Dos profesionales del politiqueo, ex ministros del Interior para más señas y candidatos a escapar en helicóptero de la Moncloa de aquí al 2015, interpretaron la noche del lunes su papel, sin mucho convencimiento, ante el eterno Manuel Campo Vidal. Los datos de audiencia son un espejismo: la sociedad del espectáculo televisivo también está en crisis. Las intervenciones de la doble R y los comentarios de los supuestos periodistas -cómodos en su función de empleados de gabinetes de prensa de los partidos- parecían salidos de otra época. Para estas lumbreras, todo lo que estamos viviendo se reduce a un mero problema de creación de empleo y de cómo aportar crédito a las pequeñas y medianas empresas, reduciendo además el gasto público para generar confianza entre quienes detraen dinero de todos. Se trata de "hacer lo mismo que en 1996", en palabras de Javier Arenas. O lo mismo que en los años ochenta, según los felipistas nostálgicos. La secuencia volvió a repetirse anoche con actores secundarios de cinco grupos parlamentarios (con la honrosa excepción de determinados momentos de la intervención de Gaspar Llamazares) y la emisión enlatada de vídeos de los partidos del grupo mixto.
La precipitada campaña electoral, y la consiguiente propaganda televisiva, sirvió al inconfesado "gobierno de unidad nacional", que surgió en la práctica con el pacto de la reforma constitucional, para retomar la iniciativa perdida con el 15M. Por eso en el primer debate los movimientos ciudadanos no recibieron ni una sola mención.
Durante varios meses, especialmente entre mayo y julio, nos sumergimos en un formidable ejercicio de experimentación política que perdura y que se ha extendido, aunque lógicamente sin la misma intensidad callejera. No sólo ha habido audacia en la práctica, también en el pensamiento: los ciudadanos comenzaron a cuestionar, con mayor o menor fortuna, las narrativas oficiales sobre la economía y sobre el mismo sistema político. La energía ciudadana pilló a políticos, sindicalistas y periodistas a contrapié. Tuvieron que hablar, a regañadientes, de dación en pago, de desahucios, de espacios públicos, de democracia real, del apoyo dado a los bancos, de acceso al conocimiento, etc. La crisis económica ya no se limitaba a las cifras del paro, y en la red y en las plazas se debatió sobre el sentido del trabajo, sobre deuda, sobre bienes comunes, sobre renta básica, sobre el impacto ecológico de la burbuja inmobilario-financiera. A gente que antes se encontraba "fuera de lugar" de pronto se les empezó a escuchar. Nada de todo ello podía inspirar mucha confianza en los mercados ni en sus intermediarios políticos.
El pacto de reforma de la Constitución, la aprobación de fuertes medidas de recorte de servicios básicos en los ayuntamientos y en las comunidades autónomas, y finalmente la convocatoria de elecciones generales, pretendieron cortocircuitar esta deriva insurrecta. De nuevo volvieron a prometer "más empleos", aunque sea forzado por la degradación social o en condiciones miserables de explotación y precariedad; de nuevo insistieron en que todo se reduce a una mejor "gestión" de nuestro herrumbrento sistema político (del estatal, Europa no existe para ellos); de nuevo reclamaron que los bancos vuelvan a hacer negocio dando más crédito, omitiendo las relaciones de poder que ocultan las finanzas y la moneda. En fin, de nuevo omitieron la crisis ecológica, que solo se cita de pasada para dar un barniz verde a viejas propuestas. Es decir, el bloque de poder neoliberal (partidos, Estado, corporaciones, bancos, etc.) volvía a marcar la agenda mediante la herramienta financiera, y a determinar unilateralmente cuál es el sentido común, ese que tanto menciona Rajoy y que suele reducirse a una falacia: hay que trabajar más. Ahora todos debemos posicionarnos sucesivamente ante cada nueva medida de ajuste y de reforma (nunca se aprobarán todas de golpe, de eso se trata), cada nueva cifra del paro, cada nueva declaración del político de turno. La "vieja política", incluyendo la política defensiva de izquierdas, la que siempre estuvo más cómoda con mucha retórica obrerista y poca ilusión, se resiste a morir.
Este constatación, que apuntala la próxima victoria del Partido Popular, probablemente por mayoría absoluta, obliga a los movimientos a pensar, por un lado, su relación con el voto, y, por otro, el escenario post-20N. Los ciudadanos estarán indignados, pero muchos canalizan su indignación dentro del marco conceptual del sistema que la genera. Por ello pienso que la dialéctica voto o abstención conduce a discusiones estériles sobre posiciones de principio abstractas y sobredimensiona el factor institucional. No es que no sea importante, sino que es la democracia in progress de los movimientos la que debe determinar aquél -sobre la base de un serio cuestionamiento de la representación- y no al revés. Una iniciativa como la de #AritmÉtica20N , con todos los peros que se le quieran poner, tiene la sana virtud de no entrar en ese juego dialéctico y, en lugar de limitarse a llorar por una reforma electoral que no se va a producir, utiliza el sistema electoral vigente con un fin estratégico claro: poner granos de arena en el engranaje parlamentario bipartidista mediante el voto "útil" a partidos minoritarios según la circunscripción. Esto es solo un ejemplo de cómo salirse por la tangente, teniendo siempre presente que las urgencias y compromisos del corto plazo requieren acciones diferentes a la paciente construcción del medio y largo plazo. De nosotros depende poner las condiciones, crear la agenda y el lenguaje de la nueva política.
Comentarios
No sé, es como no atreverse a incidir en el Nonosrepresentan o el Le llaman democracia y no lo es y disfrazarlo de de audacia
Escrito por: Luis.2011/11/10 20:24:15.641000 GMT+1
http://eltransito.me/
Ya avancé que tengo peros que ponerle a la campaña. Por ejemplo, que se excluya a CIU como alternativa (por su apoyo al bipartidismo estatal y a la ley Sinde) y en cambio se acepte a partidos como Coalición Canaria, que sale como primera alternativa en las dos provincias canarias (la otra alternativa es la que me gustaría que se llevara el voto). Y es cierto que luego en otras aparece como principal alternativa UPyD. Todo eso es cierto.
La iniciativa va dirigida principalmente a los abstencionistas y a quienes promueven el voto nulo o en blanco. Bueno, por qué no, tampoco les demoniza, simplemente propone otra estrategia, partiendo de lo que hay. Una estrategia que pone al descubierto algunas cosas. Primero, que partidos como IU también juegan con el voto útil y unitario, cuando les conviene (consecuencia inevitable de la lógica representativa). Segundo, reconoce que votar no significa identificarse con. Esto ya ocurre habitualmente: es más, es lo que explica la victoria del PSOE en 2004 y lo que en dicho partido se ve que no acabaron de entender. Entonces mucha gente votó al PSOE, tapándose la nariz como suele decir, porque en realidad votó contra cuatro años más de Partido Popular. Ahora ya no cuela.
Probablemente la campaña se quede en tuiteo de un día. Pero al menos expresa una forma diferente de razonar las cosas.
Saludos.
Escrito por: Samuel.2011/11/10 21:56:40.599000 GMT+1
www.javierortiz.net/voz/samuel
Escrito por: Luis.2011/11/11 19:45:29.674000 GMT+1
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