El otro día me llamó una amiga. Una antigua compañera de trabajo con la que hablo muy de tarde en tarde.
-"Sí, ha muerto hoy. Vaya palo, aquí estamos todas rotas. Era tan joven...¡puto cáncer!"
Le agradecí mucho, y muy sinceramente, que me llamara para contármelo. Compartimos algún silencio, frases manidas y un estremecimiento denso antes de pasar a la ronda de repasos: "Bueno, ¿qué tal todo por ahí?"
Pensando en ello días después no fui capaz de saber cómo ha llegado a ser normal que el tiempo transcurrido dicte que podemos volver a hablar sólo por temas trascendentales. Bodas, entierros y jubilaciones.
¿Qué tal hacer lo contrario? Llamar a gente a la que no ves hace mucho para decirle que has ido a contar un cuento a la clase de tu hijo y has salido dando brinquitos de emoción ; darle parte de que llevas varios meses en racha, contarle que simplemente te has acordado de aquellas risas que os echasteis con el cliente que llevaba un calcetín de cada color. O lo contrario. Que estabas triste (porque sí) y pensaste que querías hablar con él. Que el diente de tu hijo te tiene como un muerto en vida y necesitas un poco de conversación para no dormirte al volante.
Yo espero hablar con mi amiga mucho antes de que caiga el siguiente. No os muráis antes de que interiorice este pensamiento, anda...
*Mensaje mandado en Telegram el 16/11/2015
Comentar