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2018/07/17 19:47:29.067471 GMT+2

Los fachas del Valle

Los últimos días los medios de comunicación nos informaban de que unos centenares de franquistas habían acudido al Valle de los Caídos para protestar por la próxima exhumación de Franco. El valle no se toca, rezan sus pancartas y pegatinas. La escenificación, grotesca, es en el fondo un retablo revelador ¿Para qué sirven las caricaturas si no es para que reconozcamos la realidad? Esos fachas, con su careto de facha, su bandera fascista y su brazo en alto, no son los tipos que te encuentras en el portal –algunas veces sí– pero en ellos late ese fascismo tan toscamente reconocible que ha permeado todo.

En su victoria se cimenta el señor que habla en voz alta en el metro contra los trabajadores cuando se ponen en huelga; el comercial casposo de la oficina que no tiene reparos en hacernos saber su racismo, o el tendero que dice catalufos, panchitos o perroflautas. En su victoria se basa el hecho de que ellos tengan la voz pública y, en nombre de una educación mal entendida, nosotros callemos demasiadas veces.

Ellos, los del Valle, están en segundo plano, agazapados para coger su bandera y airear su gesto rabioso cuando sea necesario. La victoria que inspiraron flota entre nosotros ya, y por eso puede suceder que haya un dictador fascista en un mausoleo y que en el debate aparezcan conceptos como el coste o la importancia de la exhumación. Por eso dicen El valle no se toca, porque lo contrario es un poco como que todos, de repente, empecemos a enmendar la plana al señor que habla en voz alta en el metro contra los trabajadores en huelga.

Parece ser que el Valle de los Caídos se cae sin remisión. Irónicamente, su naturaleza colosal será la que haga doblar la rodilla, ante la propia Naturaleza, la de verdad, al mausoleo fascista. El granito del Guadarrama y los vientos del valle de Cuelgamuros agrietan los monstruos que abrazan la cruz, el agua deshace la roca y la montaña reclama lo que es suyo.

Algunos hace ya tiempo que aducen esta teoría alternativa para el Valle de los Caídos. Las opciones clásicas suelen ser mantenerlo como un lugar de memoria –que más bien quiere decir un lugar de vergüenza, para no olvidar– o dejarlo como está, a modo de JAJAJA lugar de reconciliación. Lo que algunos vienen diciendo últimamente es que se debería dejar abandonado hasta que sea comido por la naturaleza. Es esta una versión, entre poética y posibilista, de la más bella de todas las opciones posibles: su voladura pública.

Como soy persona más de palabra que de acción, la única vez que estuve, por curiosidad, en el Valle de los Caídos, lo más que hice fue pisar la tumba en de José Antonio disimuladamente. Ni un mal gapo. Por lo tanto, si hablara de una voladura televisada del monumento con sus acérrimos defensores encadenados a él en señal de solidaridad, no deberíais tomarlo en serio. Ya digo que son sólo palabras.

*Foto de (Javier SORIANO.AFP, tomada de https://www.naiz.eus)

 

Escrito por: eltransito.2018/07/17 19:47:29.067471 GMT+2
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