En la madrugada de ayer martes 28, temprano como gustaba de leerle, marchó Javier.
Este aguerrido periodista, hombre cabal y ciudadano coherentemente comprometido, ha sido una de las voces, y siempre pluma, enredado en el momento histórico que nos ha tocado vivir.
Le conocí personalmente allá por el año 2001 en la parroquia. Unas jornadas sobre la novel ley penal del menor. Me sorprendió su agilidad mental y su visión tan cercana a la nuestra en lo que a niños y niñas se refería. De ahí el titulo de la primera columna que nos dedicó: "Otra vez los 400 golpes", que publicó el 7 de Diciembre de ese mismo año.
Después tuvimos ocasión de tener una larga charla en su propia casa cuando fui a llevarle unos documentos sobre la red de control social que se había creado en torno a familias y sus hijos de sectores sociales pobres. Aquel documento que él leyó con exquisito interés, y del que por cierto y aprovechando este comentario, decir que ningún partido en el Congreso de los Diputados acusó recibo del mismo. Y a todos se envió.
Charlamos en alguna otra ocasión, pero siempre fue a través de sus escritos desde donde fui descubriendo al hombre sensible a las realidades de los excluidos. Así mismo, con esa versátil y socarrona pluma diaria, fui sintiéndome entre sus amistades. Así era él. No hacían falta grandes protocolos para sentirse nombrado y animado por su palabra.
El 2 de abril de 2007 le llamé por teléfono. Andaba agobiado con la amenaza del cierre de la parroquia que se cernía sobre todos nosotros. Sus pausadas y profundas palabras fueron todo un canto al aliento y a la resistencia. Lo dejó plasmado en esa maravillosa columna que escribió un día después. La tituló El golpe 401 y fue una verdadera inyección de esperanza y solidaridad en esos meses recios que se avecinaban.
Esta mañana, cuando las amigas -sus amigas- de Hetaira nos han comunicado este desenlace, he sentido -y de ahí el título- otro golpe en mi interior. Sí. Un golpe seco por la pérdida de un periodista que nos acercaba a la realidad, por cruda y compleja que esta fuera, con la sencillez y claridad que sólo las personas profundas y honestas aciertan a expresar.
No sé cómo homenajear a este maestro. Seguramente la sencillez en sus formas y la firmeza en sus creencias sea la manera más elocuente de tener presente a quien mucho nos enseñó.
Contaba Charo su mujer esta tarde en el tanatorio que, por la mañana, un viejito desconocido para ella se acercó hasta el cuerpo presente de Javier con la intención de despedir y homenajear a quien durante mucho tiempo incitó una manera seria y atrevida de marchar por la vida.
Pues a este anciano desconocido me uno. Que el mejor homenaje a Javier Ortiz sea continuar nuestro camino con sencillez, valentía y solidaridad desde los infiernos de este mundo. Él, yo así lo creo, gozará del abrazo de la humanidad. Y, en esa Jamaica prevista e imaginada, nos espera.
Javier Baeza. El golpe 402... a Javier Ortiz. 29 de abril de 2009.
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