Esta mañana, en el Instituto, he comentado con mis alumnos un texto de un Emperador de la antigüedad que, conocedor de que solo le quedaban seis meses de vida, y como quiera que necesitaba para el momento del tránsito de su alma al otro mundo las plegarias de todos sus súbditos, ordenó despachar de inmediato hacia las provincias que recibían los despachos de la Corte con un retraso de seis meses, los correos que habrían de llevar la noticia de su muerte.
Y, cosas de la vida, al llegar a casa me he enterado del fallecimiento de Javier Ortiz, escritor y blogero, entre otras muchas cosas, y con quien he coincidido en los últimos años en bastantes de las opiniones que ha manifestado últimamente, y así lo he reflejado periódicamente en mi blog.
Pero para no dejar de sorprendernos, y tras visitar su blog por última vez, he podido comprobar que dejó escrito su propio obituario.
Hasta siempre Javier y, como tu dirías, si en algo nos parecemos todos los humanos, desde el último hasta el más grande de los emperadores, todos cerramos la "barraca" por una parada cardio-respiratoria. ¡Que la nuestra tarde en llegar!
Ricardo Ibarra. El obituario de Javier Ortiz. 29 de abril de 2009.
Comentar