Sr. Director:
Son las 22.00 horas del 12 de febrero de 2010. A petición de mi madre, busco en las páginas de este periódico un artículo escrito por Javier Ortiz el 9 de abril de 2005, dedicado a mi padre, fallecido un mes antes. Mi padre, José Quiroga López -así reza el título de la columna-, regentaba un pequeño local de frutos secos cerca del domicilio de Ortiz en Ventas, a donde iba a comprar patatas y gajos de naranja y limón y, de paso, mantener una pequeña charla acerca del barrio y sus vecinos.
Sin apenas estudios, mi padre era una auténtica enciclopedia. Daba gusto hablar con él. Así lo escribió Ortiz. Si entonces era él quien lamentaba el fallecimiento de mi padre, hoy soy yo quien se acuerda de él, cuando hace casi un año que nos dejó. Sirva esta carta de homenaje a quien le importó más la muerte de alguien anónimo que la de Karol Wojtyla o Rainiero de Mónaco. Estoy segura de que allá donde estén ellos dos habrán continuado la charla donde la dejaron cinco años antes.
Mª Isabel Quiroga. Madrid. En recuerdo de Javier Ortiz (enlace no gratuito). Cartas al director de El Mundo. 14 de febrero de 2010.
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