Y se fue. Sin decir adiós, por sorpresa, pero dejándonos escrito su obituario. Era así de profesional y de precavido. También nos dejó su lugar ideal: “Jamaica”. No, no es la real. Era su Ítaca preferida. Su isla utópica. Una isla tranquila, sin ruidos, donde ver colmados sus sueños de paz, donde poder escribir sobre los pájaros y los árboles, donde no hubiera injusticias, donde el poder hubiera pasado a un segundo plano por innecesario. Esa era su Jamaica ideal.
Javier no sólo escribía bien, lo cual es una obviedad, todos lo reconocen, amigos y menos amigos. Javier, sobre todo, escribía en libertad. Sagaz, mordaz, satírico, y libre, siempre libre. Desde sus comienzos, cuando se la jugó con la policía franquista que le premió con la cárcel, para después tener que marcharse a Francia, donde permaneció exilado. Pero su libertad no tenía banderas. No se sometió a ninguna ideología, perteneció al Partido Comunista (*) hasta que la reacción mínima de éste, ante la muerte de Salvador Puig Antich, le alejaron del partido.
Volvió a España a la muerte de Franco y formó parte de la Platajunta, ya saben la conjunción de fuerzas socio-políticas cuyo fin era la implantación de la democracia en la España postfranquista. Fundó la revista republicana Saida, que fue secuestrada en varias ocasiones. Ya en 1984 creó junto con otros ilustres periodistas el diario Liberación. Quizá el único intento independiente de diario de izquierdas. Su vida fue corta, a finales de marzo de 1985, acabó la aventura por cuestiones económicas.
Posteriormente, le fichó Pedro Jota para El Mundo. Allí permaneció durante años. Además de columnista fijo cumplió misiones de dirección y siempre lo hizo con fidelidad a su profesión, y en muchas ocasiones en contra de la línea editorial. Pero su valía profesional hizo que se mantuviera como parte de la dirección hasta el año 2000. Luego permaneció varios años como mero comentarista del diario, al mismo tiempo que fue asiduo tertuliano en la ETB. En 2007, con la aparición de Público se incorporó al nuevo diario como columnista. Y allí ha permanecido hasta que nos ha dejado.
Ahora he vuelto a repasar algunos de sus artículos. Siempre bien escritos. Cuidados. Hablando de lo divino y de lo humano. Llenos de sátira, mordacidad, y sentido común. Y sobre todo, de libertad, escribiera donde escribiera, nunca se sometió. Siempre libre y en defensa de los débiles. Ahora y cuando no era tan fácil. ¿Hay quien dé más?
Agur Javier, Jamaikan naukazu zain.
Rafael García-Almazán. Agur Javier, Jamaikan naukazu zain. 13 de mayo de 2009.
(*) Se equivoca Rafael: Javier nunca estuvo en el Partido Comunista. Como dice en Carrillo, "nunca estuve en la órbita del PCE".
Comentar