Casi la mitad de la población actual de Iraq no había nacido cuando Saddam Hussein dio la orden de invadir Kuwait el 2 de agosto del año 1990. La mayoría tampoco vivió la cruenta guerra con el vecino iraní. Muchos iraquíes han pasado de la infancia a la edad adulta en un país fuertemente intervenido desde el exterior, en una sociedad que se desintegraba y se empobrecía a marchas forzadas y que acabó por desgarrarse ante la violencia extrema, la persecución política y la huida de millones de refugiados.
Los iraquíes, buena parte de ellos desde edades muy tempranas, han tenido que acostumbrarse al sonido de los aviones y misiles de crucero estadounidenses. Desde mucho antes de la invasión de 2003. Las primeras bombas cayeron masivamente en enero de 1991. Con su anuncio televisado del 16 de enero de 1991 y la demostración de fuerza militar, George H. W. Bush inauguraba el nuevo orden internacional. Gobiernos como el del socialista Felipe González apostaron a caballo ganador y cedieron apoyos políticos, bases militares y dignidad. El aristocrático Consejo de Seguridad aportó entonces la legitimidad, que no legalidad, que a muchos, aún hoy, les basta para lavar sus conciencias.
El nuevo orden suponía que en Oriente Medio no hubiera ninguna potencia
regional que pudiera amenazar la hegemonía estadounidense en la región. La amenaza de James Baker a Tarek Aziz ("nuestras fuerzas harán que Iraq vuelva a la era preindustrial", 9 enero de 1991) también servía de aviso para países como Siria o Irán.
Terminada la llamada "Guerra del Golfo", que provocó la muerte de decenas de miles de iraquíes y la destrucción de las principales infraestructuras civiles del país, Iraq quedó sometido a un régimen de tutela permanente e indefinido, bajo un sistema de controles y de sanciones durísimas que casi todos han olvidado. Como consecuencia de las sanciones y el embargo, recuerda Carlos Varea, "los indicadores económicos y sociales del país retrocedieron a la época previa al inicio de la comercialización del petróleo, en la década de 1950, y (...) la esperanza de vida de los iraquíes se redujo de los 66 a los 57 años en sólo una década, un hecho inédito en poblaciones humanas modernas, consecuencia, esencialmente, de la multiplicación por dos de la tasa de mortalidad infantil y por cinco de la materna." Para los niños que sobrevivieron al degradado sistema sanitario, su infancia transcurrió bajo un férreo embargo (creado por resolución 661 de 6 de agosto de 1990), gestionado por la ONU por cuenta de los Estados Unidos, y sus aliados. Un embargo que impedía el comercio de cualquier país con Iraq y bloqueaba el acceso de medicamentos y repuestos esenciales.
La destrucción masiva de Iraq expresa algo más que una simple extorsión
mafiosa. Constituye todo un experimento político, social y económico, consistente en desarticular un país con el fin de construir una nueva sociedad "de mercado". La comunidad internacional bendijo este macabro experimento en Iraq, antes de que Israel lo perfeccionara con el bloqueo de Gaza.
Desde 1991 Estados Unidos y el Reino Unido impusieron unilateralmente zonas de exclusión aérea. La fuerza
aérea iraquí había sido liquidada durante la Operación Tormenta del
Desierto. De vez en cuando, a miles de kilómetros de distancia, alguien tomaba la decisión de descargar toneladas de bombas sobre las ciudades, y lo anunciaba en televisión. Como William J. Clinton en 1993, cuando empleó como excusa un supuesto intento de atentado contra su predecesor.
En 1996 Clinton, ferviente partidario del mantenimiento de las sanciones, volvió a comparecer para anunciar otro ataque, tras la toma de Erbil por el ejército iraquí y poco tiempo después de que se hubiera aprobado el programa Petróleo por alimentos. Dicho programa permitía la reanudación, de manera limitada y controlada, de las exportaciones de petróleo y aliviaba ligeramente el embargo. Una especie de respiración asistida para que el torturado pudiera mantener sus constantes vitales. Pero los iraquíes resistieron, y pronto el embargo comenzó a tener fisuras. Las sanciones perdían efectividad.
Clinton volvió a salir en televisión en diciembre de 1998 para anunciar un nuevo ataque, tras una prefabricada "crisis de los inspectores" que anticipó en muchos aspectos la farsa de 2002-2003. En realidad, la Operación Zorro del Desierto (16-19 de diciembre de 1998) marcó un punto de inflexión. Ese año tomó
forma la idea de forzar un cambio de régimen en Iraq. Propuesta que se reflejó ya en una carta
escrita por los miembros del Proyecto para el Nuevo Siglo Americano al
presidente William Clinton y que se materializó ese mismo año en la Ley
para la Liberación de Iraq. La agresión coincidió no sólo con el impeachment de Clinton a raíz del escándalo Lewinsky, sino con el precio del petróleo más bajo en décadas (9,6 dólares por barril de Brent). Los bombardeos discontinuos de enero y febrero de 1999 en Basora y en las instalaciones petrolíferas circundantes permitieron que en tres meses se elevara el precio del barril Brent hasta los 15 dólares. Nunca volverían a bajar tanto. Clinton abrió el camino para que su sucesor
rematara la faena.
Entre 1999 y 2003, los bombardeos angloestadounidenses se realizaron de manera rutinaria y constante, en ocasiones casi a diario, a diferencia del período anterior, y dejaron de ser noticia salvo para los iraquíes, que tuvieron que acostumbrarse a la amenaza constante que provenía del cielo.
El 19 de marzo de 2003 George W. Bush anunció para Iraq una liberación en forma de "conmoción y espanto". Llovieron misiles sobre suelo mojado. Pero esta vez las bombas trajeron consigo soldados y mercenarios y el objetivo marcado en la Ley para la Liberación de Iraq de 1998: desmantelar y privatizar lo que quedaba del Estado iraquí para crear desde cero la utopía de una "democracia" neoliberal que pudiera servir de modelo para toda la región.
Las cosas no salieron exactamente como se había planeado. La resistencia popular a la ocupación fue mayor de la prevista. Las formaciones políticas sectarias que habían sido recibido apoyo desde la administración Clinton se embarcaron en una lucha sin cuartel por el poder del Estado y por el control social de las poblaciones cuya representación reclamaban. Estados Unidos aceptó la intervención de Irán para intentar estabilizar el juego político. A fecha de hoy, Iraq continúa sin una ley sobre hidrocarburos que establezca las condiciones del reparto de la renta petrolera y la producción de petróleo apenas supera los 2 millones de barriles por día (las compañías extranjeras esperan producir entre 6 y 12 millones de barriles diarios).
Toda una generación de iraquíes ha vivido siempre en ciudades que primero fueron bombardeadas y regadas con uranio empobrecido, luego asfixiadas y finalmente aterrorizadas por tropas extranjeras y por milicias que se embarcaron en una lucha brutal por el poder, hasta que terminaron siendo divididas por muros y controles militares. Los enemigos se han multiplicado. Los iraquíes del centro del país no pueden viajar al sur, ni los del sur tampoco pueden trasladarse al norte. La identidad queda definida por la adscripción sectaria, sancionada por la Constitución, hasta el punto de que los iraquíes suníes ya no pueden casarse legalmente con chiíes. Tienen un recuerdo vago de lo que significa tener acceso a servicios básicos o disponer de electricidad durante más de unas pocas horas del día, en un país con una de las mayores reservas de petróleo del mundo. O han pasado un tiempo en prisión o conocen parientes o amigos que sí han pasado por ese trance, o que han sido torturados, o que huyeron de sus hogares. Conocen a gente que han hecho de la violencia armada una forma de vida o de supervivencia. No han tenido la oportunidad de conocer el rico patrimonio cultural e histórico de su país, buena parte del cual fue saqueado y vendido a particulares y galerías occidentales. Tampoco han podido estudiar en la escuela, mucho menos en la universidad, y los pocos afortunados que han podido recibir una educación superior habrán echado en falta a toda una generación de académicos y profesores. Para los iraquíes que sí vivieron la invasión como una liberación, pronto el sueño se tornó pesadilla.
Veinte años después de aquel primer mensaje televisado, ¿con qué habrán soñado los iraquíes que dormían en la madrugada del pasado 1 de septiembre, mientras el último presidente de los Estados Unidos proclamaba, en su peor discurso, un nuevo amanecer?
2010/09/03 14:27:3.996000 GMT+2
La destrucción masiva de Iraq
Escrito por: Samuel.2010/09/03 14:27:3.996000 GMT+2
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...cito ruso experiencia en la lucha antiterrorista y en las técnicas para garantizar la seguridad, como el uso de aviones no tripulados&8230; La destrucción masiva de Iraq Samuel (&8230;) La destrucción masiva de Iraq e...
Referenciado por: algunos titulares – 6/09/2010 « TecnologÃas y su contexto 2010/09/06 16:56:3.475000 GMT+2
Comentarios
Suponía que querrías hacer balance de la tétrica situación de Iraq e iba a pasarte un apunte. En este enlace: http://periodismohumano.com/sociedad/discriminacion/memorias-de-una-transexual-arabe.html se habla de Randa, transexual argelino exiliado en Líbano, pero contiene perlas interesantes (el activista George Azzi critica que en Occidente se encasille a los homosexuales en barrios, gustos musicales, etc.) y una de ellas alude a Iraq. Cito: "en la antigua Mesopotamia -durante la dictadura un oasis para la comunidad LGBT de Oriente Próximo por su permisividad- la situación es dantesca: 700 homosexuales han sido ejecutados, o bien por policías o bien por milicianos religiosos, desde la invasión según datos de la ONG Iraqi LGTB, que ha organizado una red de refugios para que su colectivo pueda protegerse de los extremistas, alentados por fatwas de sus líderes religiosos." No tengo datos al respecto, pero no dudo de que la violencia contra colectivos como el LGTB y las prostitutas -por no hablar de tu post "Piedras entre balas y misiles"- ha sido intensificada por la atroz sectarización de la sociedad iraquí.
En su día me pregunté qué sería de los iraquíes cuando el ocupante abandone su tierra -dicho sea abandonar con doble sentido. Ahora que puedo conocer la respuesta, siento miedo. Pero nunca sentiré tanto como ellos.
Escrito por: Gonzaga.2010/09/03 21:20:21.061000 GMT+2
"....programa Petróleo por alimentos " ¿no te recuerda al sistema empleado por las multinacionales americanas establecidas en sudamérica a princpios del siglo xx, en que a los jornaleros les pagaban con unos bonos que solo servia para canjearlos en las tiendas de la misma compañia por alimentos, vestimenta e incluso herramientas para el trabajo y que le ponían unos precios tan altos que el hombre se veia obligado a trabajar cada vez mas horas en la,por y para compañia susodicha?. ¡País! y todavía se preguntan por qué les odian tanto en el exterior.
¿Que creera los EEUU que tendra en mente esta generacion absolutamente perdida para una supuesta democracia futura entendiendo que esta ha de darse en un entorno de relativa paz,con una economia relativamente estable y con una relativa educacion.
Te digo emulando a Rex Batller en "Lo que el viento se llevó" , francamente, creo que les importa un bledo. Eso si, que despues no vengan a llorar ni a hacerse los sorprendidos si cae otra torre.
Escrito por: flamboyan.2010/09/03 23:14:37.386000 GMT+2
Conozco a un solo iraquí. Él y su mujer sevillana tienen un restaurante en mi pueblo. Con el tiempo y la frecuentación, hemos establecido cierta confianza, aunque siempre había tenido reservas en preguntarle sobre la situación de su país. Hace algunos meses me aventuré a hablar con la mujer y me confirmó las peores sospechas: la familia de su marido eran siete hermanos y únicamente él y otro hermano -rondan los 50- siguen vivos. Son los que habían salido de Iraq. El resto había muerto, dos de ellos por fulminantes cánceres, una dolencia que ha alcanzado las prevalencias esperables en una sociedad regada con uranio por órdenes directas de los señores de la muerte que se sientan tranquilamente en los parlamentos de nuestros democráticos estados.
No se trata de elevar la anécdota a categoría: basta leer e indagar un poco para descubrir que ni una sola família iraquí ha quedado al margen de esa desolación: todas sin excepción tienen muertos, enfermos, torturados, tullidos o exiliados.
En la pared del restaurante hay un viejo mapa de Iraq. En algunas zonas de montaña se ve el signo que en el código corresponde a "resort de vacaciones". A veces me quedo ahí un momento detenido y me entra algo parecido al malestar físico y una honda tristeza. No sé qué decir, Samuel. Uno relee tu exposición, tan clara, tan implacable, y no sabe qué más decir o cómo manifestar su asco y su rebelión. Quizás solo me queda pensar que no concederé ni olvido, ni perdón, ni transigencia, ni apaciguamiento a ninguno de los cómplices en esta destrucción programada y criminal de millones de vidas. Mi rencor está aquí para quedarse. Como decía Bob Dylan "And I'll follow your casket/ In the pale afternoon/And I’ll watch while you’re lowered/ Down to your deathbed/And I’ll stand o’er your grave/’Til I’m sure that you’re dead."
Escrito por: fransmestier.2010/09/08 23:35:5.902000 GMT+2
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