La sensación del alivio puede ser tan intensa como la de la alegría. A veces –congelado el momento– indistinguible. No sabemos si ha pesado más en el rápido acuerdo entre PSOE y Podemos para formar gobierno la ingobernabilidad o la lluvia ácida de VOX empapándonos la ropa. Qué más da. No sabemos qué conversaciones ha habido detrás, no conocemos las componendas en las cabezas calientes de la gente que manda, desconocemos el camino hacia los futuros posibles que se abren mañana. Ni siquiera creemos que las condiciones materiales que apuntalan nuestras vidas (escamas, tejas, gasas) dependan de las urnas. Qué más da. Hoy.
No ignoramos que este es el pacto de los funambulistas, balanceándose en medio de vientos furiosos, tentados de empujar al otro para mantenerse sobre el cable; sabemos que hay una crisis por llegar y se la comerán enterita frente a la cámara, y con ellos, mientras les maldecimos, la recibiremos también nosotros como la bofetada de una bestia de ojos venosos.
Los que, con mayor o menor convencimiento, hemos votado a Podemos, tenemos claro que el piernicorto jadea más sobre el tándem. Ha que levantarse al mínimo repecho y su silueta dolorida amenaza comicidad o pena.
Qué más da hoy. Si no podemos, aunque queramos, negar la sonrisa que nos sostiene el cuerpo, ¿para qué vamos a negarnos disfrutar el momento? Y, desde mañana, estaremos donde tengamos que estar.
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