Las tropas rusas no han llegado a la georgiana aldea de Sakire, situada en el valle de Borjomi, célebre por sus aguas minerales. Por Sakire pasa el oleoducto Bakú-Tbilisi-Ceyhan (ver mapa) que transporta el petróleo extraído en el mar Caspio hacia los mercados de Europa, Estados Unidos e Israel. Actualmente, el flujo está cortado como consecuencia de un sabotaje producido en Refahiye, Turquía, el pasado 6 de agosto. Casualmente, dos días antes de la agresión del ejército georgiano en Osetia del Sur.
El paso del oleoducto, construido por un consorcio bajo la dirección de la petrolera BP y con financiación del Banco Mundial, fue polémico no sólo por sus implicaciones geopolíticas, sino por su impacto ecológico y social. En Sakire la construcción de la gigantesca tubería provocó una fuerte conmoción social. Los aldeanos se opusieron ante una iniciativa que intuían traería más problemas que beneficios. Y la documentalista francesa de origen georgiano Nino Kirtadzé se encargó de contar su historia.
La película se llama Un dragon dans les eaux pures du Caucase, y estuvo producida por la cadena Arte. El dragon amenazador hace referencia al oleoducto. Sin embargo, no tuvo mucha difusión más allá de su emisión por televisión y su paso por algunos festivales. Que yo sepa, tampoco se ha editado en DVD. Y eso que ganó todo un Premio del Cine Europeo al mejor documental. Cuando la vi en Buenos Aires hace dos años, Argentina se encontraba en pleno conflicto político con Uruguay por la instalación de pasteras frente a la ciudad argentina de Gualeguaychú, también con financiación del Banco Mundial. Pero el retrato que hace el documental es más esperpéntico que heroico, y los habitantes de la diminuta aldea se muestran más desorientados que concienciados políticamente.
Los aldeanos, junto con los representantes de BP y las autoridades georgianas, son los protagonistas de la película. Su principal preocupación es la expropiación de sus tierras y la posible contaminación de sus legendarias aguas por el oleoducto. No falta quienes creen poder obtener algún beneficio de la operación, lo que siembra la discordia en el pueblo. Los habitantes de Sakire acabarán por enfrentarse a la poderosa multinacional en un juicio surrealista celebrado en Borjomi, una de las mejores escenas de la película. En realidad, asistimos a un enfrentamiento perdido de antemano contra la multinacional y su promesa de progreso y contra el propio Estado georgiano (representado en el tribunal local) mientras las obras avanzan en una marcha lenta pero imperturbable.
La película termina como empezó, con la imagen del valle de Borjomi. Pero ahora con la visión espeluznante de un imponente dragón metálico reposando sobre la tierra arrasada. Ahora sabemos qué trajo consigo.
Cáucaso: rutas de oleoductos y gasoductos. Fuente: Le Monde Diplomatique, agosto de 2008.
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