Acabo de leer que anoche falleció el periodista Javier Ortiz, columnista del diario Público. En seguida me ha venido a la memoria el artículo Elogio de Javier Ortiz y su dedo en la llaga que Salvador López Arnal publicara hace poco más de un año en Rebelión. Y es que como señala López Arnal, Javier Ortiz había conseguido lo que otros periodistas de guardia de la izquierda como Haro Tecglen lograron antaño: que los lectores empezásemos a leer el diario por su columna.
Javier Ortiz, en un ejercicio de humor negro propio de un genio, dejó escrito su propio obituario. Aunque no sea justo reprocharle nada ahora, me voy a permitir la licencia de llevarle la contra aunque sea por sus las dos últimas frases de su artículo de hoy: el “puesto de trabajo disponible” que deja Javier Ortiz hoy no es “algo” (al menos no un “algo” banal, como parece querer decir Javier), si no que más bien es un vacío profundo y muy difícil de llenar para sus lectores. El que venga detrás lo tendrá difícil vamos.
Manuel Mazón. En memoria de Javier Ortiz, periodista. 28 de abril de 2009.
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