2011/11/05 19:24:22.526000 GMT+1
Sacrificio
"Señor (....) Te daré cuanto poseo. Renunciaré a mi querida familia. Destruiré mi casa (...) Renunciaré a todo lo que me ata a la vida si Tú haces que las cosas vuelvan a ser como antes (...) ¡Líbrame de este horrible y repugnante miedo animal!"
Así imploraba Alexander, interpretado por Erland Josephson, a su Dios, en un momento culminante de la maravillosa película Sacrificio (1986), de Andréi Tarkovski. Frente al terror absoluto de una inminente guerra nuclear, Alexander se ofrecía en sacrificio en un intento desesperado por conjurar el fatal destino. Afortunadamente la guerra nuclear no se produjo, ni en la película ni a este lado de la realidad. Para el cristiano Tarkovski, con su entrega Alexander renovaba su vínculo con la vida y el pacto con lo más íntimo de su ser. La suya es una elección ética que rompe con lo que los demás esperan de uno. Recuperaba así su integridad moral en un mundo dividido entre el materialismo estatalista soviético y el consumismo capitalista occidental. Tarkovski no veía posible una ética materialista, una alegría hedonista que no girase en torno al consumo y posesión de las cosas.
Alexander se sacrifica por miedo, pero también por amor. Ahí radica toda la ambigüedad de su acción. Tarkovski reconoce que otras interpretaciones son posibles. Así, por miedo podemos llegar a renunciar a la vida, a los otros, sin que ello suponga un acto creativo, de amor. El sacrificio puede no ser una opción personal, sino una imposición. Por ejemplo, el que exige el poder. Y puede basarse en una vana ilusión. ¡Que todo vuelva a ser como antes!. Pero las cosas nunca vuelven a ser como antes, salvo en los sueños y en nuestra engañosa memoria.
Escrito por: Samuel.2011/11/05 19:24:22.526000 GMT+1
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Escrito por: jesus cutillas.2011/11/10 11:03:58.970000 GMT+1