En junio de 1968 Pier Paolo Pasolini publicó una poesía en el diario L’Espresso que pronto se volvió célebre por sus críticas a los estudiantes que se enfrentaban en las calles a la policía.
“¡Cuando ayer en Valle Giulia se pegaron
con los policías, Yo simpatizaba con los policías!
Porque los policías son los hijos de los pobres.
Vienen de suburbios, sean rurales o urbanos. ”
(…)
“En Valle Giulia, ayer, tuvo lugar un fragmento
de lucha de clases: y ustedes, amigos (si bien de la parte
de la razón) eran los ricos.”
Entonces, muchos en la izquierda institucional se aferraron a palabras como éstas para minusvalorar la rebelión y para caracterizar al movimiento estudiantil (que rechazaban tanto al Estado como el papel que jugaba la izquierda oficial de entonces, en Italia el PCI) de “pequeño burgués”. Sin embargo, Pasolini luego aclaró en otro texto que aquellos versos eran irónicos, una manera de provocar y hacer que los estudiantes reflexionaran sobre su propia condición social. Lo explicaba así:
“Para un joven de hoy la cosa se presenta distinta. Para él es mucho más difícil mirar a la burguesía objetivamente a través de la mirada de otra clase social. Porque la burguesía está triunfando, está volviendo burgueses a los obreros, por una parte, y a los campesinos ex coloniales, por la otra. En suma, a través del neocapitalismo, la burguesía se está convirtiendo en la condición humana. Quien ha nacido en esta entropía no puede, de ninguna manera, estar fuera. Todo ha acabado. Por eso provoco a los jóvenes, ellos son, presumiblemente, la última generación que ve a los obreros y a los campesinos: la próxima generación no verá a su alrededor más que la entropía burguesa.”
Lo que Pasolini intuía, aunque lo expresara con esos términos, era el pasaje del obrero masa industrial a la constitución de un nuevo proletariado (concepto que incluye a todos aquellos cuyo trabajo está explotado por el capital), mientras la producción comenzaba a extenderse más allá de las fábricas para abarcar al conjunto de la sociedad, un proceso que luego se aceleró con la informatización e internet. Muchos de los estudiantes eran hijos de obreros: para ellos la educación pública, y concretamente la educación superior, era una manera de que sus hijos escaparan de la condición obrera y de la dura disciplina fabril.
* * *
Cuatro décadas después, a casi nadie se le ocurriría realizar la misma crítica -sobre todo si se hace en serio- con los estudiantes ingleses que en estos días se enfrentan a la policía por el incremento de las tarifas y los recortes sociales. Los policías son trabajadores (y los estudiantes se lo recuerdan gritándoles “¡tu empleo es el siguiente!”), pero ello no impide constatar qué representan y cuál es la misión que están desempeñando.
Sin embargo, a propósito de la controversia sobre la deserción de los controladores aéreos, mucha gente continúa expresándose como si las décadas de los sesenta y setenta del pasado siglo (¡por no hablar de los ochenta y los noventa!) jamás hubieran existido. Los hay que no terminan de asumir las transformaciones del trabajo y de las relaciones de producción que comenzaban en la época en que Pasolini hacía esa amarga constatación. Ni siquiera intentan entenderlas -ardua tarea- para pensar y actuar políticamente en consecuencia. Qué duda cabe de que el nivel de ingresos y los hábitos de consumo marcan fuertes diferencias sociales, pero no son definitorios per se de lo que constituyen las clases en el capitalismo contemporáneo, en el que –como afirmaba Pasolini- ya no es posible situarse “afuera” con respecto al capital, ni tampoco constituyen un criterio que nos indique un antagonismo que pueda llegar a ser liberador.
Así, ayer presenciamos el triste espectáculo de una izquierda parlamentaria que ha declarado una nueva capitulación intelectual. Mal se puede criticar el estado de alarma y la gestión militar de un servicio público si al mismo tiempo se condena a un colectivo de trabajadores, por reducido y acomodado que sea, por haber desertado de sus puestos de trabajo. Al hacerlo sancionan la desigualdad de la relación salarial y la violencia estructural inherente a la misma, que en momentos de alta conflictividad vemos que puede derivar en una coacción abierta y hasta militarizada. Todo con tal de asegurar un trabajo continuado, imprescindible para el funcionamiento de la fábrica social. No olvidemos que la huelga, antes de convertirse en un derecho reglamentado, fue rechazo al trabajo industrial y deserción. Las contundentes medidas del gobierno no son desproporcionadas: son proporcionales a la amenaza que ese tipo de acciones representan para el Estado en la fase de inestabilidad política y social en la que nos adentramos como consecuencia de los ajustes.
Tampoco me parece suficiente que nos centremos únicamente en las medidas de excepción para no responder a la ira popular, e ignoremos la acción coordinada de los controladores, aunque el gobierno haya podido preverla y usarla en provecho propio. Ayer José Luis Rodríguez Zapatero tuvo razón al menos en un punto: "lo que se juzga hoy no es un conflicto laboral, es la desobediencia". En estos días los militares son los garantes de esa obediencia en las torres de control, velan por la obligación de trabajar, que también se manifiesta cuando se eliminan los subsidios por desempleo o se condicionan a la aceptación de cualquier empleo, aunque sea en peores condiciones (consecuencia perversa del reclamo del pleno empleo). La fiscalía amenaza a los escarmentados desobedientes con duras penas de cárcel. Ningún partido del hemiciclo se refirió a esta dura medida represiva. Cuando denuncia la “abierta rebeldía contra el Estado de derecho”, Zapatero está adaptando la retórica antiterrorista a los nuevos tiempos revueltos. Al fin y al cabo, fue bajo la presidencia española de la Unión Europea que se aprobó la “estrategia interna de seguridad” de la Unión, que incluye iniciativas como la prevención y anticipación de la radicalización. La descomposición del llamado “modelo social europeo” requiere el control policial de los cada vez más numerosos descontentos y España pretende situarse a la vanguardia en esta materia.
* * *
Por esta razón, considero las reacciones a lo sucedido durante los días 3 y 4 de diciembre como una piedra de toque de la oposición a la deriva neoliberal en España. En lugar de criticar la coacción laboral, la izquierda institucional ha preferido situarse en el terreno puramente representativo, privilegiando el espacio electoral. Desde este punto de vista, los controladores aéreos no son como los trabajadores que dicen representar. Pero la representación de los trabajadores –sobre todo si continúa basada en las categorías nacidas en el siglo XIX– requiere una reafirmación constante tanto de la relación de trabajo dependiente que está en la base del capitalismo que supuestamente se quiere superar, como de la identidad, en tanto que “trabajador”, que es producto de aquélla. Lo cual nos lleva a un callejón sin salida.
Elección tras elección, podremos seguir haciendo análisis postelectorales sobre las injusticias del sistema electoral (cuando no se consigue la representación deseada), sobre la manipulación de los medios de comunicación (cuando no te hacen caso o te atacan), cálculos matemáticos que revelan las carencias del sistema representativo (en la derrota), pero antes tendremos que asumir de una vez por todas una cuestión fundamental: que los diferentes partidos y sindicatos han perdido la capacidad de problematizar lo que sucede en la sociedad y de politizar los problemas reales. Al limitarse a la gestión y a la defensa de lo existente, así como a la reivindicación de una identidad como “izquierda” que termina por convertirse en pura retórica, han cedido la iniciativa a las fuerzas más reaccionarias. Luego es muy fácil echar balones fuera y denunciar el “aborregamiento” de los ciudadanos. En cambio, son los movimientos de todo tipo, situados al margen de la política representativa, los que en los últimos años han introducido nuevos temas, nuevas miradas y nuevos sujetos: sobre la vivienda, sobre la educación, sobre la pobreza, sobre la sexualidad, sobre el paro, sobre la ecología, sobre los comunes en la era digital, etc. Desafortunadamente, se ha perdido mucho tiempo discutiendo su homologación con una predeterminada identidad “de izquierdas”, que en la práctica suele consistir en la compatibilidad con las aspiraciones electorales de los partidos.
No pretendo despreciar la importancia de las elecciones, ni contraponer sin más partidos y movimientos, sino exponer problemáticas que los atraviesan a todos y que son principalmente subjetivas y de largo plazo. Amador Fernández-Savater, en un lúcido artículo acerca de la crisis, afirma que “todos sabemos lo que pasa, lo que no sabemos es qué hacer con ello.” Pero tal vez no sepamos tanto ni del mismo modo. La verdad se construye colectivamente, forma parte de la batalla política y de un entrenamiento ciudadano. En relación con esto, el autor añade:
“los dispositivos de poder mantienen el monopolio de la construcción de realidad: definir lo posible y lo imposible, el sentido y el ruido, lo real y lo irreal, lo sensato y lo insensato. Ellos están presentes, porque nosotros estamos ausentes. Ausentes por una combinación de miedo, impotencia e indiferencia. ¿Cómo salir de la muerte política? ¿Cómo hacernos presentes? ¿Cómo despertar colectivamente? Es la pregunta por la acción política hoy.”
La respuesta a estas preguntas representa una tarea mucho más urgente
que la espera de la convocatoria de la lucha final en forma de huelga general. Una de las explicaciones de la ausencia de la que habla Amador es la dispersión de los vínculos humanos, algo que tiene evidentes consecuencias políticas. Pero además de los sentimientos de miedo e impotencia, hay también mucha rabia e
indignación. Será necesario exorcizar el miedo y transformar esta indignación en algo productivo,
liberador y alegre si no queremos conformarnos con el abismo.
Comentarios
Escrito por: jesus cutillas.2010/12/10 16:41:56.335000 GMT+1
Escrito por: Luis.2010/12/10 16:59:55.138000 GMT+1
http://eltransito.me/
Luis, me parece que poner orden al batiburrillo de ideas que nos vienen a la cabeza está bien. Es lo que trato de hacer también con este blog. Sobre los medios de comunicación, creo que hay que ejercitar continuamente el espíritu crítico (sean medios corporativos o alternativos), el problema es que hoy día la avalancha de datos y de información es sencillamente abrumadora. Pero como indicas, la omnipresente condena de los controladores se ha resquebrajado gracias a sus propias voces vía blogs, twitter y facebook.
He llegado a la conclusión (provisional) de que no tiene sentido ponerse luddita con twitter y las llamadas redes sociales. Internet es una herramienta que puede contribuir a la dispersión pero también ayuda a la creación de lazos y redes que son bien reales, siempre que no se reduzcan a la tecla y al clickactivismo. Los vínculos hay que crearlos, mimarlos y darles un sentido (ahí entra lo ético y lo político, no lo técnico).
Un abrazo.
Escrito por: Samuel.2010/12/10 17:38:19.698000 GMT+1
www.javierortiz.net/voz/samuel
Escrito por: Juan Domingo.2010/12/10 17:52:7.123000 GMT+1
iohannesmaurus.blogspot.com
Escrito por: María.2010/12/10 18:38:23.698000 GMT+1
Samuel no se trata de un ataque de ludismo (o eso creo) más bien una toma de postura por una estructura distribuida. Que es más útil lo está evidenciando el caso Wikileaks, con una estructura centralizada: muerto un nodo se acabó la rabia. Lo mismo se puede decir de los servicios centralizados que le prestaban apoyo, todos le han dado la espalda. Y ha sido sin embargo la distribución de los contenidos (los mirrors) lo que la ha sacado a flote. Al fin y al cabo de eso iba Internet desde el principio. Me lo he pasado bien en Twitter durante más de tres años, siempre me pareció una herramienta magníficamente diseñada para conversar con amistades mezclando interlocutores. Mi problema no es con Twitter sino con quienes, interesadamente bajo mi punto de vista, pretenden recentralizar la red. Una red con menos nodos es una red menos diversa en la que las grandes corporaciones mediáticas salen ganando en visibilidad y peso. Es también una red con menos conexiones neuronales, menos reflexión, que también beneficia al poder. Es significativo la sobre dimensión que Twitter ha tenido de la atención mediática los últimos dos años. Les interesa.
Con Facebook es otra cosa, estoy ahí por no perderme conversaciones pero realmente no me gustan los peajes que hay que pagar (no sólo en intimidad sino en cuanto a una plataforma que frecuentemente censura usuarios por las razones más peregrinas y que ambiciona “ser Internet”, meter en un corralito -bastante limitado y controlado- todas nuestras actividades en la red).
El problema es para mi por tanto es de estrategia, no creo ponerme conspiranoico si digo que quienes están en la cima de la pirámide social tienen una estrategia con respecto a la red y que es esencial tomar conciencia de ello y tener nuestras propias estrategias, y no me cabe duda de que estas pasan por plataformas libres y distribuidas. De Ugarte lo cuenta muy bien con el tema de la pirámide de compromiso, un “Me gusta” en Facebook no cuesta nada, tampoco hacer un RT en Twitter, es fácil, hacer un artículo requiere un esfuerzo, comprometerte con algo. Las verdaderas redes sociales son conexiones entre personas no marcas, se convierten en comunidades, que pueden estar en Facebook, en tu agenda del email, en torno a una plataforma de blogs como javierortiz.net o en todos los sitios a la vez. Reconozco que nos hemos acostumbrado a la interacción fácil de Twitter o Facebook pero estos días he hecho el siguiente ejercicio, he intentado recordar conversaciones realmente enriquecedoras en listas de distribución (como Patera), cadenas de correos con amigos, intercambios de posts-comentarios, Twitter y Facebook. Mi balance es asombrosamente desequilibrado, he formado parte de iniciativas montadas en blogs (varias), recuerdo conversaciones de hace años en Patera, cadenas de correos que me han aportado cosas buenísimas (y que encima puedo rastrear y recuperar fácilmente no como en Twitter y Facebook). Estos dos se acercan peligrosamente a la nada, son espuma. De hecho he recordado momentos realmente frustrantes en Twitter a la hora de dialogar y mis únicos recuerdos positivos tienen que ver con diversiones puntuales. He decidido por eso que voy a limitar mi uso de estas herramientas sólo a publicitar puntualmente cosas.
Bueno ¡menuda chapa!
Escrito por: Luis.2010/12/10 18:39:16.324000 GMT+1
http://eltransito.me/
Escrito por: jacaraman95.2010/12/10 19:04:54.289000 GMT+1
Gracias Jacaraman95 y María. María, el aplauso al golpe de mano del gobierno me ha recordado también inquietantes apoyos de las clases medias del cono sur en los años setenta, aunque las comparaciones sean odiosas.
Luis, me ha encantado tu reflexión sobre la recentralización de internet y los vaporosos Twitter y Facebook. Tomo nota.
Saludos a tod@s.
Escrito por: Samuel.2010/12/11 10:50:38.755000 GMT+1
www.javierortiz.net/voz/samuel
Escrito por: María.2010/12/11 22:51:9.248000 GMT+1
Por otra parte, en el perodico El Mundo de hoy ya se advierte al PP del poder de Rubalcaba como valido de ZP. asi que vamos a no salirnos de lo que queremos dcir y no caer en la trampa de ninguno de estos 2 equipos de 1ª. y que se maten entre ellos y solitos. A ver si asi logramos respirar un poco de aire fresco.
¡Un magnifico articulo Samuel!. Saludos.
Escrito por: flamboyan.2010/12/12 20:41:53.067000 GMT+1