El general Pervez Musharraf, presidente de Pakistán desde que en 1999 protagonizara un golpe de estado, visitó ayer España, donde fue recibido por José Luis Rodríguez Zapatero. Por lo que cuenta la prensa, la cooperación es excelente en la "lucha contra el terrorismo" y en inmigración. Es decir, en los ámbitos policial y militar. Con un gobierno militar (disfrazado de civil) con un registro deplorable en materia de derechos humanos, que practica regularmente la tortura y la guerra sucia, y que dispone de armas nucleares. Pakistán, al contrario que Irán, no ha firmado el tratado de no proliferación nuclear.
Todo ello en un momento agitado en Pakistán, mientras se desarrolla la ofensiva de la OTAN en la vecina Afganistán. Este mes se han sucedido las manifestaciones de protesta por la remoción del jefe de justicia y las pretensiones de Musharraf de continuar cinco años más en el poder. Además, el general está siendo presionado por Estados Unidos para poner orden en las denominadas Zonas Tribales, fronterizas con Afganistán, después de que hubiera llegado a firmar acuerdos de paz con los líderes pashtunes de la región, retaguardia de la insurgencia talibán.
Durante la visita del general, Zapatero declaró que había que seguir haciendo esfuerzos "a favor del conocimiento mutuo, el diálogo y el respeto entre las culturas para luchar contra el fanatismo y el odio". Para favorecer esta lucha, España venderá a Pakistán material militar, incluyendo aviones de reabastecimiento en vuelo. Curiosa manera de fomentar el diálogo entre culturas.
De momento, al menos por parte de Zapatero, la "Alianza de Civilizaciones" se reduce a continuar, con otro talante, lo que los países occidentales llevan haciendo desde hace tiempo: apoyar gobiernos autoritarios en los países de mayoría musulmana frente al "peligro" islamista, con la excepción de Erdogan en Turquía. Y porque gobierna en cohabitación, que si no...
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