El pasado mes de junio el semanario estadounidense The Nation publicó un número especial dedicado a la extrema desigualdad en el ingreso existente en Estados Unidos. La crisis financiera y las próximas elecciones presidenciales y legislativas han vuelto a poner esta cuestión sobre la mesa en relación con los elevadísimos sueldos y las generosas indemnizaciones de los ejecutivos corporativos, frente al progresivo descenso del salario real de la mayoría de los trabajadores norteamericanos desde 1980, compensado con el boom crediticio de los últimos años.
Los gráficos que publicaron entonces son bastante elocuentes. En el Gráfico 1 (pulsar para aumentar) se compara la evolución de la extrema desigualdad en Estados Unidos desde principios del siglo XX (medido como el ingreso medio del 0.01 % más rico expresado como múltiplo del ingreso medio del 90% más pobre) con la evolución del tipo impositivo federal a las rentas más elevadas. Se pueden constatar dos períodos de fuerte crecimiento de la desigualdad, el que precede al crack de 1929 y las tres últimas décadas de ofensiva neoliberal. En 2006, el 0,01% más rico tendría un ingreso medio 976 veces superior al del 90 % más pobre.
Gráfico 1. Fuente: The Nation.
El Gráfico 2 compara el ingreso de los ejecutivos de la industria financiera de los hedge funds y de los altos directivos de las grandes empresas con otros representantes de la clase dirigente de los Estados Unidos. Las cifras dan vértigo. Son los working rich que ha generado la economía financiera, un híbrido entre asalariado (rico) y capitalista, en el sentido de que detentan derechos de propiedad sobre activos inmateriales de la empresa: cartera de títulos, de clientes...
Gráfico 2. Fuente: The Nation
La desigualdad también tiene color, y habría que incluir las diferencias raciales para empezar a completar el cuadro. Por ejemplo, además de las diferencias de ingreso neto, los negros americanos están entre tres y cuatro veces más expuestos que los blancos a las hipotecas subprime.
La contrapartida es una política social-penitenciaria que ha llevado a que Estados Unidos sea el país con más gente en prisión, en términos tanto absolutos como relativos: 2,3 millones de personas (751 por cada 100.000 habitantes, 1 adulto de cada 100). La guerra contra las drogas reaganiana ayudó a llenar las cárceles de negros e hispanos, lo cual tranquilizó a las clases medias blancas empobrecidas (working poor). Este es el legado que ha dejado el neoliberalismo en Estados Unidos. Con este panorama, muchos claman ahora por otro New Deal. El director de cine Robert Greenwald propone más bien otra "guerra": una guerra contra la codicia ("war on greed").
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