Compruebo que han traducido al castellano un texto del egipcio Samir Amin, economista y militante antiimperialista residente en Dakar, que publicó hace algunos meses la revista Monthly Review. El extenso artículo constituye una feroz denuncia del islam político (término anglosajón; en el mundo francófono suele usarse más el término "islamismo"), al que acusa de servir a los objetivos del imperialismo de la tríada (Estados Unidos y sus aliados europeos y japoneses). El objetivo del texto es convencer a los militantes de izquierda para que rechacen cualquier tipo de acercamiento en aras de una hipotética alianza antiimperialista. Una polémica que se ha dado ya en Francia o Reino Unido. Lo interesante del caso de Amin es que expresa las preocupaciones de un intelectual formado en Europa pero cuya experiencia vital y política se ha desarrollado fundamentalmente en el sur africano.
Esta controversia y otros asuntos que aborda el artículo darían para varias entradas más. De todos ellos me limitaré a comentar brevemente dos cuestiones -ya de por sí complejas- que me interesan porque reflejan posiciones compartidas por amplios sectores de la izquierda.
En primer lugar, la crítica de la dimensión cultural como terreno de lucha, que según él conduce a una preocupación exclusiva por la pertenencia comunitaria en detrimento de los conflictos de clases y la lucha contra la explotación. La siguiente afirmación no puede ser más concluyente:
"Afirmo, por tanto, que las dos campañas ideológicas reaccionarias promovidas, respectivamente, por la derecha racista en Occidente y el Islam político se apoyan mutuamente, en la medida en que apoyan prácticas comunitarias."
Samir Amin no termina de aceptar que lo comunitario, como la etnicidad o el género, "no son elementos separados de la clase, ni son entidades analíticas sustitutivas. La raza, el género y la etnicidad forman todas ellas parte de la compleja composición social de las clases", en la opinión de un colega suyo (Wallerstein), con la que concuerdo. Críticas como las de Amin se refirieron en su momento al propio nacionalismo -considerado de forma positiva por el economista egipcio-, por referirse a problemáticas consideradas secundarias, diferentes de la cuestión económica y social.
Cabría preguntarse si no es más bien la renuncia a hacer "comunidad" -por la agresión del individualismo liberal o por su mistificación en un Estado que en Egipto, por hablar del país de referencia de Amin, ha sido profundamente autoritario- la que ha permitido su reinterpretación al servicio de la agenda de las fuerzas más reaccionarias en todo el mundo.
La segunda acusación es la que suele esgrimir el nacionalismo árabe:
"La mínima conclusión que puede extraerse de las observaciones aquí realizadas es que el Islam político no es el resultado espontáneo de la afirmación de las auténticas convicciones religiosas por parte de los pueblos afectados. El Islam político lo erigió la acción sistemática del imperialismo, apoyada, por supuesto, por fuerzas obscurantistas reaccionarias y las clases compradoras subordinadas."
Samir Amin habla del islamismo en términos muy generales, sin ir mucho más allá de su caracterización como "reaccionario" o de la temática religiosa. Bajo la categoría "Islam Político" incluye regímenes y movimientos políticos tan diferentes como el régimen iraní, la monarquía saudí, Hamas, Hezbolá, los Hermanos Musulmanes en Egipto, o determinados movimientos de resistencia iraquíes. ¿Todos ellos -con la salvedad de la revolución iraní, de la que rescata su nacionalismo- son resultado de meras maquinaciones del imperialismo?
Generalización y reduccionismo no ayudan a entender un fenómeno tan amplio como diverso, sobre todo si hace abstracción de las responsabilidades de las diversas modalidades del nacionalismo árabe (nasserismo, baazismo, burguibismo tunecino, etc.) a las que sólo atribuye algunos "excesos". Para Amin, aunque estos regímenes, que describe como nacional-burgueses por basarse en las clases medias urbanas occidentalizadas, no fueran democráticos, al menos "eran portadores potenciales, modernizantes y secularizadores, de un desarrollo democrático".
Pero resulta que de las potencialidades democráticas de tales regímenes muchos sólo conocieron la cárcel y la tortura. Sin necesidad del dinero de la CIA. También fueron muchos quienes recibieron la modernización y secularización como la continuación del colonialismo occidental por otros medios. De ahí la importancia de la cuestión cultural, simbólica y comunitaria señalada antes. Insistir en menospreciarla (o criminalizarla) sólo puede reforzar los malentendidos y dificultar aún más cualquier acción política emancipadora. El investigador François Burgat, autor de varios libros muy recomendables sobre el tema, lo plantea del siguiente modo:
"Más allá de la cuestión de una violencia "islamista", lo que se pone de manifiesto es la dificultad para admitir la reaparición del léxico político islámico en las sociedades de cultura musulmana y el hecho de que una cultura no occidental pretenda disputar el viejo monopolio occidental de expresión de lo universal".
Samir Amin reconoce que "las formas concretas de la modernidad, la democracia y el secularismo que hoy encontramos deben ser, por tanto, consideradas como productos de la historia concreta del crecimiento del capitalismo", pero no entra a valorar si en el mundo árabe o en el África subsahariana puede haber intentos modernizadores o de democratización que partan de referencias y tradiciones simbólicas y culturales no europeas, sin renunciar necesariamente a las aportaciones occidentales. Despreciarlas como "oscurantistas" supone reincidir en el eurocentrismo más ciego y repetir errores del pasado.
Hoy en el sur el antagonismo se expresa también con otros léxicos (no sólo islámicos), y en muchas ocasiones tras determinadas retóricas -religiosas o no- encontramos también reclamos de libertad o de determinados derechos económicos y sociales, no sólo proyectos conservadores (del mismo modo que en Europa o en Estados Unidos encontramos proyectos políticos radicalmente diferentes detrás de la retórica sobre la democracia y la libertad). ¿Cómo traducir o poner en común un mismo deseo emancipador?
2008/07/20 08:31:5.323000 GMT+2
La diatriba de Amin
Escrito por: Samuel.2008/07/20 08:31:5.323000 GMT+2
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