2011/02/12 16:32:41.170000 GMT+1
Una inmensa alegría
Fiesta en la plaza Tahrir tras el anuncio de la dimisión del presidente egipcio Hosni Mubarak. 11 de febrero de 2011.
Fotografía: Reuters/Dylan Martinez.
Hoy nadie puede dar lecciones a los rebeldes egipcios. Que se callen los cínicos, los agoreros que piensan que todo está siempre atado y bien atado, los expertos que nada previeron y los turistas que solo querían ver monumentos. La multitud egipcia nos ha desbordado a todos. Desde Hosni Mubarak al mismísimo Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas, ese que acaba de tomar las riendas del Estado, que no del poder, que de momento continúa en la calle. Pasando por los gobiernos occidentales, cuyas declaraciones suenan tan huecas y oportunistas como las del depuesto presidente. Y sus rostros, igual de acartonados.
Que se callen los aguafiestas, los vendedores de resignación que desean que venga la resaca cuanto antes. Es la hora de la celebración, del júbilo, de la algarabía. De recobrar una autoestima que había sido pisoteada. De compartir con el resto del mundo, no sólo con los hermanos árabes.
Egipto no cabía en una plaza. Y así fue. En los últimos días los egipcios salieron a las calles en Alejandría, Damanhour, Mansoura, Suez y Port Said. Pero la exigencia de un cambio también se extendió a las ciudades sureñas de Assiut, Luxor, Aswan, y a lugares donde nunca irán los periodistas, como el oasis de al-Kharga, a 500 kilómetros al suroeste de El Cairo, donde arrasaron la comisaría y las instalaciones del gobierno. En los últimos días se sucedieron las huelgas y protestas en los centros de trabajo: desde los trabajadores textiles de Kafr al-Dawwar, Helwan y Mahalla - como en 2008- a los trabajadores de la Autoridad del Canal de Suez, uniéndose a los jóvenes precarios y sin empleo. La punta de un iceberg que se venía formando desde hacía años. Algunas estimaciones elevan a dos millones el número de trabajadores egipcios que llegaron a participar en más de tres mil acciones colectivas, un 40% de ellas en el sector privado. La libertad sólo es posible desde lo común, desde aquello que hace posible una vida digna. Y las vidas de los egipcios se han transformado en estos días de euforia.
Harían bien en medir mejor sus palabras quienes, como el célebre empleado de Google Wael Ghonim, hablan con muy poca fortuna de "misión cumplida" y piden que los egipcios vuelvan a trabajar para "desarrollar el país". En la misma línea, el escritor Alaa El Aswany afirmó que "la gente que está en la calle no hace política, sólo quieren liberar a su país." Pero si Tahrir representa el principio de algo es porque los egipcios decidieron ocupar el espacio público y desde allí apropiarse de la política. Su alegría es una alegría constituyente.
Escrito por: Samuel.2011/02/12 16:32:41.170000 GMT+1
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Escrito por: alberto ARCE.2011/02/13 12:20:47.072000 GMT+1
Por supuesto que "el debate sobre el cambio de régimen es legítimo". ¡Es imprescindible! Ahora es cuando comienza lo más difícil: cómo dar forma política a una insurrección democrática y evitar su bloqueo por una maquinaria estatal que se vuelve más sofisticada. Representa un problema (teórico y práctico) de primera magnitud. Sobre todo porque es ahora cuando van a aflorar no pocas diferencias: quienes desean continuar hasta derribar a la cúpula militar, los que se conforma con la caída de Mubarak y reclaman un "retour à la normale", unos Hermanos Musulmanes que aspiran a cumplir un papel similar al del PCE durante la transición española, etc.
Lo que rechazo es que ese debate se plantee sobre la base del desprecio de la acción (o defección) ciudadana colectiva. Ese falso realismo -que hoy en día encontramos fundamentalmente en Europa, por cierto- que consiste en decir "¿para qué hacer nada si todo va a seguir igual?", que piensa que todo sucede porque se decide arriba y que al final sólo sirve como veneno paralizante.
Una lección -entre tantas- de las experiencias tunecina y egipcia, y que contradice todas las teorías conspiratorias, es que el poder siempre es más reactivo que proactivo. La acción política, o la política simplemente, no se acaba con la caída de un presidente. Nuestra percepción está demasiado sobredeterminada por unos medios que enseguida quieren pasar página. Veamos qué pasa ahora, e intentemos colaborar.
Un fuerte abrazo.
Escrito por: Samuel.2011/02/13 13:27:5.357000 GMT+1
www.javierortiz.net/voz/samuel
Seguimos sin enterarnos en occidente. Escuché la misma cancion cuando el campamento en Marruecos. Queremos que ellos hagan la revolución que nosotros tenemos en la cabeza. Asi que unos por la derecha, ¡ que vienen los musulmanes! y otros por la izquierda .¡Hay que seguir hasta liberar Palestina!, queremos injerir en SU revolución tanto como cualquier gobierno que denostamos,
Partamos de que esta revolución es SUYA, legítima, y a la antigua usanza, no es la oposición quien instiga, no son los grupos politicos reconocidos: es el pueblo, sin que se le esperara, sin venir a cuento y de repente quien toma la plaza y decide que "aquí y ahora". (Quien tenga hijos adolescentes les sonara esta frase).El 60% de este pueblo tiene menos de 40 años y son los que se conectan, se miran a travez de la red, se reconocen y se unen. Todos los analistas coinciden en que todo empezó en Tunez, permitanme decir que en mi mas humilde y aislada opinion, la primera gota cayo en el desierto del Sáhara en aquel improvisado campamento que floreció de la noche a la mañana y que sorprendió a todos, en primer lugar a los "reconocidos grupos politicos". Me temo sres. que esto es otra cosa y que aunque no queramos reconocerlo a estos "grupos" y a occidente nos nos queda otra que añadirnos y AYUDAR, escuchando sin prejuicios o retirarnos al patio de butacas y aplaudir.
Gracias quilombo por tu artículo, me uno a tu júbilo.
Escrito por: flamboyan.2011/02/14 13:25:54.509000 GMT+1