Fuente: BBC
Después de un mes escuchando tópicos sobre África, al día siguiente de la clausura del mayor acontecimiento deportivo del planeta nuestros medios de comunicación volvían a mostrar que, en lo que respecta a aquel continente, predomina el desconocimiento y el desinterés. Lo cual favorece la manipulación interesada. En un ejemplo muy ilustrativo de las jerarquías mediáticas y del modo en que circula la información, la prensa no mencionó el atentado en sus ediciones digitales hasta que las agencias internacionales no certificaron lo sucedido, a pesar de que la prensa local se hizo eco del atentado de manera inmediata. Lo que puedan contar los ugandeses sobre su propia tragedia no resulta muy fiable, aunque tengan el detalle de escribir en inglés y no en sus lenguas ancestrales.
Los atentados de Kampala, realizados tal vez por suicidas, fueron reivindicados más tarde por el jeque Ali Mohamud Rage, un portavoz de la milicia islamista Harakat al-Shabab al-Muyahidín (movimiento de la juventud combatiente) conocida entre nosotros como Al Shabab o Al Shabaab. Esta milicia es una de las escisiones de la Unión de Tribunales Islámicos (UTI), agrupación heterogénea que llegó a controlar amplias zonas del país pero cuyo gobierno finalizó con la invasión etíope -con apoyo estadounidense- de diciembre de 2006. Desde entonces, las milicias islamistas están en guerra contra el llamado Gobierno de Transición Federal (GTF), apoyado por la ONU, Estados Unidos y la Unión Europea. En realidad, el GTF apenas controla una pequeña porción del territorio somalí y necesita del apoyo internacional para existir, lo que dice mucho acerca del presunto apoyo popular. Tras la retirada de las tropas etíopes a principios de 2009, su lugar lo ocupó el Amisom, una fuerza de interposición de la Unión Africana compuesta básicamente por tropas de Uganda y Burundi (ambos aportan un contingente de unos cinco mil soldados) que logró contener la ofensiva combinada de Al Shabab y Hizb al-Islam en mayo de 2009. Muchos somalíes acusan al Amisom de emplear un uso desproporcionado de la fuerza que suele implicar la muerte de civiles. Así, por ejemplo, en octubre de 2009 la Amisom repelió con armamento pesado un ataque de las milicias islamistas en el aeropuerto de Mogadiscio, provocando una treintena de muertos entre la población civil. Amisom negó toda responsabilidad en la matanza y acusó a los islamistas. Al Shabab, por su parte, amenazó entonces con atacar las capitales de Uganda y Burundi.
Días antes de los terribles atentados, las fuerzas de la Amisom se enfrentaban con Al Shabab por las calles de Mogadiscio y en Adis Abeba (Etiopía) tenía lugar la cumbre de la Autoridad Internacional para el Desarrollo (IGAD), institución que reúne a seis países del África del este (Etiopía, Djibuti, Kenia, Sudán y el GTF de Somalia). Eritrea, enemiga del GTF, no participa en esta institución. En ella el GTF había presionado por un incremento de tropas internacionales, para lo que no había dudado en usar el espantajo de Al Qaeda. En el comunicado final de la cumbre, los países declaran que "el conflicto en Somalia no es un conflicto entre somalíes sino entre el pueblo de Somalia y grupos terroristas internacionales." Por ello proponen convertir la misión de mantenimiento de la paz de Amisom en una misión de la ONU y aumentar el número de tropas hasta 20.000 soldados, aunque luego haya fuertes reticencias a la hora de comprometer más tropas. Este contexto político, junto con el incremento de la violencia -con dos soldados ugandeses muertos en combate esa misma semana-, motivó un premonitorio editorial del periódico ugandés Observer (08/07/10): "sin soldados suficientes, sin que el resto de África se tome la molestia, y con un Al Shabab cada vez más amenazante, Uganda debe encontrar un modo de salir de este desastre. Una estrategia de salida (exit strategy). Nuestros soldados no pueden permanecer en Somalia indefinidamente, sobre todo cuando no hay ningún progreso visible." Con razón, el editorial insistía en que "no hay paz que mantener", recordando el mandato oficial de la Amisom.
Sin embargo, los atentados han provocado la reacción opuesta del presidente Yoweri Museveni, quien gobierna Uganda desde 1986 y es un fiel aliado de los Estados Unidos. En un tono marcadamente belicista, el miércoles declaró lo siguiente: "Vamos a tomar la ofensiva e iremos a por todos los que hicieron esto en todas partes, comenzando aquí" (...) "Estábamos en Mogadiscio para vigilar el aeropuerto y el palacio presidencial, eso era todo. Ahora nos han provocado para que vayamos a por ellos. Solo estábamos relizando nuestro pequeño mandato... ahora tenemos un interés. Ha sido un gran error por su parte." Es decir, Museveni anuncia una mayor implicación militar en Somalia, si el presupuesto lo permite, y en el interior, mayor autoritarismo y represión contra la disidencia interna y los refugiados somalíes. El año pasado ya había pedido desplegar la fuerza internacional en las ciudades de Kismayo y Baidoa, controladas por los islamistas.
No parece que Uganda esté en condiciones de multiplicar los frentes, aunque a cambio de su compromiso militar pueda llegar a recibir mucho dinero de la comunidad internacional. Uganda ha estado interviniendo en la guerra de la vecina República Democrática del Congo (RDC) desde 1996. En los últimos años uno de sus principales objetivos ha sido acabar con la guerrilla del Ejército de Resistencia del Señor (LRA) y de las Fuerzas Democráticas Aliadas (ADF, guerrilla apoyada por Sudán) establecidas allí. Esta última fue prácticamente liquidada, pero todavía quedan algunos guerrilleros en la RDC. A esta guerrilla se le atribuyen otras explosiones en Kampala: uno fue el doble atentado cometido, vaya si es casualidad, el 12 de julio de 1998 en la capital ugandesa durante la retransmisión de la final de la Copa Mundial de fútbol entre Francia y Brasil. Entonces sólo murió una persona.
Pero, ¿qué es en realidad Al Shabab? Resulta difícil precisarlo, pues con esa denominación encontramos grupos diversos que adoptaron la etiqueta para distinguirse de su enemigo común, las tropas etíopes y el GTF, sin que exista un comando centralizado. Según Gerard Prunier, historiador francés especializado en el Cuerno de África y el África del Este, "algunos al-Shabab eran de hecho milicias basadas en clanes que operaban bajo una bandera islamista; otras eran restos de milicias de antiguos señores de la guerra aunque muchos estuvieran vinculados a la rama radical de la Alianza de la Reliberación de Somalia basada en Asmara (Eritrea) bajo el liderazgo de Hasán Dawir Aweys (ARS-A); y otros grupos eran restos del ARS-S [la faccion dirigida por el Hawiya Sharif Ahmed, antiguo comandante de la UTI que acabó siendo nombrado presidente del Gobierno de Transición Federal]".
Lo que comúnmente se conoce como Al Shabab, el núcleo duro del movimiento, son milicias salafistas pertenecientes al clan de los Hawiya. En los últimos dos años este núcleo habría sido controlado por los takfiristas más radicales, agrupados en torno emires como Ahmed Amid Godane, hombre fuerte en Mogadiscio. A este núcleo se unirían, al parecer, militantes extranjeros, borrosa etiqueta que suele esgrimirse después de terribles masacres indiscriminadas como la de Kampala o la producida en Mogadiscio en diciembre de 2009, y que puede incluir tanto a convencidos jihadistas (buena parte de ellos serían somalíes de la diáspora, provenientes de Kenia o la península arábiga) como a los más variados servicios secretos. Algunos de los nombres de extranjeros que circulan son Fazul Abdullah Mohamed (Islas Comores), que sería comandante en jefe de Al Shabab; Mohamed Abu Faid (nacido en Arabia Saudí), financiero; Abu Musa Mombasa (Pakistán); o
Abu Mansur Al-Amriki (Estados Unidos), este último con muchos números de ser un agente de la CIA.
Conforme fue creciendo y ganando terreno, grupos de otros clanes pasaron a distinguirse según lealtades muy somalíes que poco tienen que ver con la obsesión por la "jihad global" que los think tanks euroamericanos anteponen a cualquier otra consideración. Prunier cita el ejemplo de Mukhtar Robow ("Abu Mansur", un Rahanweyn del subclan Lissan), líder que domina las regiones sureñas de Bay y Bakool y que también nombró a los suyos -del mismo clan- el "movimiento de la juventud combatiente". Los Harti (subclan de los Darod) de la ciudad sureña de Ras Kamboni crearon su propio movimiento islamista llamado Anole. Éste último, junto con el ARS-A de Haweys y otras facciones formaron en 2009 el Hizb al Islam, de fuerte carácter nacionalista, tras el nombramiento del islamista Sharif Ahmed -acusado de traidor- como presidente del GTF. Son habituales los enfrentamiento entre las diferentes facciones, y con grupos no salafistas como Ahl as-Sunna wa'l Jama'a (ASWJ, creado en 1991, próximo al gobierno y apoyado por Etiopía). Para el International Crisis Group, los principales grupos islamistas se encuentran divididos en dos temas fundamentales: el nacionalismo pan-somalí y las relaciones interclánicas. El ala más radical de Al Shabab estaría empeñado en trascender ambas líneas divisorias en la línea de Al Qaeda. Prunier apunta a una fuente de conflicto más prosaica: el control de los limitados recursos financieros, básicamente los puertos, aeropuertos, el tráfico de qat, el tráfico de refugiados (hay 1,4 millones de desplazados internos, según Acnur), la piratería y el saqueo de la ayuda humanitaria.
Pero por más que se quiera describir Al Shabab como una sucursal de Al Qaeda y se quiera identificar a los islamistas somalíes con los talibanes afganos, existen importantes diferencias. Los talibanes forman parte de la etnia mayoritaria en Afganistán, los pastunes, mientras que en Somalia todas las facciones son minoría en un entramado de clanes y subclanes de gran complejidad. Además, difícilmente el núcleo duro de Al Shabab podrá controlar el país si mantiene unas posiciones tan extremistas y represivas de las costumbres locales que sólo consiguen el rechazo de la mayoría de los somalíes.
Hasta la fecha la intervención exterior no ha hecho otra cosa que exacerbar el caos y la violencia en Somalia y en la región. Como en Yemen, la interpretación del conflicto según la cual se trata de acabar con la amenaza global de Al Qaeda dificulta cualquier tipo de negociación política interna y sólo favorece las posiciones más intransigentes. No deja de llamar la atención el hecho de que al norte, en la ignorada Somalilandia -una república independiente de facto y que hace años que busca un reconocimiento internacional que no llega-, donde no hay intervención exterior, Al Shabab no haya podido de momento alterar el proceso político interno. El pasado 26 de junio se celebraron allí unas elecciones presidenciales en las que ganó el candidato de la oposición. Tal vez sea mejor que continúen pasando desapercibidos.
La ministra de Defensa, Carme Chacón, junto con el ex presidente del Parlamento Federal de transición de Somalia y antiguo señor de la guerra jeque Mohamed Adan Nur 'Madobe', durante una reunión celebrada el 25 de marzo de 2010. Chacón confirmó el apoyo de la Unión Europea para ayudar a fortalecer el Gobierno de Transición Federal somalí. Fotografía: Ministerio de Defensa.
Comentarios
El enlace que te paso, Samuel, queda aquí abajo fuera de lugar, pero es que me ha dolido porque los políticos de Huelva, son iguales completamente. Empecinados, impunes, y pasotas de las leyes jurídicas y naturales.
Nada que no se pueda "voltear" si sigue la lucha. Confío en que seguirá, seguiremos. El enlace jodido es éste:
http://www.kaosenlared.net/noticia/autoridad-portuaria-burla-democracia-ordenar-reanuden-obras-puerto-gra
Escrito por: alargaor.2010/07/16 23:12:24.153000 GMT+2