2010/02/23 09:45:4.883000 GMT+1
La palabra maleable
Captura de imagen de CNN sobre el ataque suicida de Joseph Stack del 18 de febrero de 2010. Ninguna referencia al terrorismo.
El abogado y columnista de Salon.com, Glenn Greenwald, comenta una obviedad:
"Terrorismo es, al mismo tiempo, la palabra con menos sentido y la más manipulada del léxico político americano."
Esta es la conclusión a la que llega después de analizar el tratamiento mediático del ataque suicida protagonizado por Joseph Stack, quien estrelló su avioneta contra un edificio civil federal en Austin, Texas, el pasado día 18 de febrero. Los medios de comunicación se mostraron muy reticentes a la hora de calificar el ataque de "terrorista", a pesar de la declaración política que dejó firmada, en la que se recogen argumentos próximos al populismo de la ultraderecha republicana. Algunos, como el sensacionalista diario conservador The New York Post, mostraron incluso titulares comprensivos: "Un hombre harto y enloquecido estrella una avioneta contra un edificio de Hacienda". Nidal Malik Hasan u Omar Faruk Abdulmutallab en cambio, no son personas "hartas" o "enloquecidas", sino terroristas. Como también son terroristas quienes atacan instalaciones militares, no civiles, de las fuerzas extranjeras que ocupan países como Iraq o Afganistán. Y cuando alguien en The New York Times reclama que las tropas estadounidenses no se contengan en sus bombardeos en Afganistán aunque mueran civiles, eso no es hacer apología del terrorismo.
Nada nuevo en la historia del doble rasero. Una función importante del término "terrorismo" es la de legitimar determinadas acciones políticas y policiales contra determinados grupo de personas. Por ello resulta importante adscribir la "acción terrorista" a una organización, cuanto más amplia y multiforme mejor. E inversamente, para desclasificar un acto como "terrorista" es necesario que la acción sea despolitizada y que la protagonice un "individuo aislado". Las ideas del blanco y cristiano Stack son similares a las del mediatizado "tea-party movement", como las de Malik Massan puedan corresponderse a las de una determinada tendencia islamista. Es decir, en ambos casos hay motivaciones políticas para llevar a cabo acciones violentas. Pero si para Stack no se quieren establecer conexiones ideológicas u organizativas de ningún tipo, porque no hay ninguna intención de criminalizar sus ideas, con Massan estas conexiones se fuerzan hasta el punto de insertarle en una estructura llamada Al-Qaeda, por más que no haya pruebas en ese sentido.
Por eso Greenwald se lamenta:
"ahora el término no tiene virtualmente nada que ver con el acto en sí sino con la identidad del actor, especialmente su identidad religiosa."
Greenwald sólo se refiere a los musulmanes, pero en realidad el actor puede ser tanto un independentista vasco como un anarquista. En realidad, el término nunca tuvo nada que ver "con el acto en sí", pues cuando de "terrorismo" se trata los actos sólo cobran sentido cuando se supeditan a la finalidad política y, en última instancia, cuando se vinculan a determinados sujetos políticos. Greenwald no debería sorprenderse: lo que describe es la culminación de un largo proceso.
Escrito por: Samuel.2010/02/23 09:45:4.883000 GMT+1
Etiquetas:
estados-unidos
terrorismo
| Permalink
| Comentarios (0)
| Referencias (0)
Comentar