Aquel año la Real Sociedad no ascendió a primera división, el Valencia no ganó la liga y la derecha se hizó con el gobierno de Euskadi.
A Fabra los astros le fueron nuevamente favorables y le tocó otra vez la lotería. Bueno a Fabra, a Camps, a Rita...
Islapatera se dispersó como lo hacen los indios en las películas del oeste cuando les matan al jefe. La isla fue sumergiéndose centímetro a centímetro en las profundidades del océano arrastrada por el cambio climático-político. De cuando en cuando algún buzo emergía a la superficie para comprobar que nada había cambiado, es decir, que todo estaba un poquito peor.
Alguna cosa buena tenía que ocurrir y a Berlusconi le partieron la cara y otro perturbado se vino al suelo al no dejarse abrazar por una de sus fieles con pinta de monja frustrada.
Yo escapé del paro en el que llevaba un año justo recluido sin derecho al salario del miedo durante más de la mitad del mismo.
Estos años en Patera y en IslaPatera han sido una suerte de "Despertares" cinematográficos pero parece que me ha entrado la modorra político-existencial.
En el año de la muerte de Javier Ortiz he sido más que nunca un resentido social.
Las encuestas dijeron que los españoles estaban preocupados por los políticos: ¿no debería ser al revés? Los parados superaron los cuatro millones y los sindicatos... ¿y los sindicatos?
En el año de la muerte de Javier Ortiz siguieron los sanfermines en Pamplona y los crucifijos en las aulas.
El rey siguió siendo el rey. Siguió lleno de orgullo y satisfacción y el mapa de La Rioja en la cara y a nosotros nos dejó llenos de oprobio y de vergüenza.
El año de la muerte de Javier Ortiz el mundo continuó del revés. Con mucha menos luz, el invierno llegó en abril.
Leo. 11 de enero de 2010. Texto remitido a Islapatera.
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