de El Mundo aparece la noticia desde primera hora de la mañana:

El diario Público también lleva a portada la noticia:

Javier García Lozano. Javier Ortiz. Que la tierra te sea leve... 28 de abril de 2009.

Escrito por: Javier García Lozano.2009/09/05 06:01:00 GMT+2
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2009/09/04 06:01:00 GMT+2

A la memoria de Javier Ortiz

Conocí a Javier Ortiz en los años ochenta, cuando él militaba, un poco por afuera, en el Movimiento Comunista, y yo lo hacía en la Liga Comunista Revolucionaria. Andaba entonces la peña imaginando mil y una maneras de dar más empaque, más medios a la protesta contra las intenciones del PSOE de meternos en la OTAN de cabeza, y habíamos logrado entre todos montar un movimiento francamente impresionante en lo que a duración y participación se refiere.

Una de las muchas iniciativas que lanzamos en la Comisión AntiOTAN de Madrid fue la puesta en marcha de una emisora, inserta en el efímero y entonces en alza movimiento de radios libres. Las frecuencias aún no se habían vendido al mejor postor, como ocurrió poco después, y era posible aprovechar determinadas rendijas de la Ley para fraguar un medio que, no hay que engañarse, era mucho más de propaganda que de información, pero mezclado con poderosos aditamentos de cultura de diverso pelaje y de humor a veces de bastante buena factura.

La radio -Radio Cero, "la radio AntiOTAN"- emitía en Madrid en el 107,5 de la FM y la pusimos en marcha con unos recursos técnicos no demasiado poderosos -como era de esperar-, pero medianamente suficientes para estar dando la lata durante unos años. Se puso entre mucha gente el dinero necesario para alquilar un pequeño local en una torre no demasiado alta junto a la Glorieta de San Bernardo y la emblemática Plaza del Dos de Mayo, y para hacernos con una emisora, una mesa de mezclas, una antena más bien insuficiente y unos cuantos tocadiscos y magnetos. Yo me conté entre las ocho o diez personas que nos encargamos de los diferentes aspectos de la puesta en marcha de la emisora, entre ellos el de hacerme cargo de uno de los días clave de emisión, los viernes. El sistema es que había una persona de lunes a domingo que se responsabilizaba del funcionamiento de la emisora, de la continuidad de la emisión si fallaba algún programa y de la elaboración de un magazine de aproximadamente dos horas, entre 8 y 10 de la noche.

En la preparación de ese magazine fue donde conocí a Javier. Yo nunca había hecho radio, sólo había escrito modestamente en prensa (y aun así, tan sólo en la prensa de mi partido), por lo que Javier, junto a otros compañeros ya avezados periodistas, ayudaron a todo lo necesario para intentar hacer un magazine medianamente decente. Si bien creo que sus desvelos resultaron inútiles (la profesionalidad no se improvisa, ni siquiera en un mes), lo cierto es que me dejó bastante impresionado el dominio que tenía de una profesión que, aun desarrollándola en medio distinto al radiofónico, era palpable. Sabía de tiempos, de ritmos, de pausas, de tonos... Y sabía explicarlo.

Poco después surgió otra aventura, de más calado y más ilusión. El diario Liberación fue, quizás, el primer y último intento de impulsar un medio afín, o como mínimo no hostil a los planteamientos de la izquierda más radical de este país. Su vida fue breve porque creo que hubo un mal cálculo respecto a las posiblidades reales de tamaña apuesta y porque no fue posible hacerse con la plantilla necesaria para dotar de la infraestructura informativa mínima a un proyecto bastante interesante. Colaboré también en ese proyecto y también fue a su lado como lo hice.

Y ahora está muerto.

Y yo descubro que él también soy yo, o que yo también era él, aunque fuera un poquito. El poquito justo correspondiente a los dos minutos al año en que Javier pudiera acordarse de lo mismo que ahora me estoy acordando, y no sé si de mí, y seguramente de todos los compañeros que entonces andábamos de un lado para otro, dejándonos demasiadas horas del día y la noche pegadas a no sé qué sofás y sillas desvencijadas en locales siempre rotos, con paredes siempre húmedas y una antena insuficiente.

Y como el ser humano es siempre un poco egoísta, y yo más, me estoy poniendo tan triste que empiezo a sentir más lástima por mí que dolor por él, y sólo me consolaría que alguien me dijera que vaya error más tonto (¿cómo es que no has confirmado la noticia?), que no se ha muerto y que todavía puedo ver su foto prendida en un diario que va bastante bien, encabezando una columna que casi todo el mundo lee.

Un abrazo muy fuerte, Javier.

Antonio Flórez. A la memoria de Javier Ortiz. 28 de abril de 2009.

Escrito por: Antonio Flórez.2009/09/04 06:01:00 GMT+2
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2009/09/03 06:01:00 GMT+2

Adiós a Javier Ortiz

Falleció hace ya dos días. Era columnista del diario Público, pero yo ya le seguía desde bastante antes. Conocí hace algunos años sus Apuntes del natural dentro de su blog personal en el que dejaba esas reflexiones en las que a veces, y no pocas, me he visto reflejado. Le seguía desde que aún estaba en nómina de El Mundo, donde era una rara avis visto el trasiego del diario de PedroJota durante la pasada legislatura. Siempre quiso mantener un sustrato progresista en sus escritos, por lo que no dudó en aceptar la oferta de Público. La bitácora que abrió en su versión digital aún está en mi sección de blogs periodísticos. Quizá su ingenio no le daba para una columna diaria, algunas de las cuales se olvidaban a los pocos segundos de ser leídas, pero no por ello dejaba de ser para mí, junto con otros, una lectura casi cotidiana.

Le distinguía una elegante mordacidad, tal era que conseguía golpear con dureza sin por ello perder ese toque de exquisitez. Sabía comunicar sin recurrir a complicados artificios retóricos, siendo sencillo a la par que contundente, y con la habilidad de saber poner palabras de forma ordenada e ingeniosa a los pensamientos más nebulosos que uno pudiera tener. Sabía comunicar, pienso que esa era su mayor virtud profesional.

Además, fue una de las inspiraciones que llevaron a éste que suscribe a empezar su andadura digital. Una gran pérdida.

Flashman. Adiós a Javier Ortiz. 29 de abril de 2009.

Escrito por: Flashman.2009/09/03 06:01:00 GMT+2
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2009/09/02 06:01:00 GMT+2

Que a patera te leve à Jamaica, Ortiz

Sueño con Jamaica. Estoy sentado detrás de una mesa negra, rodeado de papeles, delante de una pared de la que cuelgan fotografías de desolación y soledad, entre proyectos de artículos y pilas de opinión que me reclaman. Y estoy volando hacia Jamaica.

La pantalla de fósforo verde me mira adusta. Me está pidiendo impaciente su ración cotidiana de formatos y de claves. Pero hoy –¿qué me pasa?– sólo veo en ella reflejos de espuma blanca sobre un mar de azul intenso. Un mar bajo el sol: bajo ese fiero sol de pasión que ilumina eternamente el puerto de Kingston, en Jamaica.

Sueño con Jamaica. Jamaica es una isla (no sé por qué os lo cuento, si ya lo sabéis); Jamaica es una isla primitiva, anárquica y bellísima, con casas de hojalata que desembocan en largas playas de arena fina y blanca. En Jamaica todo está por hacer, y uno puede vivir con la esperanza en la punta de los dedos, pensando que todo es aún posible y que el futuro existe. Y las gentes son sencillas, y sus sentimientos, espontáneos y directos, y hasta los asesinos son capaces de explicar lo que hacen sin recurrir a teorías sociológicas o sesudos estudios de mercado: matan –ya veis, qué cosas–, y matan porque odian y porque aman, y esos es todo, y nadie le da más vueltas.

En Jamaica, el tiempo no cuenta apenas nada. La gente es tranquila e impuntual, y muy pocos son los que admiten que les impongan una cita: ellos quedan y, al final, aparecen, pero no miran el reloj ni se preocupan por horarios.

Sueño con Jamaica, y en la Jamaica en la que yo sueño nadie se levanta la voz, y el ruido es sólo algarabía callejera, y los policías no dan miedo, aunque asusten un poco con los ruidosos piropos que lanzan a las muchachas que circulan en bicicleta y a las que el aire levanta sus faldas de mil colores.

Tal vez esa Jamaica en la que estoy soñando no exista. Tal vez esto que os estoy contando sea sólo el fruto de películas y carteles de turismo asomados a los escaparates de las agencias de viaje.

Nunca he estado en Jamaica, y es probable que nunca la vea. Me da igual. Mejor que sea así.

Mi Jamaica, esta Jamaica en la que hoy sueño, me vale porque es quimera, porque ocupa el espacio del no-aquí, porque me ayuda a imaginar que podríamos ser otros.

Y sueño, y me voy a Jamaica para mejor sentir mi distancia ante lo que veo: calles grises, gente triste. Y sueño con Jamaica para reclamar de mi más alegría, para pensar que todos podemos romper con todo, que somos capaces de no acudir puntuales a las citas, de reírnos de los estudios sociológicos que explican la muerte, de creer que el porvenir que nos espera no está condenado a ser de por vida un tiempo para el llanto.

Jamaica o muerte. Venceremos.

Este texto é de Javier Ortiz, um dos mais lúcidos jornalistas espanhóis, que nunca cheguei a conhecer pessoalmente, mas que era fiel seguidor desde os tempos em que um grande jornalista português me apresentou a sua página web. Morreu. Basco, nunca percebi muito bem se defendia a independência ou não, ele explicava o conflito como poucos, sem preconceitos ou mostrando os preconceitos que impediam a boa compreensão do conflito. Conheci-o quando era director de Opinião do El Mundo e como era comunista fez-me confusão a capacidade de associar as duas coisas. Claro que é possível, por isso é que os jornalistas têm códigos e ética e bom senso que lhes permitem ser comunistas e editar a opinião de um jornal de direita. Os bons jornalistas, pelo menos. Conheci Javier Ortiz através da sua página web e do fórum de discussão por email chamado Patera (do qual ainda guardo muitas mensagens), li-o lá, no Público e no Rebelión. Espero que tenha deixado seguidores. Eu tentarei sê-lo.

Ah e Ortiz não queria um obituário chato, por isso decidiu fazer o seu há uns tempos:

Y todo para acabar con algo tan vulgar como la muerte. Por parada cardio-respiratoria, como queda dicho. En fin, otro puesto de trabajo disponible. Algo es algo.

Até amanhã camarada!

Filinto Melo. Que a patera te leve à Jamaica. 28 de abril de 2009.

Escrito por: Filinto Melo.2009/09/02 06:01:00 GMT+2
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2009/09/01 06:01:00 GMT+2

Javier Ortiz

Murió el periodista Javier Ortiz. Ya hace unos días, muere uno y los días siguen transcurriendo. No lo conocí personalmente pero de algún modo sabía de él desde hace años, unos años delicados. Entré en el Movimiento Comunista de España creo que debió ser a principios del año 74 y leía el boletín clandestino de la organización que nos ayudaba a mantener la fe en lo imposible, “Servir al pueblo”, allí trabajaba Javier. Así que debo hacer este acto de memoria, para mí y para quien lea esto. Quiere ser un gesto de camaradería y de lealtad (en realidad a mí mismo).

Suso DE Toro. Javier Ortiz. 5 de mayo de 2009.

Escrito por: Suso DE Toro.2009/09/01 06:01:00 GMT+2
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2009/08/31 06:01:00 GMT+2

Una alegría para el enemigo

Sé que corro el riesgo de parecer pesado, pero no puedo hablar de la gripe porcina, del presunto chorizo del Partido Popular que organizó la boda de Anita Aznar con dinero público, también presuntamente, del amor mutuo entre Sarkozy y Zapatero, del ataque de cuernos que obnubila la vista de Mariano Rajoy y Esperanza Aguirre por la incorporación de España al G-20. Y no puedo hacerlo sin reparar antes en que en la página siguiente del diario Publico ya no está Javier Ortiz.

Su auto obituario, que podéis leer en la web de Público, fue la última pirueta de ingenio de uno de los columnistas más incisivos de la prensa española. Era tan curioso y glotón (los médicos le habían augurado que moriría por la boca, como el pez) que no quiso perderse en vida la ceremonia de su muerte, para desesperación de sus amigos que consideraban semejante comilona literaria cosa de muy mal fario.

Mal fario. Suena a chiste. Como el condenado a muerte que rechaza el último cigarrillo porque resulta fatal para la salud. Hacer la crónica de su propia muerte necesita de mucha dosis de buen humor, del mejor humor negro. Ya no puedo preguntárselo, pero seguro que hizo el simulacro de morirse en vida por pasar lista, por comprobar la fidelidad de sus amigos, y tal vez la de sus enemigos.

En este oficio, uno nunca sabe cuántos hay en cada bando. A mí, por ejemplo, lo que más me duele de morir no es que todo mi cuerpo se disuelva en la nada, sin que me espere ni dios al otro lado, y que el plomo busque al plomo, el calcio, al calcio, el hierro, al hierro, y así cada elemento químico que me conforma vuelva al estado inerte. Lo que más me jode de morir es la alegría que le voy a dar a mis enemigos. Y creo que Javier y yo compartimos unos cuantos.

Que la tierra le sea leve.

Manolo Saco. Una alegría para el enemigo. 29 de abril de 2009.

Escrito por: Manolo Saco.2009/08/31 06:01:00 GMT+2
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2009/08/28 06:01:00 GMT+2

Jamaica o Mort

A aquestes hores segurament tothom a qui pugui commoure la notícia ja la conegui, i el títol d’aquest entrada soni a la contrasenya secreta amb la qual en el futur ens identificarem.

No puc dir que amb en Javier Ortiz fóssim amics –encara que en un dels seus Apuntes del Natural tingués la gentilesa de donar-me aquest tracte i jo el considerés com a tal-perquè ens havíem freqüentat poc i gairebé sempre mitjançant correspondència o missatges a la seva llista de correu, però la seva mort m’ha colpit d’una manera que mai faria la d’una simple coneixença. Ara m’adono que en els darrers vuit o nou anys ell ha estat una de les presències més estables de la meva vida; una de les persones a qui he llegit de manera més fidel i amb més regularitat. Perquè com tants d’altres, era dels qui s’alçava al matí amb el deler de seguir la seva crònica, primer als Diarios de un resentido social i després en els esmentats Apuntes i a la seva columna de Público, que substituïa a la de El Mundo, d’on n’havia plegat com a director d’opinió per “incompatibilitats ideològiques.” Un dolç hàbit, d’aquells que hom incorpora a la seva quotidianitat de manera discreta sense descobrir com arriben a marcar els seus dies fins que alguna impertinència, sovint la maleïda mort, els aboleix sense esmena.

En un cert moment, en Javier m’havia convidat a unir-me a las Voces Amigas de la seva pàgina web, però finalment certa trigança meva i algunes consideracions tècniques van ajornar indefinidament la incorporació d’aquest blog a aquell espai seu. Tanmateix, la seva rebel·lia, la seva dissidència, la seva forma de repensar i capgirar els llocs comuns més viciats i inservibles o la seva decisió de no resignar-se a les injustícies han influït decisivament en la meva educació i en la formació de les meves opinions. A Ortiz hi acudia a desvetllar-me de les meves complaences, a refermar les meves idees o a conhortar-me d’estar menys sol quan les unanimitats més feixugues i vergonyoses ens queien al damunt. Perquè va tenir sempre clar el seu bàndol: el dels oprimits per qualsevol poder i el dels relegats per les moltes iniquitats d’aquest món. I el va defensar amb una prosa concisa, amena, d’una formidable qualitat expositiva i curulla d’arguments incisius i originals.

És allò que se’n diu un mestratge. Adéu-siau, doncs, mestre. Ja t’estem trobant a faltar, però procurarem no decebre’t.

...I potser, des de la Jamaica on ens estiguis esperant, no et desagradi sentir aquesta cançó nostra que havies fet tan teva.

Alexandre Serrano. Jamaica o Mort. 28 de abril de 2009.

Escrito por: Alexandre Serrano.2009/08/28 06:01:00 GMT+2
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2009/08/27 06:01:00 GMT+2

Huérfanos de Javier Ortiz

Ha muerto Javier Ortiz, el columnista del sentido común, así que a partir de hoy ya no habrá una columna a la que agarrarse en tiempos de cinismo, hipocresía y deliberada ignorancia.

Javier Ortiz era un vasco sin pedigrí, un rojeras sin dogmatismo, un sentimental sin sentimentalismos, un racionalista con sentimientos.

Como tantos de su cuerda, peregrinó por diferentes medios de comunicación clandestinos y por indiferenciables medios de incomunicación legalizados, del folleto a la prensa, de la prensa a la radio, de la radio a la televisión, sin aspavientos, pero diciendo lo que tenía para decir.

Dejó El Mundo después de que le censurasen un artículo acerca de Emilio Botín, ese señor que nos gobierna sin que nos demos cuenta, para que no nos demos cuenta y aunque no abramos cuenta en una de sus sucursales.

Acabó en Público, un diario baratito –es lo mejor que tiene, por unos céntimos te enteras de tanto como con medios más caros: de nada.

Allí, Javier Ortiz, con su prosa clara y directa, dijo ese puñado de verdades que nadie más decía, aunque estaban a la vista de quien quisiera abrir los ojos...

No sé si dan cuenta, pero los que nacimos con el Generalísimo en estado de descomposición concreta nos estamos quedando huerfanitos. Se están muriendo los periodistas que sufrieron primero el exilio y la cárcel de Franco y luego la marginación mediática progresiva (que no progresista) por parte de quienes entendieron que la morrocracia capitalizada es un negocio que se desarrolla a base de dinero y de contactos –no de cultura, no de integridad intelectual.

Uno rebusca en la prensa diaria con esperanza de encontrar nuevos columnistas que maticen la realidad, pero no aparecen por ninguna parte. O nadie piensa críticamente, ni lee con discernimiento, ni escribe con precisión entre nosotros, o habrá que concluir que solamente los jetas, los enchufistas y los aduladores prosperan hoy día.

Javier Ortiz, con sus colaboraciones en la prensa diaria de tirada nacional, ayudaba a creer que aún había espacio, aunque fuera una columnita, para aportar sentido común, indignación ética e integridad personal.

Pero se ha muerto.

Vanitas. Huérfanos de Javier Ortiz. Diario de un esqueleto.

Una precisión, Vanitas. Javier no dejó El Mundo por esa columna. El artículo citado es de julio de 2001 y Ortiz continúo en dicho periódico hasta septiembre de 2007.

Escrito por: Vanitas.2009/08/27 06:01:00 GMT+2
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