El 1 de mayo de 1962, un centenar de militares franceses se reunían en el Hoggar argelino, concretamente en In Ekker, frente al macizo montañoso de Tan Afela, a 150 km al norte de Tamanrasset. Entre los presentes se encontraban dos ministros del gobierno de De Gaulle: Pierre Messmer y Gaston Palewski. Hacía tan solo mes y medio que se habían firmado los Acuerdos de Evian que habían puesto fin a una atroz guerra de descolonización y faltaban apenas dos meses para la declaración de independencia y el golpe de Ben Bella-Bumedián.
Son las 10:00 de la mañana. De pronto, en una violenta sacudida, la montaña cambia de color, se abre en dos, y una enorme nube negra se escapa de una ladera, oscureciendo el cielo sobre los asustados espectadores. Se desata el pánico y los generales y ministros son los primeros en salir corriendo, dejando atrás a los aterrados soldados. La nube llega a alcanzar los dos mil seiscientos metros de altitud y después se dirige hacia el este recorriendo algunos centenares de kilómetros.
Los soldados habían sido testigos no de un fenómeno sobrenatural o de una erupción volcánica, sino de una fallida prueba nuclear subterránea, la segunda que llevaban a cabo los franceses en suelo argelino después de haber realizado cuatro pruebas aéreas sobre el oasis de Reggane entre 1960 y 1962, en plena guerra de independencia argelina, operaciones que llevan el sobrenombre de "jerbo" (gerboise), el roedor del desierto. La fractura de la montaña se debió a un mal cierre de la galería de tiro que provocó que una parte de la radioactividad saliera en forma de lavas y escorias, aerosoles y productos gaseosos que formaron la nube radioactiva. La potencia de la explosión equivalió a cuatro veces la de la bomba atómica de Hiroshima.
Existen imágenes del acontecimiento, aunque el montaje y el relato propagandístico dé una versión de los hechos completamente diferente.
Área del desierto argelino donde el ejército francés realizó pruebas nucleares subterráneas. Foto: Google Earth.
Pierre Messmer llegó vivo a los 91 años, pero el ministro Gastón Palewski murió en 1984 como consecuencia de una leucemia, supuestamente provocada por el incidente. Se desconoce el número exacto de afectados por este y otros incidentes, y por los ensayos de Reggane, entre soldados y habitantes de la región, incluyendo tuaregs que no pasaron por un proceso de descontaminación (unas duchas no muy fiables). Los primeros se organizaron hace unos años para reclamar una investigación de las consecuencias de los accidentes, así como indemnizaciones. Las asociaciones de los afectados por los ensayos nucleares, Aven y Moruroa e Tatou (esta última reúne a las víctimas de los 193 ensayos que se realizaron en Polinesia tras la finalización de los experimentos argelinos en 1967) llevan tiempo reclamando, además de indemnizaciones, cosas tan elementales como un censo de potenciales afectados, la creación de un comité de seguimiento de las consecuencias sanitarias y medioambientales de los ensayos nucleares. El pasado mes de julio se anunció la creación de un comité "verdad y justicia" de apoyo a dichas asociaciones.
Pero ni el Estado francés ni el argelino, cómplice de la antigua potencia colonial, no están dispuestos a dar pasos que impliquen asumir algún tipo de responsabilidad jurídica. Francia se remite a los acuerdos de Evian, que contenían una cláusula no muy diferente de la que se está negociando en Iraq, garantizando la presencia militar francesa en el país, aunque de alcance más limitado y temporal. La posición argelina es si cabe aún más vergonzosa y contrasta con la retórica orgullosa de la liberación nacional.
En In Ekker se ensayaron más detonaciones, trece en total. Una de las más potentes (150 kilotones) tuvo lugar el 27 de febrero de 1965, coincidiendo con el Seminario económico de solidaridad afroasiática celebrado en Argel en el que el Che Guevara pronunció su famoso discurso. Mientras el gobierno promovía un solemne acto antiimperialista en Argel, al sur la antigua metrópoli probaba la force de frappe que garantizaba su estatus de potencia nuclear.
Los ensayos de entonces proyectan su sombra hasta hoy. El ministro de exteriores de la época, el incombustible Abdelaziz Buteflika, acordó en diciembre de 2007, esta vez como presidente de la república argelina, un acuerdo de cooperación nuclear con Francia. Este acuerdo, finalmente firmado el pasado junio, permite a la compañía pública francesa Areva, entre otras cosas, la prospección y explotación de uranio en suelo argelino. Los tuaregs tienen motivos para inquietarse. Hartos de no obtener más beneficios que residuos radioactivos, sus hermanos del sur, en Níger, acabaron levantándose en armas en febrero de 2007.
Dos mil ensayos nucleares se han llevado a cabo en todo el mundo desde 1945. Franceses en Argelia y Polinesia, ingleses en Australia, chinos en Xinjiang, rusos en Asia Central. Cada uno en sus respectivas periferias. Para ver el mapa correctamente, pulsar en la imagen. Fuente: Wikipedia.
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