Inicio | Textos de Ortiz | Voces amigas

2021/05/05 20:13:49.428377 GMT+2

En todos los sitios, todos los días, siendo hogar

En los últimos tiempos me he encontrado dos veces al alcalde de Madrid, Rodríguez Almeida, cerca de casa. No era campaña electoral pero como si lo fuera. La primera vez estaba dando un paseo, rodeado de un séquito asesores y fotógrafos, por el mercado; la segunda, reunido en una plaza muy visible del barrio con una asociación de moteros. Esto lo descubrí después, porque en el momento mis habilidades de fisgón no consiguieron sortear el muro de cámaras de prensa y televisión (el asunto salió, al menos, donde Ana Rosa). Es un lugar común en la opinología política dar por hecho que los alcaldes suelen renovar su mandato al menos una vez porque es relativamente fácil dejarse ver aquí y contentar a grupos allá. Lo de Carmena en Madrid fue una extrañeza estadística, por ejemplo.

El poder genera resortes para la reproducción del propio poder y la propaganda diaria es parte del quehacer de los alcaldes en España (y más allá) desde siempre, pero el atributo se ha extendido en los últimos años a muchos otros cargos políticos y, aunque es un resorte que manejan todos los partidos que tocan pelo, a poco maleados que estén, el PP lo hace de forma primorosa. Ayuso, que no ha aprobado ley ni presupuesto alguno, es un buen ejemplo de ello y encima lo practica a escala nacional.

La caracterización de las mayorías electorales requiere de análisis muy finos, que contemplen múltiples factores y particularidades, para no caer en la caricatura. Si lo hiciera yo, no pasaría de garabato así que me limitaré a emborronar unas líneas sobre la idea que subyace en los párrafos de arriba: la capacidad para darse a conocer –parece poca cosa, pero no– y hacer llegar el mensaje político en el día a día.

Podemos nació sobre la senda de esta idea y para ello no dudó en utilizar las estructuras del enemigo (las tertulias de Intereconomía), del status quo (La Sexta) y sus propios medios de comunicación (La Tuerka). Y le fue bien, inéditamente bien, diría. Pero Saturno devora a sus hijos y, si bien el perro no come carne de perro, le sirve los despojos del resto de criaturas al punto a sus jefes. Los mismo programas que habían servido de lanzadera al partido se convirtieron en su picota y los nuevos medios de extrema derecha, mellizos malos de La Tuerka, en una infantería cuyas malas artes, dirigidas al partido, encontraban altavoz en los mass media

Para una fuerza política a la izquierda del status quo esta aventura tiene que encerrar algunas enseñanzas, sean cuales sean. A bote pronto, se me ocurre que a cierto nivel no se puede renunciar a estar en el prime time pero hay que cuidarse mucho de él porque es una parrilla incandescente sobre la que necesitas dar saltitos constantes sin que lo note el espectador; y que los medios alternativos propios son importantes pero aún no suficientes para llegar a mayorías amplias.

En un segundo momento, la enseñanza remite a la práctica propagandística y cercana del día a día de los cargos electos de la que hablaba al principio. Si ellos, a pesar de tener muchos menos problemas con los medios de comunicación de masas, siguen picando piedra cada día a través de sus agendas, es que es una fórmula probada. Claro está que no es lo mismo llevarlo a cabo desde los mecanismos económicos y clientelares del poder que desde fuera de este, pero creo que estar todos los días, en todos lados y siendo útiles a la gente debe ser una prioridad que hasta ahora no ha sido la primera por el permanente estado de campaña electoral en el que vivimos.

La necesidad de salir de la lógica de la campaña continua también obliga a, abrazados a la realidad, plantear proyectos más allá de la legislatura y de los partidos políticos. Esto no le gustará a ningún asesor político, me temo. Es más: este texto no interpela (solo) a los partidos de izquierda. Aunque hay, por supuesto, tejido asociativo, sindical o activista en casi todos los barrios y municipios de Madrid, diría que profundizar en el deber de abrirse a las calles, día a día, tiene que ser el horizonte permanente de estos. Más si cabe. 

No hay política sin organización, así sea sobre bases horizontales o no, cada cual a su gusto y según sus tradiciones. Idealmente cada colectivo debería, de forma independiente y sin supeditaciones, ensayar mecanismos de relación con otros colectivos para permitir la extensión de un bloque transformador diverso y arraigado en el territorio.

 Hablamos de prácticas que son en sí mismas  transformadoras de la realidad y a la izquierda (dicho sea esto en un sentido amplio) se nos da bien llevarlas a cabo. Prácticas que ayudan a prestigiar socialmente las nociones de fraternidad, de igualdad, de apoyo mutuo o de libertad bien entendida. Que posibilitan robustecer las condiciones materiales de supervivencia y superación de sus participantes y ayudan a crear referentes y asideros en una época en la que brotan súbitamente vacíos bajo nuestros pies…

...y crean el sustrato para que, además, esas mayorías sociales impulsen otros planos de la transformación social ocupados por organizaciones formales, como sindicatos y partidos políticos transformadores. Pero para esto, para que nos encontremos con diez colectivos trabajando juntos en la calle por cada político de ronda, tenemos que implicarnos muchos en la labor de estar todos los días, a todas horas, para todo el mundo. No es fácil pero es conveniente para nuestra salud.

Escrito por: eltransito.2021/05/05 20:13:49.428377 GMT+2
Etiquetas: | Permalink | Comentarios (0) | Referencias (0)

Comentar





Por favor responde a esta pregunta para añadir tu comentario
Color del caballo blanco de Santiago? (todo en minúsculas)