"I'm shocked, shocked to find that gambling is going on in here!", Capitán Renault (Claude Rains) en Casablanca (1942)
Crear una comisión de investigación por un caso que lleva ya años dando tumbos por los tribunales no parece demasiado serio. Tampoco lo es la alegación de que el gobierno no tenía conocimiento del informe que ha sido filtrado a El País. De las declaraciones de los responsables del gobierno, y singularmente del Ministro de Asuntos Exteriores, cabe deducir una voluntad de no querer saber, en lugar de un firme propósito de investigar "hasta el final". El contenido del informe, no la filtración.
Desde un principio, el gobierno español se ha mostrado satisfecho con las explicaciones del gobierno de los Estados Unidos, y ha rehusado ir mucho más allá, cuando debería haber exigido las listas completas de pasajeros. Si ellos dicen que no han cometido delitos en territorio español, palabrita de Bush... Las listas de vuelos las han tenido que confeccionar pacientemente periodistas, eurodiputados y miembros de la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa. Cuando el gobierno español ha colaborado, ha sido a regañadientes .
Es lógico que le incomode esta papa caliente. Entre otras cosas, porque algunos de esos vuelos han tenido lugar bajo la presidencia de Zapatero, "cuando ya no podía alegar desconocimiento de la existencia de estos vuelos", como ha asegurado este mismo año el director de Amnistía Internacional en España, lo que ya es grave. Y sobre todo porque este operativo está estrechamente vinculado a la "guerra buena" a la que se ha apuntado nuestro gobierno en Afganistán, con implicaciones en Pakistán. Básicamente, son personas secuestradas en dichos países, y no en Iraq, las que han acabado en el campo de detención.
Cuando previsiblemente Barack Obama anuncie el cierre de Guantánamo y los socialdemócratas del mundo aplaudan la medida, respiren aliviados y se cuelguen medallas que no les corresponden, el gobierno español pretenderá dar carpetazo al asunto. Entonces habrá que recordarle que Guantánamo, por muy simbólico que sea, no es más que la punta de un iceberg que habrá que ver si se toca. Y cuando, por estas cosas de las luchas por el poder, se acaben filtrando más trapos sucios en relación con nuestro gran aliado y los otros guantánamos de dirección desconocida, que no nos digan que no sabían. Si no saben es porque no quieren.
Mientras tanto, José María Aznar, tan tranquilo.
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