El banco de un parque da para mucho. Para comerse un bocata, echarse una siesta -si no lo dificulta el llamado urbanismo defensivo-, tener una buena tertulia, con y sin cervezas, o una sesión de sexo.
Los que tenemos hijos solemos ya delimitar más la cosa: el banco de la zona infantil del parque. Allí, dicta la lógica, tenemos que tener los sentidos grapados a ese suspiro que corre de un lado al otro, se cae, pelea, ríe y trata de escapar.
Pero los que somos padres sabemos que a veces se nos va la cabeza a otro lado (lo justo para volver sobresaltados al instante). Este post larguísimo salió de algunas de esas reflexiones de parque.
Sobre el orden, el concepto de seguridad y el miedo pensados desde y sobre el parque infantil.
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