Cumplir "con un papel" significa también representar, en este caso una clase, llámese obrera, trabajadora o clase media. "Por la no desaparición de la clase media", decía un cartel en la manifestación sindical de Barcelona, según relata Alberto Arce. Con semejante programa, ¿cómo no simpatizar con el desprecio de quienes no se sienten representados por los sindicatos o de quienes se sienten irrepresentables? Habrá que recordar aquel viejo objetivo comunista que consistía precisamente en la desaparición de las clases tal y como se configuran en el capitalismo.
"Igualdad y justicia". Estandarte del sindicato británico Communications Workers Union (CWU). Una bonita tradición del Reino Unido. 29 de septiembre, Bruselas. Fotografía: Samuel.
En las altas esferas europeas sucede lo mismo. El mismo día 29 de septiembre, fecha de la jornada de acción convocada por los sindicatos europeos, el presidente del Consejo Europeo Herman Van Rompuy emitió un comunicado que muy pocos han visto pero que expresa el consenso de una elite:
Views on the European economy en Vimeo.
Las protestas, dijo, son comprensibles. Pero las medidas de ajuste que se tomaron para salvar el euro fueron excepcionales, aunque no haya signos de reversión. Para el cristiano demócrata Van Rompuy, la economía europea mejora y la salida de la crisis no consiste en otra cosa que en la recuperación del crecimiento y la creación de empleo. Una fórmula, la de la estrategia de Lisboa aprobada hace diez años, en la que coinciden los propios sindicatos: "crecimiento y empleos" fue también el lema de la jornada de acción del 29 de septiembre. Rompuy, en una línea similar a la de Zapatero, apela a los "espíritus animales" de Keynes: "la confianza es la base del crecimiento", "debemos tener confianza en nuestros bancos, en nuestras finanzas públicas y en nuestro futuro".No hacía falta pactar ninguna huelga, como se ha insinuado: los cauces que deja la democracia representativa son tan estrechos que todo debe pasar por un ritual muy formalizado y encuadrado por la policía, como las procesiones religiosas o aquellos desfiles soviéticos de primero de mayo. Cualquier desborde, o cualquier acto político, por pequeño que sea, que rompa con esta pretensión de "normalidad" será objeto de criminalización. Todo con tal de evitar lo que los gobiernos europeos denominan la "radicalización". Sucedió con la audaz ocupación del edificio Banesto en Plaza de Cataluña donde se estaban congregando cada vez más gente para hablar y hacer otra política. O con el campamento No Border en Bruselas, que durante una semana ha puesto en evidencia el racismo institucional presente en las políticas europeas de inmigración. Doscientas cincuenta personas del campamento fueron detenidas cuando asistían a la manifestación sindical en aplicación de la figura legal de la "detención preventiva administrativa". Cuando terminó la manifestación oficial atrás quedaron, sin embargo, algunos carteles con cierto aire situacionista. Y mensajes inquietantes.
"Trabajar y vivir en Europa". Manifestación sindical europea, 29 de septiembre de 2010. Fotografía: Samuel
"Todo nos pertenece", cartel pegado a las puertas de un supermercado de Bruselas. Fotografía: Samuel
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