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2007/11/27 12:20:10.338000 GMT+1

Sandaga

El Plateau de Dakar, centro administrativo de la ciudad, fue escenario la semana pasada de una revuelta inusual, por su violencia y por sus protagonistas: los bana-bana (vendedores ambulantes) del mercado de Sandaga se enfrentaron con la policía senegalesa, después de haber bloqueado las calles con neumáticos en llamas. La batalla campal pronto se extendió al barrio popular de la Medina, donde jóvenes indignados incendiaron coches oficiales y atacaron con piedras las oficinas del alcalde, mientras la policía intervino con porrazos y gases lacrimógenos.

Foto: AFP
La causa de estas protestas se encuentra en la decisión del presidente Abdoulaye Wade de prohibir la venta callejera en el Plateau, en un contexto de incremento de los precios de los productos básicos y por tanto del coste de la vida, que motivó el mismo día otra manifestación de los sindicatos senegaleses. El octogenario presidente pretende renovar la imagen del centro administrativo de Dakar, donde se encuentran las instituciones del Estado, los principales hoteles, las embajadas y las sedes de organismos internacionales. Además, se están realizando importantes obras de infraestructura con vistas a la cumbre de la Organización de la Conferencia Islámica que tendrá lugar en marzo de 2008.

Una de los argumentos empleados para justificar la restricción del comercio callejero es la descongestión de las principales vías de la ciudad. En torno a Sandaga, los puestos de venta invaden literalmente las calles. Esto, unido al gentío que se agolpa para hacer sus compras, dificulta notablemente el tráfico, que en Dakar es predominantemente colectivo: taxis y car rapides (los vistosos autobuses locales). Sin embargo, la restricción del comercio ambulante puede representar una medida políticamente arriesgada, teniendo en cuenta que buena parte de los habitantes de Dakar dependen del comercio informal, en sus infinitas modalidades, para obtener su ingreso diario, la "d.q." (dépense quotidienne), el necesario xaalis (dinero).

Situado en la confluencia de dos importantes avenidas, Lamine Gueye y Emile Badiane, Sandaga es una especie de zoco caótico que ha desbordado el edificio de estilo neosudanés que alberga el mercado propiamente dicho. En él se puede encontrar de todo, en un desorden aparente y colorido: hombres y mujeres (muchas mujeres), sastres que ultiman sus boubous junto a puestos con pescado seco, verdura, mangos y nueces de cola, vendedores ambulantes de CD que ignoran las campañas antipiratería de Youssou N'Dour, recicladores de latas de cerveza o de salsa de tomate con las que recubren bandejas y baúles, vendedores de artesanía (artesanos, pocos), vendedores de libros para la escuela, de coranes, de leche de coco, de babuchas...Pero no sólo hay comerciantes, bana-bana o baol-baol (comerciantes proveniente de la región homónima, Baol). En torno al mercado se multiplican los petit boulots ("pequeños curros"), desde curanderos hasta quienes alquilan sillas por un precio siempre negociable, pasando por los inevitables carteristas.

Pasear por Sandaga es una prueba de fuego para cualquier visitante  toubab (un blanco). El acoso inmisericorde de los vendedores ambulantes, generalizado en Dakar, se multiplica en Sandaga hasta la extenuación. Ya en otras partes del centro de la ciudad resulta difícil dar un solo paso sin que te aparezca uno, dos, tres e incluso más de diez bana-bana que tratan de venderte cualquier cosa, desde las típicas artesanías, a toallas, pasando por electrodomésticos, teléfonos móviles, etc, y que no aceptan un "no" por respuesta. Hay momentos en que pueden llegar a ser realmente agobiantes, y si en un principio uno puede verse tentado a hablar con todos y cada uno de los abnegados comerciantes, en parte por cortesía (¿cómo no responder a un sonriente bonjour?), en parte por mala conciencia, lo habitual es acabar esquivando la mirada, y dando la callada por respuesta. Curiosamente, cuando te estableces en la ciudad, a las pocas semanas desaparece el acoso, aunque sigan queriendo venderte todo tipo de mercancías. Supongo que es entonces cuando dejas de ser visto como un turista.


Viñeta del gran dibujante Mohiss, en la que caricaturiza las tribulaciones de un turista europeo en Senegal.

Este caos es, como digo, aparente. Detrás de una presunta desorganización se ocultan complejas redes económicas y sociales (imposible disociar ambas dimensiones en África), redes que a menudo traspasan fronteras. Buena parte de estos vendedores ambulantes, tanto los de Senegal como los que vemos en España, Italia, o Nueva York, forman parte de la cofradía musulmana sufí de los muridas, seguidores de Cheikh Amadou Bamba, muerto en 1927, y enterrado en Touba, convertida en ciudad santa del muridismo y que goza de una autonomía especial.

Las cofradías sufíes tienen un peso político y económico fundamental en Senegal. El 40 % de la población en Senegal se adscribe a la cofradía murida, y los porcentajes son aún más altos en la diáspora senegalesa. La imagen de Amadou Bamba es omnipresente en el país. El ideario murida enfatiza la importancia del trabajo, la confianza en uno mismo, y la solidaridad, de ahí que sus seguidores prefieran el comercio ambulante a la dependencia del trabajo asalariado. Lo cual no impide otras servidumbres, como las relaciones de dependencia personal con los marabouts (jefes religiosos), institución que tiene un peso importante sobre todo en la cultura wolof.

De momento, las autoridades senegalesas parecen haber cedido, permitiendo a los vendedores ambulantes volver a la vía pública, al menos hasta la fiesta de la Tabaski (el Aid-el-Kebir del Islam). En un reflejo que hace honor a las pretensiones jacobinas del Estado senegalés, parece que ahora el objetivo es regular el comercio callejero asignando días y horarios determinados, tarea díficilmente controlable.

Queda por saber si hemos asistido a un chispazo aislado o al comienzo de tensiones crecientes entre el presidente Abdoulaye Wade y cada vez más amplios sectores de la población.  El africanista Ferrán Iniesta ha escrito reiteradamente que el grado de legitimación de los gobiernos y de los estados en África negra suele ser inversamente proporcional a su intervencionismo interno en materia fiscal o en lo que afecta a las fuentes de ingreso de la población. ¿Lo tendrá en cuenta Wade?.

Escrito por: Samuel.2007/11/27 12:20:10.338000 GMT+1
Etiquetas: baol-baol economia-informal bana-bana áfrica comercio senegal muridas dakar wade | Permalink | Comentarios (0) | Referencias (0)

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