Recuerdos

Ha muerto Javier Ortiz, ha muerto un buen hombre. Lo conocí hace poco tiempo en una tertulia de amigos, en una de esas tardes-noches largas y placenteras, tomando unas copas y paseando por estas calles escondidas y mágicas de Córdoba. Escucharlo, comentando con un amigo común con un profundo bagaje de experiencias vividas, fue un verdadero placer. ¡Cuanta sabiduría encerraba! Lógicamente, fruto de su larga trayectoria periodística y de su compromiso con la realidad social y política de este país.

Su militancia comunista y su lucha antifranquista lo llevaron a la cárcel y al exilio. ¡Nunca se vendió! Siempre fue fiel a sus convicciones políticas que llevó a la esfera personal y profesional ¡Qué gran ejemplo nos has dejado!

Recordando a Alberti, se ha marchado un jinete del pueblo. Un profesional coherente y honesto que desde su caballo periodístico y planteamiento íntegro e insobornable de izquierdas, con su pluma clara y crítica, siempre luchó por intentar enterrar en el mar, por apartar de la vida pública política y social a tantos indeseables que bajo el paraguas de “elegido democráticamente”, cometieron las más viles fechorías, desde crímenes de estado, hasta enriquecimiento personal, fraude, guerras injustas, atentados gravísimos contra el medio ambiente, manejo de la economía a favor de los poderosos o privación de derechos civiles a ciudadanos libres.

En su dilatada trayectoria periodística en diferentes medios y en sus publicaciones no dudó en denunciar la fraudulenta transición de la que todavía estamos pagando las consecuencias, los escándalos de esta monarquía impuesta, convertida por arte de birlibirloque en una de las familias más ricas del mundo y la desvergüenza de una determinada clase política y sindical que, salvando honrosas excepciones, han llevado a la ciudadanía de este país a una apatía peligrosa y a una desmovilización tal que ya muchas personas no son capaces de luchar ni por sus propios derechos sociales y políticos que están perdiendo a pasos agigantados.

Como Machado, te has ido ligero de equipaje, sin hacer ruido, casi de puntillas. Nos has dejado huérfanos de una pluma, la tuya, necesaria en un turbulento mar de hipocresía periodística, servil y manipuladora. Pero nos dejas una profunda y rica herencia: tu voz, fiel defensora de la libertad y de la democracia real, tu palabra, valiente y llena de reflexiones lúcidas y tu eco, de dignidad e ingenio, seguirá rentumbando en nuestros corazones dónde nos quedará grabado para siempre.

Voy a seguir leyéndote, Javier; porque tu legado, mientras tengamos esta sociedad injusta y cruel con los más desfavorecidos, unos medios de comunicación controlados y manipulados al servicio de los grandes poderes económicos y unos partidos políticos que desprecian a la ciudadanía, será necesario y clarificador. Espero que esa escuela que has creado de dignidad y calidad periodísticas la recojan discípulos valientes que sean capaces de llenar, por lo menos en parte, el vacío informativo que tú nos dejas.

Con su último artículo, Tres tristes tercios, enviado a su periódico, “Público”, el mismo día de su muerte, demuestra por última vez su integridad profesional y su afán por seguir con nosotros. Estoy seguro que no se quería marchar, que habrá luchado al máximo, pero la muerte es muy traicionera y si te coge algo descuidado te lleva. Pero se ha ido con la cabeza muy alta y con la simpatía y el cariño de muchos miles de ciudadanos que te hemos admirado y querido.

Mi más sentido pésame a toda la familia. Un abrazo en el recuerdo para ti, Javier.

Juan García Ballesteros. A Javier Ortiz, un hombre bueno y necesario. La República. 30 de abril de 2009.