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2019/05/15 16:24:26.460060 GMT+2

La excitación continua

Hoy es fiesta en la ciudad que vivo –desafortunadamente no en la que trabajo–, es el octavo aniversario del 15M y un día más de la eterna campaña electoral en la que vivimos.

Al 15M le pusieron en Sol una placa conmemorativa, triste como un sepelio; se le sigue nombrando hasta el empacho y es el comodín de cualquier explicación sociológica para este país. Banal y relajado como la quinta hora de tanatorio, su esencia anda tan desperdigada que apenas huele ya.

Había aquellos días, y los que le siguieron durante algunos años, algo real en la excitación permanente. El ciclo de movilización dibujaba gráficas orgullosas como juncos de ribera, las respuestas llegaban antes que las llamadas de auxilio y la represión –esto no se fue– subrayaba la credibilidad del gesto airado.

Hoy la campaña me devuelve, a un lado y a otro, también un ambiente de excitación continua y obligatoria. Estamos invitados al entusiasmo y la mera sospecha de dar rienda suelta al impulso del descreimiento te convierte en egoísta, cínico o derrotista.

Decía Ricardo Mella algo así como que no le importaba que los trabajadores votaran o no, sino lo que hicieran los otros 364 días del año. El 15M iba un poco de eso, de hacer política en vez de consumirla. Pero el ciclo que comenzó con el movimiento sísmico del primer Podemos nos devolvió a la era del rock de estadio y a la gira constante de los partidos de todo signo. No todos los partidos políticos son iguales, pero definitivamente, todos nos piden que ocupemos nuestra localidad y aplaudamos entusiastamente.

Esto es un blog personal, no un medio de comunicación, lo que me permite instalarme en la subjetividad y en las sensaciones. No pretendo ofrecer una medida estandarizada de la distancia que media entre la viveza del momento político, desde un punto de vista colectivo, y la intensidad huera del aspaviento político. En mi caso no existe puente que salve la falla pero que cada cual calcule sus zancadas.

He comenzado a teclear varias veces, días atrás, el título Carmena, entre tú y yo hay algo personal, refiriéndome a las elecciones municipales de Madrid. En mi cabeza el apunte trata, en realidad, de asuntos colectivos, pero a algunos de ellos puedo ponerle nombres propios (Marcia, Luisa, Ángeles, Ramón).  También es personal porque yo no pienso votarla.

Lo he borrado todas las veces porque también hay algo tristón en la lucha ¿fratricida? de mensajes cruzados entre Más Madrid (el partido creado ex novo a mayor gloria de Manuela Carmena) y Madrid En Pie, que reúne las astillas de Ganemos, a Izquierda Unida y miembros de Anticapi. He decidido votar estas elecciones y lo haré por ellos, porque su concepción de ciudad es mucho más cercana a la mía que la que el Carmenismo practica y les reconozco mayor sinceridad en la idea de gobernar para transformar en lugar de, meramente, gestionar.

Sin embargo, no olvido tampoco sus análisis triunfalistas sobre la potencia del municipalismo democrático, ¿dónde está la preconizada alianza de ciudades rebeldes?, ¿dónde la revolución democrática, que no se les caía de la boca?, ¿dónde la desobediencia institucional? No les faltará razón al decir que la correlación de fuerzas de los segmentos transformadores es exigua dentro de los Ayuntamientos de 2015, pero, no es menos cierto que no faltaron quienes ya advirtieron de las dificultades de remover las cosas desde dentro del sistema y, aunque hoy se acuse a Podemos de imponer a Manuela Carmena como candidata, recuerdo bien que fuimos todos quienes convertimos a esa señora de mejor aura que ideas en icono intosible. Fuimos un poco todos los que aceptamos el pacto de meter a una señora del Régimen para sostener la hoja de lo que llamabais ventana de oportunidad y, mira tú, resulta que fue a través de ella que el Régimen se instaló en el vano, bloqueándolo.

Así que, esta mañana, cuando un amigo ha puesto en un chat  Feliz 15M me he acordado de cuando, años atrás, a esa felicitación seguían otras realmente entusiastas y orgullosas, rodeadas de signos de exclamación.

Perdonadme, hoy se me mezclan la tristeza, el astío y el mareo provocado por la intensidad sobreactuada en la campaña electoral. En las próximas elecciones votaré sin, previsiblemente, demasiados visos de celebración. Sin remordimientos por la tristeza tampoco

Coda: No sabía qué imagen utilizar para ilustrar el post y he incluido la de un arce de Montpellier. Esta mañana, M., una amiga de twitter a la que últimamente he puesto cara y que es de las de "lo que hacen los otros 364 días" escribía que tenía una planta en la cabeza para cada persona. Pregunté y me nombró arce de Monpellier, que "dan mogollón de sombra para poder tomar la calle en verano también y las hojas se ponen de tonos rojizos preciosos en otoño".

Además de la descripción maravillosa de M., resulta que este tipo de árbol tiene un "porte arbustivo", hojitas trilobuladas, y su madera se emplea en la construcción de instrumentos musicales. Pasa por ser la que se utilizó en el Cabayo de Troya, de La Iliada.

Me pareció mucho mejor que la cara de un candidato electoral, dónde va a parar.

 

Escrito por: eltransito.2019/05/15 16:24:26.460060 GMT+2
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