En 1808, al poco de que comenzara la denominada Guerra de Independencia, se constituyó en La Laguna (Tenerife) una junta, la Junta Suprema de Canarias, formada por miembros destacados de la oligarquía terrateniente y de la burguesía local, opuestos al Comandante General de Canarias, el Marqués de Casa-Cagigal. Una vez destituido el marqués la Junta pretende representar al archipiélago ante la Junta Suprema Central establecida en la Península. Lo cual provocará la creación en Gran Canaria del Cabildo General Permanente, que no reconoce el poder de la junta tinerfeña. Suele decirse que este acontecimiento supone el inicio del célenre "pleito insular" entre las clases dirigentes de ambas islas, rivalidad que perdura hasta hoy.
El historiador Manuel Hernández, tras analizar la documentación existente sobre la Junta de Canarias, y en particular los papeles que aporta uno de sus integrantes, el marqués de El Sauzal Gaspar de Franchy, se encontró con interesantes revelaciones.
Según el historiador, "ante la evolución de los
acontecimientos en la Península, estas élites decidieron plantear el
futuro del archipiélago". El objetivo no era otro que consolidar sus privilegios. Como "por aquel entonces se pensaba que Napoleón no iba
a salir nunca de España", se pensó preferentemente en buscar la protección de una potencia extranjera. La Junta barajó diversas alternativas: la unión con la América hispana,
integrarse con los recién creados Estados Unidos de América o alcanzar un estatus especial vinculándose al imperio del Brasil. Finalmente se acordó crear una
república independiente bajo protectorado británico. Se llegó incluso a fletar un barco para Gran Bretaña para negociar esta posibilidad con el gobierno británico, operación que se frustró porque el navío fue hundido. Curiosamente, hacía sólo once años que Santa Cruz de Tenerife había rechazado un intento de invasión por parte del almirante Nelson. Tanto la Junta tinerfeña como el Cabildo grancanario acabarían siendo disueltas en 1809 por la Junta Central del Reino de España.
El episodio es una muestra del oportunismo de una élite pujante que miraba más a Gran Bretaña o a América que a la Península. Por aquel entonces Santa Cruz de Tenerife era un importante centro de intermediación y del Puerto de la Cruz partían las exportaciones vinícolas hacia los puertos ingleses, aprovechando el bloqueo napoleónico. Un monocultivo que entraba en sus últimas horas. En el campo se produjeron en estos años algunos disturbios y motines, sobre todo en las islas de señorío (Lanzarote, Fuerteventura, La Gomera y El Hierro). Por motivos muy diferentes, campesinos y jornaleros empobrecidos también miraban a América, a donde emigrarían en condiciones serviles durante todo el siglo XIX (al Caribe y Uruguay, sobre todo). Sobre la supuesta defensa de las esencias españolas, más bien poco.
No deja de sorprender cómo determinadas inercias se mantienen dos siglos después en algunos sectores. Cuando los dirigentes tinerfeños de una Coalición Canaria en declive amagan con peticiones de un estado libre asociado o con la independencia, podemos leer una estrategia -oportunista y timorata al mismo tiempo- que apenas ha variado desde que hace dos siglos ilustres apellidos se plantearon cambiar de amo en lugar de apostar por la arriesgada vía americana.
2008/05/03 14:24:58.708000 GMT+2
La encrucijada canaria
Escrito por: Samuel.2008/05/03 14:24:58.708000 GMT+2
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