"La independencia del Congo constituye la culminación de la obra concebida por el Rey Leopoldo II, realizada por él con un coraje tenaz y continuada con perseverancia por Bélgica (...)
El Congo fue dotado de vías ferroviarias, autopistas, líneas marítimas y aéreas que, al conectar vuestras poblaciones, favorecieron su unidad y ampliaron el país a las dimensiones del mundo."
Discurso del Rey Balduino I de Bélgica, pronunciado el 30 de junio de 1960 ante Patrice Lumumba durante la ceremonia de independencia.
Ayer la República Democrática del Congo celebraba el cincuenta aniversario de su independencia política. Asistieron diversas personalidades y jefes de Estado, incluyendo los reyes de Bélgica, la antigua metrópolis colonial. Esta celebración llega después de la de otros tantos pueblos africanos que conmemoran la apropiación, en el año 1960, del aparato institucional creado por los colonizadores. Como ocurre con los aniversarios, se hace un balance, que para África suele presentarse como negativo, sin margen para matices. Unos, decepcionados y pesimistas, denuncian los sueños rotos por los sucesivos gobiernos postcoloniales o neocoloniales. Por lo que respecta al Congo: asesinato de Lumumba, dictadura de Mobutu Sesé Seko, las cruentas guerras de los Grandes Lagos, la interferencia extranjera (de los países occidentales y de vecinos como Ruanda), la miseria que se asienta sobre el "escándalo geológico" del gigantesco territorio, y un largo etcétera que incluye el reciente asesinato del activista Floribert Chebeya.
Luego están los cínicos, las hienas que ven en el Congo el ejemplo más acabado del fracaso del África negra, en lugar de certificar el fracaso de la modernización capitalista, aquí y -especialmente- allá. En los últimos tiempos hemos asistido a declaraciones que evocan o plagian el ofensivo discurso del rey Balduino I pronunciado el 30 de junio de 1960. Hace unos días, Louis Michel, ex Ministro de Asuntos Exteriores de Bélgica (1999-2004), ex Comisario Europeo de Desarrollo y actualmente eurodiputado liberal, realizó en la revista P-Magazine una defensa a ultranza del rey Leopoldo II, que habría sido un "auténtico visionario para su época, un héroe". Según Michel, "emplear la palabra 'genocidio' en relación con el Congo es absolutamente inaceptable e inapropiado. Y sí, tal vez la colonización consistió en dominar y adquirir más poder, pero en un determinado momento también trajo consigo la civilización." Como Balduino I, Michel afirma que "los belgas construyeron líneas ferroviarias, escuelas y hospitales e impulsaron el crecimiento económico. ¿Que Leopoldo convirtió el Congo en un inmenso campo de concentración? De ningún modo. En aquel tiempo era así como se hacían las cosas." No hay contradicción entre colonización y desarrollo. Antes las cosas se hacían de una manera, ahora de otra.
Si Michel es un eminente representante de los "desarrollistas", los hay también que echan pestes de la "ayuda al desarrollo", pero sólo para criticar su ineficacia a la hora de "culminar la obra" del colonizador. Denuncian, por así decirlo, cómo se hacen ahora las cosas. Un ejemplo es el del economista Glenn Hubbard, decano de la Universidad de Columbia y reciclado consultor. En agosto de 2009 publicó un penoso artículo en la revista Foreign Policy en el que reivindicaba un "Plan Marshall para África". Glenn Hubbard fue uno de los inspiradores de la política económica de Bush, aunque conociera sus más altas cotas de popularidad con una parodia colgada en Youtube por sus estudiantes, cuando Bush designó a Bernanke, y no al decano, presidente de la Reserva Federal de los Estados Unidos.
Según Hubbard, como la ayuda al desarrollo no ha podido sacar al África negra de la pobreza, resulta imprescindible reactivar el sector privado mediante préstamos a las empresas africanas. Hubbard no detalla cómo poner en práctica semejante plan, sino que se limita a contradecir las potenciales (e hipotéticas) objeciones que recibiría desde los partidarios de la "ayuda al desarrollo". Resumiendo, Hubbard alega que nunca se ha dado una oportunidad "al mercado" en África, que el apoyo a la empresa debe ser previo a la inversión en infraestructuras, que la democracia sólo es posible si se crea una clase media africana, que las microfinanzas no bastan para aquellos empresarios que desean crecer, y que lo importante no es la corrupción sino si el sistema económico favorece el mercado o no. Un cúmulo de simplezas neoliberales muy poco originales, que ignora completamente la realidad africana y hasta su historia reciente, con la aplicación de planes de ajuste estructural destinados precisamente a liberalizar la economía africana.
Pero el argumento que ayuda a entender mejor su propuesta es su explícita defensa del colonialismo. Frente a la frase "las empresas fuertes en África se convertirán en nuevos colonizadores" responde que esto sería algo positivo.
"Primero, África era pobre antes del colonialismo, y para muchos países, el colonialismo hizo a África más rica. Hubo algunas excepciones, como el Congo Belga a principios del siglo XX, donde el trabajo forzado para la extracción de caucho hizo a la gente más pobre. Pero en general, los africanos en 1960 eran más sanos, vivían más y tenían mayores ingresos que en 1900. El economista ghanés George Ayittey denomina la era colonial la "era dorada de la prosperidad campesina" en África, cuando amplias masas de campesinos africanos se unieron a la economía mundial por primera vez. En 1960, esto fue así incluso en el Congo Belga. Los hospitales, puertos, líneas ferroviarias, y carreteras de África datan de la era colonial. Algunos europeos se beneficiaron injustamente del colonialismo, pero para los africanos el resultado supuso una mejora con respecto a su pobreza anterior.
Lo que no ha hecho a los africanos más ricos, sin embargo, son sus propios gobiernos, que han minado esa prosperidad en favor de asistencia a los gobiernos, a las ONGs, y a la inversión extranjera que sólo ha beneficiado a la elite."
Del mismo modo que el Plan Marshall europeo simboliza la reconstrucción de lo que la guerra destruyó, el Plan Hubbard pretende reconstruir las relaciones coloniales que en su día conectaron a África al mercado mundial. Para ello emplea un discurso sobre la pobreza precolonial muy tramposo, como si la pobreza no fuera un concepto relacional cuyo contenido está determinado históricamente. En las sociedades africanas precoloniales no existía el concepto occidental de pobreza de finales del siglo XX. En cuanto al mercado, en África siempre hubo mercados muy dinámicos y rutas comerciales que conectaron el golfo de Guinea con el Mediterráneo, o el África oriental con los mercados árabes y asiáticos. La trata esclavista impuso desde el exterior una dimensión atlántica que ante todo implicó subordinación en el marco de una nueva división internacional del trabajo. La prosperidad colonial de la que habla Hubbard es un espejismo que oculta la rebelión africana contra la lógica productivista y de dominación.
Hoy en África existen mercados muy vivos pero que escapan a una lógica de acumulación capitalista, para desesperación de misioneros como Hubbard. Y es que si en algún sitio no terminaron de arraigar ni el homo oeconomicus liberal (el ideal del individuo desapegado que busca maximizar racionalmente un determinado interés económico) ni el Estado capitalista de tipo occidental es en África. Por lo que respecta al mercado, el intercambio no siempre es estrictamente monetario, sino que intervienen con inusitada fuerza otras lógicas, colectivas, afectivas y de donación.
Por lo visto, al continente africano exportamos no sólo medicinas caducadas, automóviles de cuarta mano o residuos tóxicos. También tiene que soportar nuestra basura ideológica. Mejor sería que los africanos hicieran oídos sordos a los Michel, los Hubbard, los Blair y, como sus abuelos, volvieran a bailar un soukous o rumba por una renovada independencia.
"Indépendance, cha, cha - El día después". Fantástica versión de Baloji del famoso himno independentista escrito en 1960 por Joseph "Grand Kallé" Kabasele y Nicolas "Dr. Nico" Kassanda. El vídeo fue rodado en el barrio Barumbu de Kinshasa.
Comentarios
Escrito por: EMIR AMED.2010/07/09 14:26:33.005000 GMT+2
Mas por favor, ao digitar não utilize letras maiúsculas, dá a entender que você está a gritar com todos.
Cumprimentos.
Escrito por: Samuel.2010/07/09 16:40:37.476000 GMT+2
www.javierortiz.net/voz/samuel
No se lo que esta diciendo el profesor brasileño pero me da la impresion de que gritar es precisamente lo que desea. Harto ya de esta absurda interpretacion de la historia por parte de los paises colonialistas occidentales.
Recuerdo lo mucho que me enfadó que para una vez que medio me aprendía la palabreja Leopoldville , esta ya no tenia ningun valor.. Era una niña de 10 años y era todo lo que daban de sí mis neuronas.En España se daba la noticia como de una gran concesión al pueblo africano y que Balduino tenía ganado el cielo.
Hoy que estoy al otro extremo de mi vida me apena mucho que sigamos con la misma idea-ideológica sin moverse ni un ápice y me preocupa que La Historia que estudien mis nietos sea la misma que yo aprendí y sigan convencidos de que la culpa de su pobreza solo la tienen sus gobiernos corruptos y los peores: aquellos que optaron por regímenes comunistas. Y ademas sres. no olvidemos que Africa es vaga por naturaleza de raza y clima.(mi profesor de Filosofía de cou en el año 1968 en... digamos Canarias- por no abochornar a la familia).
Escrito por: flamboyan.2010/07/12 16:12:5.837000 GMT+2