Miguel conduce a un grupo. Está guiándoles por la arquitectura en ladrillo y popular del barrio de Tetuán y la ruta concluye en el viejo fielato de la calle de Villaamil. Cuando llegan encuentran un solar. El pequeño y viejo fielato -que pertenecía al Ayuntamiento de Madrid- ha sido demolido.
Los fielatos (puestos de entrada a las poblaciones donde se cobraban los impuestos de consumo de las mercancías) representan como pocas edificaciones el pasado periférico de los barrios obreros, como Tetuán. Muy conocido es el que hubo en tiempos en Cuatro Caminos, que describiera magistralmente Blasco Ibáñez en La Horda. El de la calle Villaamil servía para tasar el tránsito de mercancías proveniente del pueblo de Peñagrande, de El Pardo y de otros lugares. Aquí luego vendían su mercancía en el mercado informal que se formaba o seguían su camino hacia Madrid. Y es ese tránsito el que, en buena medida, dibuja los barrios que se van formando como arrabales en las carreteras de entrada a la ciudad.
Una arquitectura modesta -una casa baja con portón y una vieja placa- que, pese a no estar construida en materiales nobles y tener formas elegantes, era un lugar de enganche con la memoria del barrio para los viejos vecinos. Todos conocían su significado y a quienes aquí hemos llegado nuevos nos lo han contado. Más allá del desprecio por la historia de las clases populares (probad a visitar cualquier "museo de la ciudad" y buscar su rastro) a lo que asistimos es a un expolio de los lugares de memoria que nos cosen a nuestros orígenes. En su lugar repueblan con barrio-no-lugar, perfectos para albergar barrio- no-político. Tramoya para la amnesia y la ilusoria clase media
Os dejo con el principio de La Horda. Prosa magistral camino del fielato de Cuatro Caminos.
P.S: tiempo después me he enterado de que el fielato pertenecía ahora al Ministerio de Economía
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