"De repente la Navidad era la época apropiada para sentirse indignado y los analistas de la derecha de todo el país crearon un clamor colectivo sobre cómo la élite progresista había arruinado la festividad preferida de todo el mundo con su infernal determinación por suprimir las inocentes tradiciones del buen cristianismo del americano medio.
La provocación fue la decisión de unas cuantas poblaciones y distritos escolares (como siempre, todos los ataques del Contragolpe se basaban en los mismos tres o cuatro ejemplos) de quitar los belenes de la entrada de los ayuntamientos y eliminar los villancicos en las fiestas de los colegios públicos. La respuesta fue un multitudinario ejercicio colectivo de manía persecutoria. Los locutores de radio se unieron a los columnistas de los periódicos y los líderes evangélicos, presentándose como humildes ciudadanos de a pie a los que aplastaba la bota del arrogante progresismo, del "fascismo cultural", de los "yijadistas de izquierdas que perseguían a Jesús", "los nazis progresistas antinavideños", los que creen que "Dios es el enemigo".
"Flagrante intolerancia religiosa", protestaba un columnista. Negación de "los derechos de la gente a practicar su religión en libertad", coincidía otro. "La auténtica libertad de credo para los cristianos está cada vez más amenazada", añadía un tercero. "Las organizaciones de izquierdas quieren llevar a cabo una agresiva refundación de Estados Unidos a imagen y semejanza de su credo ateo", opinaba Jerry Falwell. "Odian la idea de la Navidad con un profundo odio visceral", resumía Pat Buchanan"
Lo anterior es un fragmento de que he cogido prestado del muro de Amador Fernández Savater en Facebook de ¿Qué pasa con Kansas?: Cómo los ultraconservadores conquistaron el corazón de Estados Unidos, de Thomas Frank. Él mismo lo editó en España con Acuarela Libros. Hay sorprendentes similitudes con las críticas vertidas sobre la última cabalgata de Reyes Magos en Madrid ¿verdad?
[Ver totas las entradas sobre el libro en el blog de la editorial Acuarela]
La genealogía reciente de los reaccionarios comenzó en la segunda mitad del siglo XX con forma de reacción: la Nueva Derecha (o Neoliberalismo) nace en Estados Unidos contra el New Deal de Roosevelt y en Gran Bretaña contra el laborismo. Contra el Estado del Bienestar y la intervención del Estado en Economía. Durante los setenta se consagró una alianza con los Neoconservadores (neocons, equipados de una fuerte carga moral) para construir lo que luego hemos conocido como pensamiento único. El resto de la historia ya la conocemos: Reagan, Thatcher, y todo lo demás.
Frecuentemente, desde la izquierda nos vanagloriamos de cierta hegemonía cultural desde Mayo del 68 -también jaleada por los medios neocons- sin embargo, la construcción de dicho pensamiento único se cimentó a través de medios académicos y de comunicación. El resultado: la rápida aparición de una dominación cultural conservadora y de una conquista del sentido común, que es dominante precisamente porque casi nadie la nombra. Ya es lo que es.
En España, el liberalismo conservador se hizo fuerte en el PP a la vez que la generación de José María Aznar consiguió la hegemonía en el partido. Si bien las trazas franquistas siguen siendo indisimulables, ellos prefieren apelar a Cánovas del Castillo, el padre ideológico de todo liberal-conservador patrio. No deja de haber una sugerente continuidad histórica en que la derecha post transición, la del bipartidismo, busque construirse unas raíces en la mitad del espejo que es también reflejo histórico del Régimen actual: el de la Restauración.
El impulso neocon estadounidense del Tea Party encontró rápidamente eco en España. De igual manera que allí se asume cuál es el verdadero americanismo para volver a sus esencias, aquí se carga sin piedad contra la blandengue cultura progresista de la Transición y cogen vuelo las teorías llamadas revisionistas sobre la Guerra Civil de los Pio Moa y César Vidal. Los comités ciudadanos norteamericanos encontraron un reflejo débil en internet, en los ámbitos cibernéticos de Libertad Digital, Periodista Digital y una potente blogsfera facha que pilló con el pie cambiado a la izquierda del momento. La FAES de José María Aznar llegaría para institucionalizar y dar categoría de científico al pensamiento único liberal-conservador en su versión española.
De aquellos ensayos se nutrieron los posteriores canales de TDT que, aún hoy, sirven de punta de lanza bronca del pensamiento único conservador, y que han conseguido asaltar las cadenas generalistas y rebajar las cotas de pensamiento transformador en el ambiente. Han conseguido, pues, una influencia social mucho mayor de lo que sus presupuestos y audiencias deberían suponer, algo que repetiría a la izquierda, años después, el grupo de La Tuerka.
El pensamiento único configura una realidad también única, que viene de serie con la aseveración lógica de que ellos -sus políticas, su pensamiento- son los únicos realistas, en contraste con las políticas buenistas e ingenuas de la oposición. Y el buenismo es el caos, son ellos o el caos. Es la campechanía cargada de aparente sentido común de Esperanza Aguirre, por ejemplo. Su partido, como la versión Tea Party del Partido Republicano, es el partido de la gente corriente.
Bien. Es su estrategia, entonces...¿qué hacer?
Sabemos cómo actúan y cuán exitosas pueden ser sus estrategias de asalto y encastillamiento -la sociedad española es conservadora, tienen cosas que defender- ; viven hoy en un contexto de cierto hostigamiento al pensamiento reaccionario y sus armas han sido creadas, precisamente, desde la reacción ¡¿qué podemos hacer!?
Aquí mi modesta y titubeante propuesta: hay que ponerse muy serios con estos torbellinos viscerales suyos que atacan sobre aparentes nimiedades -un traje feo de Rey Mago o unos chistes en twitter-...descojonándose de ellos. Y cuando digo de ellos no me refiero de sus ocurrencias sino de sus personas.
De lo que se trata, en mi opinión, es de no renunciar a dar razones y explicar las cosas, pero tampoco caer en el error de que las ocurrencias que usan como afrentas pasen por asuntos de la importancia que el tono de sus soflamas (y nuestras explicaciones) denotan. Conseguir desenmascarar la estulticia de sus presupuestos para deshacer así la madeja del pensamiento único y del sentido común reaccionario que ha ido permeando durante los últimos años. Gritar que el rey está desnudo y conseguir señalar socialmente a sus voceros y representantes "Venga, papá ¿en serio estamos hablando de los trajes de los Reyes magos como si de un asunto de Estado se tratara? ¿Cuántas veces hemos visto en casa la cabalgata?" -Sitúe aquí también una breve explicación sobre las causas y motivaciones de los cambios-
Podríamos dejarlo estar hasta que se cansen, pero la experiencia nos dice que no se cansan nunca y que, como son élite y controlan medios de comunicación, pueden hacer ingresar, por la vía de la repetición machacona, su pensamiento en la visión cotidiana de la realidad. Podemos enzarzarnos en largos debates, pero son maestros en dotar, a través de ellos, de valor e importancia aspectos menores en nuestras vidas (consiguieron hacerlo con abstracciones financieras para todo un planeta). Lo que yo propongo ante estas guerras culturales de baja estofa es practicar la secuencia explicar-carcajear...pasar a otra cosa.
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