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2008/10/04 23:17:48.730000 GMT+2

M'Zab

En el valle de M'Zab, puerta de entrada al Sáhara argelino, han caído lluvias torrenciales que según la prensa habrían provocado al menos 45 muertos y destruido centenares de casas. Sin equipararse a las terribles inundaciones que arrasaron el barrio de Argel Bab-el-Oued en noviembre de 2001, con más de 800 muertos, puedo imaginarme los estragos que debe haber causado la tromba de agua. Yo me alojé en una de esas casas, habilitada como hostal, por esta misma época, hace ahora exactamente cuatro años. Queda una sensación extraña después de conocer noticias como ésta de lugares por los que uno ha pasado.

Oasis de Ghardaia

Palmeral de M'Zab, Ghardaïa. Fotografías: Samuel

En M'Zab se encuentra el oasis y la hermosa pentápolis de Ghardaïa, un vergel en medio de tierras inhóspitas cubiertas de rocas calcinadas, en las que abundan pequeñas colinas conectadas por oueds (ríos) resecos. En una de esas colinas, cerca del oasis, beréberes de dialecto zenata, de la tribu de Beni Mzab (mozabitas), fundaron en el año 1012 El Ateuf (Tajnint en beréber), a la que sucedieron Melika (1017), Bou Noura en 1065, Ghardaïa en 1085, de la que toma el nombre la wilaya o departamento que las abarca a todas, y Beni Isguem (1321), donde se encuentra el palmeral más espectacular.  

Mezquita

Ghardaïa.

Cada nueva ciudad fortificada (ksar) se formó siempre sobre una colina, con un trazado concéntrico en torno a la mezquita y su minarete de formas redondeadas. Las recientes inundaciones nos recuerdan por qué. Sólo hay precipitaciones una o dos veces al año, pero las pocas lluvias que caen suelen ser fortísimas y provocar violentas inundaciones. El M'Zab es conocido por su ancestral sistema de canales, pozos, acequias y presas, concebido para aprovechar el agua de tal modo que se pueda cultivar todo tipo de frutas, verduras y flores, desde dátiles hasta naranjas, pasando por granadas y rosales.

Pero Ghardaïa también ha sufrido los embates de un rápido crecimiento urbanístico y poblacional, estimulados por el desarrollo de las actividades de extracción de petróleo y gas en centros como Hassi Messaoud o Hassi R'Mel, y en menor medida por un turismo que comenzó a languidecer a finales de los años ochenta. Como en otras poblaciones saharianas, el crecimiento urbano, planificado por el Estado y acompañado también por numerosas construcciones ilegales, se ha producido en detrimento del oasis. Muchas casas se han construido al interior de los palmerales, poniendo en peligro el sistema de irrigación y, por lo que se ve, también la vida de sus propios habitantes.

Presa

Presa en el palmeral de Beni Isguem, a la espera de la lluvia.

A pesar del crecimiento urbanístico, los mozabitas constituyen todavía hoy el 60 % de la población. Conocidos por su dedicación al comercio (con una diáspora muy importante), profesan el ibadismo, una corriente ascética y rigorista del Islam diferente de la malaquita suní, dominante en Argelia. Un consejo de notables, representantes de las tribus (archs), regulan la vida comunitaria, desde el sistema de irrigación hasta las bodas, pasando por el mercado. Los mozabitas exaltan el trabajo y la disciplina personal, y desean preservan a toda costa su intimidad y su forma de vida. La sorprendente arquitectura de sus ciudades refleja una peculiar manera de equilibrar lo comunitario y el ámbito de lo privado. En Beni Isguen, las casas disponen de dos puertas: una para invitados y otra para los miembros de la familia. Las ventanas que dan a las estrechas calles son pequeñas aberturas que permiten ver sin ser visto, y hay carteles en las calles conminando a los turistas a no sacar fotografías de sus gentes. Los cementerios, vinculados a los respectivos clanes familiares, son de una sobriedad extrema:  sólo vemos pedazos de cerámicas pertenecientes a los difuntos esparcidas por el terreno. Únicamente algunas autoridades religiosas disponen de mausoleos, siendo el más conocido el del Cheikh Sidi Aïssa.

Beni Isguem, Ghardaia

Callejuela de Beni Isguem.

La separación entre los mundos masculino y femenino se lleva al extremo. Las mujeres casadas salen cubiertas de arriba abajo con un blanco haïc o ahouli que sólo deja mostrar un ojo, y la única pista de género con la que cuenta un extranjero que no conozca la cultura mozabita son los tacones que asoman bajo la túnica. La primera impresión es la de una sociedad inamovible, con las mujeres sometidas a una sumisión absoluta. Pero a pesar de todo, como ya constatara Pierre Bourdieu, las mujeres disponen de cierta autonomía: tienen sus propios cultos y supersticiones, canciones y rituales propios, ajenos en parte al Islam oficial que es cosa de hombres. Existe también un consejo paralelo de mujeres, con potestades importantes como la de aplicar sanciones como la excomunión. Y han sabido ganarse derechos como la movilidad y el acceso a la educación universitaria: antiguamente tenían prohibido emigrar de M'Zab para salvaguardar así la comunidad en un entorno hostil como el desierto (y por la misma razón los hombres que emigraban se hacían enterrar en su tierra natal). La defección a urbes como Argel ha forzado a los notables locales a considerar seriamente la escolarización y formación superior de las mujeres en el propio M'Zab. Y los jóvenes, cansados de esperar y de sufrir la degradación de la situación política y social común a todo el país, han protagonizado en los últimos años disturbios y revueltas.

La imagen de una sociedad congelada en otro tiempo no es más que un espejismo facilitado por el juego del escondite entre el acelerado observador extranjero y quien no quiere ser observado. Las mutaciones sociales, las injusticias y el antagonismo se declinan en tiempos diferentes, con claves propias, y en formas subterráneas que de vez en cuando irrumpen como una riada. Los jóvenes del valle se aferran a una cita del poeta mozabita Ramdane Hamoud (1906-1929): "nosotros encontramos soluciones para nuestra época, de ustedes depende encontrarlas para la vuestra". Sería bueno que les hicieran caso.  

Escrito por: Samuel.2008/10/04 23:17:48.730000 GMT+2
Etiquetas: mozabitas áfrica urbanismo argelia ghardaia islam | Permalink | Comentarios (2) | Referencias (0)

Comentarios

Es así de tremendo Samuel se exporta la insensatez disfrazada de modernidad y progreso. Seguramente la forma de construir tradicional más adaptada al entorno hubiera evitado la catástrofe, pero como bien dices, lamentablemente,  no parece que la cita del poeta sea su referente.
Y ya que andamos por Argelia, te cuento que ayer tuve la ocasión de disfrutar de la música y la conversación con Idir, un kabilio que derrocha sensatez y encanto.
Un abrazo

Escrito por: María.2008/10/05 03:19:2.603000 GMT+2

¿Con Idir? ¡Qué suerte! Un abrazo.

Escrito por: Samuel.2008/10/05 11:33:35.761000 GMT+2
www.javierortiz.net/voz/samuel

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