2009/10/07 06:01:00 GMT+2
Hace días ya que falleció el columnista de Diario Público Javier Ortiz. Y es ahora, al desayuno, notando su terrible falta en mi dosis
de lectura cotidiana matinal, cuando no puedo evitar dedicarle estas humildes líneas. Yo no conocía a fondo su dilatada carrera como escritor y periodista, de hecho, hacía apenas año y medio que seguía con avidez su columna diaria en Público: “El dedo en la llaga”. Ese título, -memorable-, hacía justicia a su forma de entender el periodismo. Cada día, Javier utilizaba su columna para denunciar,
desenmascarar y perseguir a todos aquellos que hacen de este mundo un sitio desalentador. Leyendo el obituario que él mismo dejo escrito comprendo mucho mejor algunas de las cosas que escribía: “A los quince años se hizo marxista-leninista, hastiado de las injusticias”, o “A partir de lo cual, se dedicó con gran entusiasmo a cultivar el noble género del panfleto. Sin parar. A diario. Año tras año”. Son algunas de las aseveraciones personales que vierte en su magistral despedida. Y
precisamente era esto último lo que me hacía admirar su trabajo. Javier entendía su labor de periodista como un arma para luchar a diario contra cualquier tipo de injusticia, su columna era una trinchera desde la que disparar verdades y consignas que no se disparan ni de lejos desde el resto de redacciones de este País. Era, como su diario, Público, una ventana abierta por la que dejar correr una ráfaga de aire fresco en el panorama periodístico de Español. Javier Ortiz era
sincero, honesto y comprometido con sus ideas, en sus columnas se podían leer opiniones que hacían añicos cada día la lamentable uniformidad de criterios neoliberales que inundan las páginas del resto de periódicos. Él era diferente, no sólo en matices, sino en el fondo, sus aspiraciones eran mucho más profundas que las de los demás, escribía desde el corazón, desde el compromiso real con unas ideas que le acompañaron hasta el último de sus días. Javier era, en definitiva, un ejemplo para todos aquellos que creemos ciegamente en la figura del Intelectual comprometido y trabajador. Voy a echar mucho de menos su columna, pero a pesar de todo sé de buena tinta que él se marchó tranquilo porque sabía que muchos compañeros y compañeras vamos a seguir su ejemplo de constancia, dignidad y Lucha.
Gracias, Javier.
Juan Antonio González Molina. Fallece Javier Ortiz. 7 de mayo de 2009.
Escrito por: Juan Antonio González Molina.2009/10/07 06:01:00 GMT+2
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2009/10/06 06:01:00 GMT+2
Hoy nos dejó Javier Ortiz, escritor a quien leía casi todas las mañanas
y a quien voy a echar mucho de menos. Si alguien quiere conocerle puede
visitar www.javierortiz.net. Gran amante del Mar y de nuestra
tierra. Hasta siempre.
Carles Llorca. Rumbo a Jamaica. 28 de abril de 2009.
Escrito por: Carles Llorca.2009/10/06 06:01:00 GMT+2
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2009/10/05 06:01:00 GMT+2
Laudioko Zutik-eko Gorripidekook 2009ko maiatzaren 8an
Doinua: Habanera
Javier Ortiz-i
Donostian jaio izana
zernolako ohorea!
jesuitek bideratu
nahi zuten zure adorea,
baina erabaki zenu(e)n
zuretzat zela hobea
gorriz bizi, hori baita
bihotzeko kolorea,
gorria odola legez
gorri bihurtuz bidea,
MCn izan zintugun
paregabeko kidea,
aberatsa utzi duzun
guztiontzat ondarea,
zein gutxik mantentzen duten
zure jarrera noblea!
Alaitsu ta umoretsu
umorea baitzen gida,
umorez -nola bestela!-
egin zure despedida;
idazle fin ta zorrotza
garratz-garratza sarri da
goitik beherako gizona
botereaz ezin fida,
utzi duzun arrastoa
jende askoren desira;
zauden lekutik, emeki,
helduko zaigu disdira,
izar gorri-gorri horri
egongo gara begira,
laster zu bezelakoak
guztiak izango dira.
La traducción al castellano la han hecho ellos mismos
A Javier Ortiz
Vaya honor el haber nacido en Donostia,
los jesuitas quisieron encaminar tu energía,
pero decidiste que para ti
era mejor vivir en rojo,
porque ese es el color del corazón,
rojo como la sangre
haciendo rojo el camino,
fuiste un compañero extraordinario
en el MC,
es rico el patrimonio que para tod@s has dejado,
¡qué poc@s mantienen tu noble actitud!
Alegre y de buen humor,
porque el humor era guía,
con humor -¡cómo si no!-
hiciste la despedida,
escritor fino y agudo
a menudo corrosivo,
un hombre íntegro
sin poderse fiar del poder,
la impronta que has dejado
deseo de mucha gente;
desde donde estés, suavemente
nos llegará tu resplandor,
estaremos mirando
a esa estrella muy roja,
pronto todas serán como tú.
Gorripidea. Javier Ortizi egindako bersoak 12 de mayo de 2009.
Escrito por: Gorripidea.2009/10/05 06:01:00 GMT+2
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2009/10/04 06:01:00 GMT+2
Conocí a Javier Ortiz la tarde en que me realizó una prueba para ocupar una plaza vacante de redactora en Servir al Pueblo. No he olvidado mi
nerviosa emoción ante el periodista renombrado en mi círculo político. Allí mismo, mientras me anunciaba que había conseguido el puesto de
trabajo, conocí esa distancia corta que le caracterizaba, su ironía brillante, su ternura disfrazada de segura solvencia. Compartí tres
años con él, cuando era director del quincenario en aquel 1983 en el que yo era una inexperta aprendiza, deseosa de escribirlo todo. Tres
años llenos de risas y broncas, de tardes extenuantes de cierres y tabaco impregnando el aire, de su risa y sus anécdotas, de discusiones
por títulos o pies de foto. Siempre me alentó, estuvo dispuesto a enseñarme, empeñado en que colocara correctamente las comas, muerto de
risa ante mis neologismos latinoamericanos. Un loco del idioma, insistente y tenaz que no podía soportar las malas construcciones sintácticas. Un agudo conversador, un atento escuchador que llenaba la pequeña redacción.
Después la vida nos separó y no lo volví a ver. Lo leí en El Mundo, lo seguía en Público. Siempre me decía a mí misma lo llamaré. No lo hice. Ahora me ha golpeado su muerte tan temprana, dejándome un regusto amargo sumado al dolor de la irremediable muerte. Soy periodista porque él me enseñó este oficio, y a vivirlo en un determinado lugar de las
ideas.
Susana Tati Falcón. Inolvidable Javier. 8 de mayo de 2009. Cartas de los lectores en el diario Público.
Escrito por: Susana Tati Falcón.2009/10/04 06:01:00 GMT+2
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2009/10/03 06:01:00 GMT+2
Nos quedamos sin una de las voces más libres que puedan encontrarse aún en la prensa convencional y en Internet. Javier Ortiz ha muerto. Su columna en Público, El dedo en la llaga, su blog y sus colaboraciones periodísticas y literarias han sido en los últimos años, desde que en 2004 (*Nota de la PWJO: fue en 2007) decidió romper su relación con El Mundo, una referencia que muchos hemos buscado a diario; una voz con rabia, lucidez, compromiso e inteligencia. Una menos.
Javier Ortiz ha dejado su propio obituario escrito desde 2007, y esta mañana ha aparecido en su blog.
Federico Vaz. Soñando con Jamaica. 28 de abril de 2009.
Escrito por: Federico Vaz.2009/10/03 06:01:00 GMT+2
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2009/10/02 06:01:00 GMT+2
Eran tiempos de escuelas sociales, de debates culturales allá a finales de los sesenta. Ambiente caldeado-la escisión de ETA berri era reciente- y allá en el sótano de Galería Barandiarán -donde se exponían las obras de Oteiza, Chillida, Sistiaga,
Ruiz Balerdi, Remigio Mendiburu... en plena ebullición de la Escuela Vasca de Arte- se organizó una conferencia sobre literatura vasca en castellano, tú, con tu menuda y viva figura eras uno de los arriesgados ponentes.
Unos añitos después allá en Burdeos en donde estabas refugiado, nos encontramos en un cursillo organizado por MCV(Komunistak) y recuerdo cómo, con la soltura y el salero -incluido humor negro- que te caracterizaban, nos explicaste la ruptura de los chinos con los revisionistas
soviéticos. Tres años más tarde coincidimos en París: fiestas de comités de barrio(entre sangría y sangría, la música que guiabas tú como avezado
disc-jockey, y aún recuerdo el fin de fiesta en el VIe arrondissement mientras ya comenzábamos a recoger las cosas, una marchosa canción de Garfunkel que se prestaba tanto a una especie de kalejira como a un trepidante
ritmo para acompasar la adecentación del local prestado, claro. Recuerdo algunas apariciones tuyas con Osaba -el de la huelga de Bandas- o con el capitán Domínguez de aquella esperanzadora UMD; algunos encuentros por las cercanías de La joie de lire, de Maspero.
No obstante, quizá la huella más profunda de nuestro trato fue en el Gallo, en el parc
des Sceaux, en donde nos reuníamos a confeccionar el Servir al Pueblo.
Siempre recordaré cómo lo que había escrito en cinco farragosas líneas lo dejabas reducido a una concentrada línea con cuatro explicaciones siguiendo el principio de economía que dominabas con precisión y que tratabas de contagiar sin éxito, y no por ti -que te explicabas como un libro abierto- sino por la torpeza del receptor; y me refiero a moi-même obviamente. Hoy a pesar de
que escribo bastante, soy consciente de que no aprendí casi nada de tu concisa precisión ¡cosas! Los viajes de vuelta de aquel alejado chalet los hacíamos entre risas -en el 2CV de Arantza y Antón- y con música de Natxo de Felipe, con unas cintas de casette que tú tenías recién grabadas. Siempre andabas bien surtido de musiquita y de otras cosas...
Cuando te fuiste al interior recuerdo haber llevado tus bártulos a una casa de artistas en Perpignan... luego las noticias de tu detención...y tus artículos de Saida, de El Mundo,
de Público...
Hace como un par de meses me enteré de tu grave estado de salud, y ahora me entero de tu muerte. No se ha cumplido desgraciadamente en ti aquello de George Brassens -y lo cambio pelín- mourir
ouais...mais de mort lente... Rápida ha sido tu muerte y nos hemos quedado huérfanos del dinamizador de nuestros desayunos, con tus comentarios afilados y certeros... Estoy oyendo a Misia. Au revoir (que añadiría Prévert), Javier ¡Y que la tierra te sea leve!
Iñaki Urdanibia. Adieu mon pote! Publicado en el número correspondiente al mes de junio de la revista Hika.
Escrito por: Iñaki Urdanibia.2009/10/02 06:01:00 GMT+2
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2009/10/01 06:01:00 GMT+2
Había decidido escribir esta aportación semanal en La Mancha Roja partiendo de la siguiente afirmación: “El PSOE no es un partido de izquierdas”, así lo veníamos hablando Fustafio y yo, en el camino de vuelta a casa. Horas antes Fustafio ha sido también el que me ha dado la increíble noticia de la muerte de Javier Ortiz.
Como si recibiese una de las llamadas de Gervasio Guzmán, una frase corta y contundente, en esta ocasión, no daba pie a una
interesante y certera reflexión, sino a un frío y profundo vacío de silencios, a una ausencia que duele pensarla. “¿Algún familiar?” Me ha preguntado una compañera de trabajo presente en el momento de la conversación. “Sí, de la familia”, he contestado, considerando familia a quien está próximo, desde que recuerdas y para siempre, en el día a día y de forma incondicional dando siempre apoyo, ánimo, compañía y sinceros consejos.
“Dedicaré el comentario semanal a Javier Ortiz” le he dicho a Fustafio,
que me acompañaba en el camino y en el sentimiento y yo a él. Cuando la dedicatoria empezaba a pesarme más que el propio comentario, pensé que Javier Ortiz leería, si tuviese ocasión, el comentario con atención y respeto, como ha leído siempre cualquier mensaje a su alcance, independientemente del formato u otras circunstancias. Sea octavilla, lujoso volumen,
periódico local, edición de bolsillo o anuncio por palabras, lo importante para Javier Ortiz es la palabra portadora de un mensaje, que provoca una emoción, o una sonrisa o una reflexión y que
él rescata con precisas pinzas para airearlas por las ondas, la prensa o Internet y que así empiecen a formar parte de nosotros mismos, de nuestras emociones, de nuestras sonrisas y de nuestras reflexiones.
Ante la gran ausencia que se nos viene encima, he vuelto a pasear por los lugares comunes, es decir, por los muchos escritos disponibles en Internet, como intentando hacer acopio de los alimentos necesarios para sobrevivir a la tormenta que se avecina.
En este paseo he descubierto que Javier Ortiz ya escribió el comentario que yo pretendía realizar, y lo hizo hace 14 años, en concreto, el día 13 de julio de 1994, en el periódico El Mundo. En la siguiente dirección se accede al artículo.
(...)
GRACIAS Y HASTA SIEMPRE, JAVIER.
Mauricio. IU, PSOE y Javier Ortiz.29 de abril de 2009.
Escrito por: Mauricio.2009/10/01 06:01:00 GMT+2
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2009/09/30 06:01:00 GMT+2
Si hay algún legado valioso de la revolución liberal, éste estriba en la obligatoria publicidad del poder. El mejor liberalismo decimonónico se distinguió, en efecto, por su tenaz defensa de la
libertad de prensa frente a un monarca acostumbrado a decidir en secreto. La obediencia sólo podía reclamarse legítimamente cuando el poder era ejercido de modo transparente. Las columnas de los diarios se rellenaban de discursos políticos, intervenciones parlamentarias y exposiciones legales. El espacio que separaba al individuo del
gobernante se estrechó de repente. En los pequeños pueblos los periódicos incluso eran leídos en voz alta.
La prensa se había convertido en baluarte de la libertad, pero asimismo comenzó a ser también instrumento de poder. Como ha puesto de relieve el
historiador británico Benedict Anderson, la prensa, desde sus orígenes, fue igualmente una eficaz correa de transmisión de las aspiraciones de
un estrecho círculo social, un símbolo de identificación y pertenencia a un grupo ilustrado y elitista en continua ascensión. Criatura del
liberalismo, se encontraba escindida por la misma ambivalencia que su progenitor: defendía la autonomía de los ciudadanos al tiempo que
perseguía la satisfacción de intereses privados, fiscalizaba el poder tradicional a la vez que canalizaba los deseos de un poder emergente de
base económica. Con la llegada de la sociedad de masas, en pleno siglo XX, tales contradicciones explotaron, degenerando en mero artilugio en
manos de grandes corporaciones o en servicio oficial de propaganda y domesticación nacional.
Aún hoy, el ejercicio de la prensa libre es un bien escaso. Los ataques a la independencia tienen
aún idéntica procedencia: las instrucciones dictadas por multinacionales y las órdenes formuladas por los gabinetes presidenciales logran, con excesiva frecuencia, determinar los
contenidos de la información y la opinión. Pocos y heroicos son los que, estando en primera línea, se libran de tentaciones económicas y políticas conservando su integridad profesional. En España, uno de estos periodistas era Javier Ortiz, fallecido el pasado 28 de abril, con tan solo 61 años.
Columnista empedernido, insobornable y directo, Ortiz escribía denunciando los desafueros del poder, fuesen cometidos por un socialismo corrupto o por un conservadurismo avasallador. Incluso estando próximo a las instancias decisorias, en la subdirección del segundo periódico nacional, no hizo concesión alguna a nuestra dirigencia. Representaba a una multitud crítica y sin voz que el día de su pérdida, espontáneamente, irrumpió en la red con comentarios-homenajes a la triste noticia de su fallecimiento. Su marcha no ha hecho sino consolidar la vigencia de su ejemplo, y seguirlo quizá sea el mejor tributo.
Sebastián Martín. Prensa libre. 17 de mayo de 2009.
Escrito por: Sebastián Martín.2009/09/30 06:01:00 GMT+2
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2009/09/29 06:01:00 GMT+2
Estoy viendo una foto de Javier, con su sonrisa abierta y su mirada invitando no sé si a sonreir con él, no sé si a rebelarme, no sé si a ambas cosas a la vez. Aún hoy me cuesta recordar a Javier. La compañía de Javier, cada segundo pasado
junto a él o leyendo sus comentarios diarios, era un prodigioso compendio de aprendizaje, reflexión y diversión que él nos regalaba con naturalidad. Porque Javier, ácido y amargo a la vez, era tan lúcido y punzante en sus escritos como cálido y humano en su trato personal. Gran conversador, original y divertido, tenía tantas anécdotas a sus espaldas como para escribir varios libros. Libros
autobiográficos que, por cierto, no pensaba escribir, no sé si por modestia, por pereza, porque presumía que no tendríamos tiempo para leerlos o porque prefería desgranar sus vivencias poco a poco, en cada velada, en cada reunión, en cada
mágica conversación en la cual el tiempo se esfumaba, sin poderlo detener ni un instante.
Supongo que Javier esperaba tener más tiempo para seguir observando, para seguir pensando y describiendo, lamentando y criticando, para
seguir riendo, para seguir viviendo. Yo también esperaba leerle y escucharle mucho más tiempo. Su paso por mi vida fue fugaz y, sin embargo, bastó para dejar un recuerdo imborrable. Javier era un referente ético, profesional y humano. Pero, recurriendo al humor negro que él nos quiso dejar como parte de su legado en su último escrito, lo bueno que tiene ser un referente es que, cuando muere, lo sigue siendo. Gracias a ello, la sonrisa y la mirada de Javier siguen aquí y sigue aquí también su original e indispensable forma de entender la vida y de hacernos a los demás amarla, mediante su uso escrito y hablado de la palabra.
Javier no se marchó dejando atrás un mundo mejor, como soñaba. Pero sí logró que la pequeña parte del mundo alrededor de cada uno de nosotros fuera, gracias a su compañía, incomparablemente mejor. Javier lograba que la mente despertara diariamente con un espíritu crítico e inconformista, abriendo las ventanas cada mañana al oxigenante pensamiento crítico. Con Javier aprendí a dudar de las palabras vacías, a pensar, a expresar y a proponer otra forma de vivir basada en la reconciliación con el ser humano. Es otra de las batallas que Javier seguirá ganando después de muerto.
Marcos Fernández. Recuerdo imborrable. Texto (inédito) remitido por el autor.
Escrito por: Marcos Fernández.2009/09/29 06:01:00 GMT+2
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2009/09/28 06:01:00 GMT+2
Los que se hayan fijado en la lista de blogs que sigo conocerán a Javier Ortiz, si es que no lo conocían ya de antes. Sus "Apuntes del Natural" y su "Dedo en la Llaga", de actualización diaria, han sido para mí una fuente de inspiración de
obligado y gustoso seguimiento. Acabo de enterarme de su muerte. Conociéndole a través de sus escritos, seguro que habría preferido seguir vivo, pero, como uno no siempre puede conseguir todo lo que quiere, nos ha dejado su obituario, escrito por él mismo para que ningún gacetillero arruine su muerte con
una necrológica burocrática y de circunstancias. Como dice el propio Javier, una humorada. Yo le echaré mucho de menos y seguiré asomándome a su blog a diario, aunque no lo actualice. Releeré sus 'posts' uno a uno, desde el principio y seguiré disfrutando de sus ideas y pareceres. Como si nada hubiera pasado, ¿eh, Javier?
Miguelo Arencibia. Javier Ortiz. 28 de abril de 2009.
Escrito por: Miguelo Arencibia.2009/09/28 06:01:00 GMT+2
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