Cuando el ejército colombiano liberó a Ingrid Betancourt junto con otras catorce personas, muchos recordaron que las FARC seguía manteniendo secuestradas a más de 700 personas. Otros en cambio denunciaron el olvido de los más de cuatro millones de desplazados por la violencia paramilitar y guerrillera. ¿Cómo puede compararse la suerte de una sola mujer -de clase alta y con contactos importantes- con la de cientos, de millones de abandonados a su suerte?
Algo parecido sucede con el relato del intercambio de cadáveres entre Israel y Hezbollah. La prensa nos cuenta que Hezbolá ha devuelto los cadáveres de los soldados israelíes Ehud Goldwasser y Eldad Regev, mientras que Israel ha entregado los cadáveres de 200 milicianos. La desproporción es tan evidente que salta a la vista de cualquiera, pero esto no impide que los diarios sólo mencionen a los dos soldados israelíes en sus titulares. Con Goldwasser y Regev existe una cierta complicidad, nos sentimos implicados en sus vidas, recordamos vagamente (como nos confirma luego el cuerpo del artículo) que habían sido secuestrados por Hezbollah en junio de 2006. Da igual que algún párrafo pueda mencionar, si es que lo hace, la cifra de los mil muertos por las bombas israelíes en Líbano. Del lado libanés, el único nombre que se difunde es precisamente el del druso Samir Kuntar, uno de los presos liberados por Israel y que había sido condenado por el asesinato de tres israelíes.
No importa cuánto se repitan estas cifras: poco podrán conmover frente a la dramática historia con final feliz de una mujer elevada a los altares o el relato del trágico final de los dos soldados. El dato frío podrá permitir análisis razonados, pero políticamente tiene sus limitaciones. Los responsables de los medios de comunicación lo saben, y por ello refuerzan la división mediática de clases entre las cifras anónimas y las personas con derecho a un nombre y un rostro, y por tanto con derecho a contar su historia no una sino las veces que haga falta. La deshumanización allana el terreno a los criminales.
La otra cara de la misma moneda consiste en entrar al trapo en el juego de la santificación mediática arremetiendo contra las personas que los medios glorifican hasta el hartazgo de manera oportunista. Del mismo modo que las víctimas no disponen de la razón absoluta por el mero hecho de serlas, me parece excesivo exigirles comportamientos ejemplares o prudencia a la hora de valorar la atención y el afecto que de pronto reciben en dosis fuera de lo común, después de un hecho traumático o tras años de encierro y tortura. Son otros los que escriben el guión y preparan la puesta en escena.
Comentarios
Escrito por: Izaam.2008/07/19 19:09:17.753000 GMT+2
Rehenes de primera, muertos de primera, inmigrantes de primera...
Un saludo,
Escrito por: algarabia.2008/07/20 17:30:23.649000 GMT+2
algarabia.blogia.com
Escrito por: Samuel.2008/07/21 12:25:7.021000 GMT+2
www.javierortiz.net/voz/samuel
Solo hay una palabra para el articulo.
SOBERBIO.
Escrito por: leo.2008/07/21 23:48:13.065000 GMT+2
Un saludo
Escrito por: Dados.2008/07/26 14:17:40.657000 GMT+2