*Fotografía de www.tetuanmadrid.com
Ahora está muy de moda empezar las frases con la construcción "desde el 15M ya ..." No hay descalabro electoral, partido emergente u obra artística que no se prologue -en positivo o en negativo- con EL-QUINCE-EME. No hay en España colectivo humano que no se reclame heredero de mayo de 2011 ni discurso cuya clave de bóveda no descanse sobre la onda expansiva de aquella primavera en que fuimos alguien.
El 15M ampliado a todo corre el peligro de quedarse en nada -ni chicha ni limoná- y encorsetado como latigullo resulta un concepto empaquetado, inalterable, ¿muerto? Sin más argumentos que mi propia experiencia, creo que en el futuro otros vendrán a matizar muchas de las características que hoy caracterizan el 15M. Tendremos que complejizar la composición de clase (media), y afinar el análisis para ver cómo esa clase monopolizó la atención mediante portavocías, protagonismo en las asambleas y producción de discurso público. Otras vendrán, espero, también desdecir la categoría del 15M como evento generacional, refiriéndome sobre todo al 15M también después de la propia acampada de Sol, que es de lo que estoy hablando.
Cuando empecé a ir a Sol y luego a la plaza de mi barrio; cuando comencé a trabajar en comisiones de trabajo y a participar de un magma desconocido hasta la fecha (por mí) de apoyo mutuo; cuando rodando participé de la escritura conjunta del fenómeno 15M....cuando todo esto, una de las transgresiones que más me calaron fue su fuerte componente intergeneracional. En aquellas asambleas, manifestaciones y fiestas empezamos a intercambiar retazos de vida gentes nacidas en muchas décadas diferentes.
Lo que se ha caracterizado como el gran despertar juvenil post-transición yo lo viví como despertar del nexo con mayores y jóvenes desde una posición de igualdad -insisto, especialmente a las pocas semas de la primera acampada -.
La sociedad contemporánea está extraordinariamente segregada por edades. Sufrimos una suerte de especialización de las vidas en etapas, que se construye a la vez que nuestra caracterización como nichos de consumo y en confrontación con la producción (según nos preparamos para producir, producimos o dejamos de producir). Y es, precisamente, en el ámbito laboral en donde se produce una mayor promiscuidad generacional en nuestras relaciones sociales (aunque también se producen aquí separaciones relacionadas con la carrera profesional)
Sin embargo, fuera del trabajo, en nuestro tiempo libre (es decir, el que no está cautivo) ¿cuánto nos relacionamos con gentes alejadas de las cifras del DNI? Muy poco.
El concepto de generación, y aquí hablamos de una generación del 15M, es en el fondo una frontera funcional al statu quo. El límite funciona siempre de forma excluyente: ¿cogiste el tren de tu generación? El personaje que vivió el 68 y sigue anclado en la imaginación al poder se nos presentará siempre como un ser excéntrico, derrotado -pese a que su generación ganó- o, en el mejor de los casos, una voz de la conciencia noble pero improductiva. Un ser literario.
Al personaje que traicionó aquellos principios y es hoy un ser social próspero (en las claves de éxito social vigentes) se le criticará pero se le entenderá en su sitio, porque en el fondo lo que se espera de alguien cuando crece es que se traicione a sí mismo. Un ser real.
El relato generacional es segregador, pues es el renglón de la historia de la confrontación con los mayores y los jóvenes antes que con las clases dominantes.
De alguna manera, entender el ciclo de movilizaciones en clave generacional nos lleva a aceptar como inevitable la profecía autocumplida de que los más guapos del campo de batalla ocuparán los puestos contra los que habrán de revelarse los jóvenes. El recambio de élites. Nos empuja a la apatía, al nosotros ya lo hicimos, otros vendrán que lo harán mejor. Inevitablemente nos hace menos numerosos.
Por eso el 15M entendido como espacio intergeneracional fue para mí una experiencia transgresora y liberadora, que dejaba al descubierto la oquedad bajo el dibujo de una historia cíclica de pequeñas victorias y grandes derrotas. Que nos permitía poner a cocer juntas la experiencia de luchas pasadas y las ideas nuevas que se hacían borbotón ¿Por qué no? la condición para transgredir las relaciones con la producción y el consumo que articulan lo generacional (sí, mucho he corrido aquí).
Hoy tengo más compas y amigxs, tenemos edades muy diferentes y tenemos la intención de estar en la próxima cita generacional. Y mañana.
Comentarios
MIGUEL SÁNCHEZ-OSTIZ
Y colorín, colorado… Publicado en 02/10/2016
El espectáculo que está dando el Partido Socialista desde sus trastiendas, porque espectáculo es, resulta asombroso. El de Podemos no le va a la zaga, en más abstruso a mi modo de ver, aunque también puede suceder que, por no poner suficiente interés, no lo entienda y me aburran esos pulsos y esos tiras y aflojas de tribunos fogosos.
Vista desde lejos tanta discordia suena a rebelión sembrada y esto a conspiranoia. Todo suena a conspiranoia, como la policía política del devoto Fdez. Díaz, de la que no va a responder, ni en el Congreso ni en los tribunales. Sea lo que fuere, Tullius Detritus anda suelto. No sé si lo recuerdan. Tullius Detritus, el eficaz sembrador de cizaña, es uno de los personajes con más retranca de Astérix. Allí donde va, la discordia y la disensión están aseguradas. Es todo un experto en malmeter a unos con otros, por eso lo utilizaron los romanos para intentar destruir a la irreductible aldea gala que resistía a la invasión. Los galos resistieron, los padres de la patria y adheridos juegan a una piñata, todos a ojos ciegas, de modo que quedan golpeados hasta los espectadores, sobre todo estos. No se me ocurre mejor imagen para ilustrar lo que ahora mismo está sucediendo.
Recordemos que hace cuatro años, cuando las calles ardían y parecía que había llegado el momento del cambio social y político, se hablaba, de manera tímida eso sí, de un frente progresista de cambio. Eso ha dado en nada, en menos que nada, en un mogollón más risible que otra cosa con pinta de prolongarse de manera indefinida en beneficio del gobierno actual y su ideología. Ignoro si este estallido se debe al penoso resultado de las últimas elecciones (por parte del PSOE), pero las dos formaciones políticas que podían haber liderado un cambio rotundo se están deshaciendo antes nuestros ojos como un castillo de arena. El clamor popular ha dado en bomba japonesa de cuchipanda doméstica: un estallido y muchos confetis. Se acabó la farra. Porque de eso se trata, de que se acabó la fiesta. Aquí ha habido un error de óptica mayúsculo como es el de creer que el ciudadano, el votante, el que ha padecido las políticas de desgobierno, tenía por fin voz y voto de cambio. Se ve que no, que aquí quienes gobiernan son otros, que pueden dar golpes mediáticos y económicos… y policiales, porque tienen un poder que no está en las urnas más que de manera aparente.
No sé cómo lo han conseguido, pero el Partido Popular tiene que estar frotándose las manos. Si puso cara de pasmo con el resultado de las últimas elecciones, ahora debe estar pensando que los milagros de las carroñas y devociones de Fernández Díaz han funcionado, porque el gobierno de la mano dura es cosa hecha.
No creo que decir esto sea adelantar acontecimientos, sino preparase para el peor escenario posible: aquí no va a cambiar nada, como no sea a peor. Es el más extraño golpe de Estado que se ha dado, no han hecho falta espadones, las huestes de la oposición se han dedicado a pelear entre ellas a la vista de quien estuvo atemorizado con que el poder que se le escapaba de las manos. De no creer no, de chiste, este en el que vivimos. Y que no vengan con cuentos de que en el futuro ¡venceremos! El futuro será otro, el que los amos del cotarro decidan, y otros sus protagonistas verdaderos. Ya pueden los plebeyos ensayar la rebelión todo lo que quieran, que dará en carnavalada.
Y ese editorial de El País en el que directamente se insulta a Pedro Sánchez va a hacer época: insensato sin escrúpulos… ¿Escrúpulos? El País pidiendo que el PSOE entregue el gobierno a la corrupción de Rajoy y su partido. Es mucho entregar. Inaudito. Cómo no pensar que están comprados, como los ingleses compraron a los generales de Franco. Qué decepción. El País convertido ya desde hace mucho en La Verdad, aquel periódico del obispado que difundía la doctrina parroquial con ayuda de anatemas venenosos. Poderoso caballero es don dinero, hace todo cuanto quiero y si no basta el dinero por sí solo, para eso están los pistoleros, «ta, ta, pá», cosa que sabe bien Felipe González.
Especular ahora sobre qué clase de partido es el socialista me parece inútil, como no sea para hablar de algo mientras se pide otra caña y otra de rabas, o para hurgarse con un palillo en la dentadura del alma de manera castiza. El cambio se fue a los cielos y nadie sabe cómo ha sido. Y colorín, colorado, este cuento se ha acabado.
*** Artículo publicado en los periódicos del Grupo Noticias, 2.10.216
Escrito por: Juan.2016/10/02 20:04:54.370707 GMT+2
¿Se acabó el cuento?