Mis primeros recuerdos sobre un mundial no contienen fútbol. El verano de 1982 cumplía cinco años y en mi cabeza borbotean imágenes de Naranjitos, Sport Billy y de un cierto ambiente difícilmente traducible en palabras.
Los recuerdos de la niñez se dividen en unos cuantos acontecimientos muy vívidos –quizá mil veces reelaborados, lo que da igual– y en ambientes, atmósferas indivisibles en hechos o frases. Reflejos de lo que tú eras en un lugar que sólo existió en tu mirada de niño y quizá nunca fue. Si me permiten ponerme estupendo.
Algo parecido me sucede con el referéndum de la OTAN cuatro años después. Del gran acontecimiento de la primera mitad de década –que mataba la década 1975-1986, en realidad– recuerdo pintadas, una conversación con mi padre viendo a Felipe González en la tele…y un ambiente efervescente que ya no tuvimos hasta, otro momento de flashazos y recuerdos ambientales, la huelga general del 14D. A 1986 volvemos en un par de párrafos.
Mi segundo recuerdo futbolístico tiene brisa de verano como música incidental. Un apartamento playero, con algunos de mis tíos, en no recuerdo qué localidad del levante español. El verano de 1984 cumplía siete años y aún no tenía demasiada afición por el fútbol. Una tele con, quizá, antena de cuernos, la puerta de la terraza abierta…y la cantada de Arconada. Y la cantada repetida una vez más. Las manos a la cabeza. Curiosamente, el primer recuerdo futbolístico de muchos amigos de mi generación es el España-Malta, en la clasificación de aquella Eurocopa que España perdió en la final contra los chicos de Platini. Yo de ese partido no recuerdo nada.
Aún debían quedar algunos días de colegio cuando, el verano que cumplía nueve, Butragueño le coló cuatro goles a Dinamarca en el mundial de 1986. Jugaban por la noche y mis padres no me dejaron ver el partido. “Mañana lo repiten” ¡Como si fuera lo mismo! Nada más levantarme mi padre me dijo –lo recuerdo como si fuera ayer–: “Hoy todos los niños querrán ser Butragueño en el patio”. Curiosamente, recuerdo haber visto el partido repetido y vivirlo como si, efectivamente, fuera la mismo.
Zico, Platiní, Matthaeus, Laudrup, Scifo, Schumacher, Butragueño, Sócrates, Rummenigge, Jean-Marie Pfaff, Baresi, Hugo Sánchez, Dasayev, Futre, FRANCESCOLI, MARADONA. El mundial de México como verano eterno en la memoria, sucedido en el lejano valle lunar donde, sienes adentro, ambientes y hechos dejan de disociarse en la memoria. En las fronteras de la verdadera niñez.
El verano en el que cumplía 12 años, aún niño, aún con el Diego, disfruté mucho con el mundial de fútbol. Pero esos recuerdos puedo, ya todos, describirlos con palabras.
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