Amarga ironía: mientras en Italia el Senado aprueba el Decreto Ley de Seguridad que califica como delito la inmigración denominada "ilegal" (aunque se hayan rechazado algunos artículos), en Reino Unido los obreros británicos de la refinería petrolera de Lindsey acaban de concluir una huelga contra la subcontratación de trabajadores italianos (y portugueses) por parte de Total para su nueva planta de desulfuración de gas. A esta huelga se han unido protestas similares en otras refinerías y centrales eléctricas, como la de Statehorse en Newark, donde protestan contra la subcontrata de españoles.
Los trabajadores de Lindsey invocaron una frase pronunciada por el primer ministro Gordon Brown en 2007 ("Empleos británicos para trabajadores británicos"), lo que ha provocado un acalorado debate en la izquierda británica acerca de si se trata o no de una huelga xenófoba. Muchos denuncian la manipulación de los medios y de partidos ultraderechistas como el British National Party (BNP). Pero lo cierto es que, guste o no, la principal petición de los obreros consistió en la sustitución de algunos o todos los trabajadores italianos que se pensaba subcontratar por trabajadores británicos. El acuerdo final con Total no ha ido por ese camino, pero sí el compromiso del gobierno de revisar la legislación laboral.
Que los obreros británicos reinterpreten al gusto del BNP la lucha de clases no se debe únicamente a una frase desafortunada de Gordon Brown. Algo tiene que ver tres décadas de neoliberalismo thatcherista, primero, y del New Labour, después. Y sobre todo una política de inmigración que también desde hace tres décadas (no es casualidad) viene normalizando la discriminación. La frase de Brown no difiere mucho de lo expresado por nuestro Ministro de Trabajo, Celestino Corbacho, cuando afirma en plan técnico que "España no está en condiciones de absorber inmigración". Empleos españoles para trabajadores españoles. Qué dirá de los españoles -muchos- que trabajamos en otros países. Los obreros británicos serán xenófobos, pero también más consecuentes: con su circunloquio Corbacho sólo apunta a los ciudadanos no comunitarios. España no está en condiciones de absorber "inmigrantes", pero sí "ciudadanos comunitarios", que suponen un 30 % de los extranjeros residentes en España, incluyendo una cantidad no desdeñable de ciudadanos británicos.
De esta manera llegamos a la raíz del problema. Porque el rechazo a la contratación de italianos equivale al rechazo a la contratación de senegaleses, marroquíes o albaneses. Las autoridades europeas no pretenden vaciar Europa de inmigrantes o impedir que lleguen, aunque no descarto que determinados políticos se crean sus propias mentiras. La legislación restrictiva sobre la inmigración pretende producir clandestinidad selectiva, al vincular los derechos civiles a un contrato de trabajo. Y en situaciones de crisis económica y social facilita la producción de un enemigo que traduce la demanda de mayor seguridad únicamente en términos de orden público y no de un acceso más justo a la riqueza común. Al tiempo que desvía el foco de los principales responsables del desastre económico.
No es una cuestión estrictamente laboral, si aceptamos una interpretación estricta de los derechos sociales; es una crisis política, del sentido de ciudadanía. Como he escrito antes, la parálisis del proceso de integración política europea tiene mucho que ver con todo esto (¿causa o consecuencia?). No podemos ignorarlo mientras nos quejamos del creciente nacionalismo de los gobiernos europeos, de que los trabajadores se enfrenten entre sí y de que proliferen las posiciones de extrema derecha. De ahí que Antonio Negri insista en que el terreno de lucha debe ser europeo, no nacional o como reproducción monstruosa, a gran escala, de lo nacional.
"Pero, nos dicen, Europa sigue siendo una madrastra. Es cierto, madrastra, mezquina y arrogante, liberal y patronal. Las caras de Sarkozy y Berlusconi la representan bien. Pero acordémonos también de que, antes de la madrastra, tuvimos una madre: y ella también se llama Europa. Es la historia de una unidad europea que fue querida por las masas de proletarios que ya no querían morir en las trincheras del Rhin, del Vístula o del Piave; que fue construida por los millones de migrantes que se trasladaron de los mares del sur a los del norte, y –trágicamente– hasta las estepas rusas. Recordemos aquí tan sólo las luchas de los obreros multinacionales que dieron pie a la circulación de la política obrera en Europa desde 1917 hasta finales de la década de 1970. Somos sus hijos. Debemos hacer realidad su legado."
Este año va a haber algunas oportunidades para ello. La Asamblea de los movimientos sociales del Foro Social Mundial 2009 ha convocado acciones de protesta en todo el mundo, y un momento fuerte tendrá lugar precisamente en Europa, entre el 28 de marzo y el 4 de abril. Por mencionar dos convocatorias:
- Movilización en Londres contra el G-20 el 28 de marzo;
- Movilización contra la OTAN en su 60 aniversario, 4 de abril (cumbre de Estrasburgo)
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