- el español David Beriain (ADN) en Badghis y Farah...
- ...y el estadounidense Nir Rosen (Rolling Stone) en Ghazni.
Los tres han realizado en los últimos meses interesantes reportajes en los que acompañan o entrevistan a grupos de muyahidines afganos que luchan contra el gobierno y las tropas extranjeras de ocupación. En ellos dan cuenta del hartazgo de la población afgana y de la progresiva pérdida de control del territorio por parte del gobierno y las fuerzas de la OTAN desplegadas allí.
Toda una novedad, siete años después de la invasión estadounidense. El contacto con el "enemigo" (ver los reportajes y entrevistas del paquistanés Syed Saleem Shahzad de Asia Times) ha sido la excepción a la regla: hasta ahora lo habitual era que los periodistas occidentales viajaran "empotrados" en unidades militares de la coalición internacional y que el contacto con la población local se realizara mediante los canales de la cooperación internacional.
Parece que los insurgentes afganos han perfeccionado su estrategia de comunicación. Ya no se limitan a producir vídeos caseros y shabnamah (cartas nocturnas) destinados a una audiencia local, sino que permiten que periodistas extranjeros accedan a ellos para poder transmitir su mensaje al público occidental: básicamente, que su guerra es contra el ocupante extranjero y los señores de la guerra del actual gobierno.
Esta vez no he empleado la palabra talibán, término que parece confundir más que aclarar, y que en principio hacía referencia al movimiento nacionalista de origen pashtún. Poco a poco se ha ido extendiendo a todo pashtún rebelde, para pasar a nombrar toda la oposición insurgente al gobierno de Karzai y sus valedores extranjeros. Tariq Ali prefiere hablar de neo-talibanes, para diferenciarlo del régimen derrocado en 2001 y para resaltar su autonomía con respecto a los servicios secretos paquistaníes (ISI). Otros autores parten de la misma distinción para apoyar la negociación con determinados grupos armados. Billet hace autocrítica en algún momento para preferir los conceptos de insurgentes o muyaidines, que es como se llaman a sí mismo los entrevistados. Sostiene que la resistencia es transversal a las tribus y etnias. En el relato de Beriain sobre los enfrentamientos entre los seguidores del fallecido líder pashtún de Shindand Amanullah Kahn y el tayiko Ismail Kahn -antes, señor de la guerra, hoy ministro de energía-, algunos interlocutores insisten en que allí no hay talibanes, sino "gente del pueblo que lucha contra los norteamericanos porque estos nos atacan".
En 2008 el brutal incremento de los ataques aéreos, y con ellos los muertos entre la población, explica que los afganos no necesiten de la propaganda "talibán" para levantarse en armas. La sensación que me transmiten los reportajes que he citado es que esta cuestión se sigue recogiendo como un dato más, junto con la producción de opio o la corrupción de las fuerzas policiales. Continúa existiendo un desequilibrio simbólico enorme entre el tratamiento de las víctimas de los bombardeos aéreos y las de los atentados suicidas u otras acciones insurgentes. O la violencia contra las mujeres (crímenes de honor), cuestión que en su día sirvió para justificar el intervencionismo humanitario pero que hoy difícilmente puede servir para describir una especificidad talibán. El investigador Marc W. Herold lo ha denunciado muy bien en un artículo reciente.
El tono general sigue siendo de simpatía hacia la presencia internacional. La empatía cultural y personal con los soldados que protegen y ayudan a los periodistas es lógica, pero dificulta una apreciación crítica de su papel en el país. Beriain quiere contarnos "la amenaza a la que se enfrentan" los soldados españoles. Billet aún tiene que justificarse por haber entrevistado a guerrilleros poco tiempo después de que tropas francesas hayan sido asesinadas en una emboscada. Nir Rosen, en cambio, propone una retirada de todas las tropas extranjeras, y reconoce que tenía más miedo a los aviones norteamericanos que a la posibilidad de un secuestro.
En fin, que los periodistas sean acogidos por los muyaidines, y que se les permita incluso participar en acciones de guerrilla (como en el reportaje de Claire Billet), representa en sí mismo una notable demostración de fuerza. Ya no temen tanto que los periodistas puedan ser agentes de inteligencia extranjeros (la infiltración suele ser el punto débil de toda estructura guerrillera en red, como muestra la experiencia argelina). Realmente controlan el territorio, principalente rural, donde operan. Y amenazan con atacar el próximo año ciudades importantes como Herat o Kabul.
Comentarios
Es cierto que habitualmente hay cierta empatía de los periodistas con las tropas de sus respectivos países, pero creo que en el caso de Berian era más que necesario que alguien mostrara de una vez por todas que allí estamos participando en una guerra y no repartiendo esparadrapo e ibuprofenos, como nos quiere hacer creer un gobierno empeñado en negar la evidencia de forma tan torticera. La falta de transparencia sobre las labores y acciones de las tropas españolas en la ocupación de Afganistán es escandalosa y tremendamente hipócrita. Llega al extremo de que los periódicos se permiten titular que los taliban han atacado un convoy español y ocho insurgentes han muerto, como si hubieran sufrido infartos simultáneos. Los soldados españoles están luchando y matando afganos, y lo último que quiere la clase política y mediática española es que se abra un debate sobre por qué narices estamos combatiendo en Afganistán. En ese sentido, creo que Beriain ha sido muy valiente (y no sólo por jugarse el pellejo en un país tan peligroso). No sólo ha puesto fin al apagón informativo, sino que ha dicho lo que nadie quería oír.
Me temo que hasta que no corra la sangre (española, claro), nadie se planteará en este país de retirar las tropas de una ocupación tan salvaje e indecente como la de Iraq, la refrende quien la refrende.
Un saludo.
Escrito por: .2008/10/26 21:56:34.318000 GMT+1
El gobierno del PSOE basa no poca de su legitimidad en sus "credenciales pacifistas" (recordemos su retirada de Iraq), por lo que está empeñado a oda costa en vendernos la moto de que no estamos combatiendo en Iraq. Pero está jugando un peligroso doble juego, que está empezando a fallar en todos los frentes: cada vez es más evidente sostener esa mentira en casa y está irritando a sus compañeros de la OTAN. Y a los militares, que están que trinan; según el GEES, hace poco uno de ellos escribía a otro:
"Uno de nuestros comandantes ha estado en Afganistán en el Cuartel General de la OTAN. Según contaba todas las semanas hay muertos de casi todo el mundo, menos de los españoles que han optado casi por no salir de la base, para cumplir las órdenes de "cero" bajas. Estamos quedando como unos auténticos cobardes, y nadie entiende nuestra forma de proceder. Para una misión como la de Afganistán hay que contar con bajas, pero no porque se salgan las ruedas de los Aníbal."
Por cierto, Tariq Ali dejó caer esta enigmática nota a pie de página en un esclarecedor editorial de New Left Review hace unos meses:
"Estando de visita en Madrid después del triunfo electoral de Zapatero en marzo de 2008, un alto funcionario del gobierno me informó de que éste se había planteado una retirada total de Afganistán unos cuantos meses antes de las elecciones, pero fue manipulado por Estados Unidos, que prometió a España que propondría al jefe de su ejército como comandante de las fuerzas de la OTAN, y una retirada de Kabul desbarataría esta posibilidad. España dio marcha atrás sólo para descubrir que había sido engañada"
Por lo que parece, la política del gobierno con respecto a Afganistán es tán inconsistente, dubitativa y cobarde como en tantos y tantos otros temas.
Una pequeña crítica, Samuel. Creo que no es del todo correcto decir que Nir Rosen "reconoce que tenía más miedo a los aviones norteamericanos que a la posibilidad de un secuestro". En primer lugar, Rosen tiene miedo a los bombardeos americanos porque estar con los muyahidin en una zona controlada por ellos hace que el peligro allí sean precisamente los aviones estadounidenses. en segundo lugar, gran parte de su reportaje está dedicado a contar precisamente como uno de ellos le tiene le retiene y sus desesperados intentos (mandando mensajes de móvil a Kabul) para evitar que le ejecuten.
Un saludo
Escrito por: Carlos Sardiña.2008/10/26 22:23:32.257000 GMT+1
http://carlos-enestemundo.blogspot.com/
Escrito por: algarabía.2008/10/26 22:32:8.392000 GMT+1
algarabia.blogia.com
-¿Una promesa electoral?
-¿Una victoria aliada cada día más lejana para ocupantes y gobernantes?
-¿Un desastre militar a lo Annual situado en un contexto de bajas y pérdidas en relación a lo desplegado y al tipo de guerra de cuartel del ejército español?
¿Quizás una combinación cronológica de la tercera y la primera opción?
Saludos
Escrito por: Alberto.2008/10/26 23:51:48.477000 GMT+1
nanomundo.com
Pero sigo pensando que a estos esfuerzos -notables, sin duda, por acercarnos al Otro- les falta algo. No terminan de explicar una cuestión crucial (¿quiénes son hoy los "talibanes"?) y pienso que dan a entender, como los informes de Human Rights Watch, que en el fondo la OTAN no comete asesinatos deliberados desde el aire, sino errores, excesos derivados del gatillo fácil norteamericano. La amenaza es la del talibán, la perspectiva es inevitablemente la del soldado que está en una tierra ajena. Y creo que en periodismo habría que cuestionar seriamente el Nato-speak. Recomiendo echar un vistazo a la polémica que se produjo en el diario The Guardian cuando el periodista Seumas Milne se atrevió a decir que la muerte de civiles obedecía más a un cálculo deliberado que a meros errores.
Escrito por: Samuel.2008/10/27 00:34:43.344000 GMT+1
www.javierortiz.net/voz/samuel