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2010/07/04 14:55:24.414000 GMT+2

A vueltas con la gran depresión

El día en que concluía la cumbre del G-20 en Canadá, el economista Paul Krugman mentaba la bicha en el New York Times (traducción al castellano en El País). Después de haber hablado de "gran recesión", Krugman nos cuenta ahora que nos encontramos en realidad en las etapas iniciales de la tercera depresión, después de las que sucedieron a los cracks financieros de 1873 y 1929. Que haya momentos de repunte económico no significa que luego no vuelva a haber recaídas (double-dip recession), o que en un período largo el balance sea el de un estancamiento o crecimiento económico ralentizado. Krugman denuncia que es el retorno a la ortodoxia económica, con su obsesión por la inflación y el déficit, lo que más está contribuyendo al agravamiento de la crisis económica, y que "decenas de millones de trabajadores desempleados" continuarán en paro durante años, "algunos de los cuales probablemente nunca vuelvan a trabajar de nuevo." Sólo aquellos países que, como Islandia (que ha adoptado medidas muy diferentes a las que se están aplicando en Letonia, Grecia o España), se alejen de la ortodoxia neoliberal podrán evitar -o paliar- el saqueo de sus ciudadanos.

Krugman es de los pocos economistas influyentes que emplean un término tan pesimista, si bien la crítica a las políticas equivocadas es una de las explicaciones habituales de la crisis. El geógrafo y teórico social David Harvey, en una de sus conferencias (parte de la cual se ha adaptado en una curiosa animación, que muestro más abajo) enumera esta y otras argumentaciones y las clasifica en cuatro grupos: las que aluden a la "naturaleza" humana (la avaricia, los instintos de dominación, el gusto irracional por el riesgo excesivo); las que denuncian los fallos institucionales; las que insisten en la persistencia de teorías económicas erróneas (keynesianos vs ultraliberales); las que se refieren a razones culturales (la dominación anglosajona u occidental, según la perspectiva); y quienes critican la aplicación de políticas fallidas. Harvey admite que todas ellas contienen una parte de razón pero resultan insuficientes para entender correctamente lo que está sucediendo. Por su parte, Harvey recurre a la crítica de la economía política de Karl Marx para hablar de lo que a su juicio falta en todas estas explicaciones: el riesgo sistémico y las contradicciones internas de la acumulación capitalista y cómo el capitalismo suele resolver sus crisis internas mediante desplazamientos geográficos. Lo cual supone dar un paso atrás y contemplar la crisis desde una perspectiva histórica.



Quienes estudian el capitalismo desde una perspectiva sistémica y de tiempo largo llevan años hablando de crisis, incluso en los momentos de la última bonanza económica, antes de la depresión. Immanuel Wallerstein hace tiempo que explica que nos encontramos en una fase caótica, de transición, que conducirá de aquí a algunas décadas a una nueva configuración sistémica global que difícilmente podrá calificarse como capitalismo (que finalmente sea un nuevo sistema-mundo más justo y democrático está por ver). Así que cuando se produjo la debacle financiera de verano de 2008, en octubre de ese año Wallerstein no dudó por un momento en calificar la situación económica mundial de depresión.

Antes, en 2007, el recientemente fallecido Giovanni Arrighi había investigado en su Adam Smith en Pekín en qué podría consistir ahora el desplazamiento geográfico al que se refiere Harvey y la transición sistémica de Wallerstein. Para Arrighi la crisis significaba fundamentalmente todo una crisis de hegemonía. 

"Hablaremos de crisis de hegemonía para designar una situación en la que el Estado hegemónico vigente carece de los medios o de la voluntad para seguir impulsando el sistema interestatal en una dirección que sea ampliamente percibida como favorable, no sólo para su propio poder, sino para el poder colectivo de los grupos dominantes del sistema. Las crisis no dan lugar necesariamente al fin de las hegemonías; especialmente relevante para nuestras preocupaciones es la distinción entre crisis de hegemonía que señalan problemas para los que cabe empero una solución relativamente prolongada - lo que llamaremos "crisis-señal"-, y crisis que por el contrario se exacerban hasta dar lugar al fin de la hegemonía vigente, que denominaremos "crisis terminales". Como se deduce de nuestra definición de hegemonía, un Estado puede seguir siendo dominante incluso después de la crisis terminal de su hegemonía, situación en la que, siguiendo a [Ranajit] Guha, hablaremos de dominación sin hegemonías."

La crisis-señal de la hegemonía estadounidense se habría producido en 1968-1971, cuando Estados Unidos abandona el patrón oro y pone término al sistema de Bretton Woods. A aquélla habría seguido -tras la contrarrevolución monetarista de finales de los setenta- un período de belle époque similar al período eduardiano que sucedió a la gran depresión de 1873-1896. "Esta respuesta [a la crisis de rentabilidad] consiste en una tendencia de todo el sistema, centrada en la principal economía capitalista de la época, a la "financiarización" del proceso de acumulación de capital. Esta tendencia, que acompaña a la transformación de la competencia intercapitalista de un juego de suma positiva en otro de suma negativa, actúa también como mecanismo clave para restaurar la rentabilidad, al menos temporalmente, en los centros declinantes pero todavía hegemónicos del capitalismo mundial. Desde este punto de vista podemos detectar similitudes, no sólo entre la belle époque eduardiana y el resurgimiento económico y la gran euforia estadounidense a finales de la década de 1990." Ya en 1995, Arrighi había afirmado que otra similitud entre ambos períodos era la falta de conciencia de sus beneficiarios acerca de la naturaleza real de dicha prosperidad coyuntural. Hasta ahí puede llegar la comparación. La historia nunca se repite. Como admite el propio Giovanni Arrighi a David Harvey en su última entrevista, publicada originalmente en la revista New Left Review: "uno de los mayores problemas, tanto para la izquierda como para la derecha, consiste en pensar que sólo ha habido un tipo de capitalismo que se reproduce a sí mismo históricamente, cuando el capitalismo se ha transformado sustancialmente -en particular a escala global- en modos inesperados."

Para Arrighi, "los intentos estadounidenses de revertir el aumento del poder del sur [con el proyecto neoconservador de un nuevo siglo americano] han tenido un efecto bumerán. Han precipitado lo que [denomina] la "crisis terminal" de la hegemonía estadounidense." El fin de esta hegemonía supone el fin también de la existencia de un sistema interestatal centrado en una agencia política o estatal dominante pero no el de la necesidad del capital de contar con una forma global de gobierno o de gobernanza.

Este enfoque sistémico y de tiempo largo nos ayuda a entender mejor el funcionamiento del capitalismo, "a situar la crisis en su verdadero nivel y a pensar en la bifurcación del sistema mundo", como afirma Yann Moulier Boutang, quien en su último libro analiza la crisis financiera como una encrucijada política, social y ecológica  ("L'abeille et l'économiste", éd. Carnets Nord, 2010) que podría desembocar en un capitalismo transformado o en su superación. Dicho enfoque permite superar una interpretación reduccionista basada en lo meramente coyuntural (por ejemplo, la publicación de las cifras mensuales de paro) o en la política partidista al interior de cada Estado. Pero a pesar de sus pretensiones totalizadoras, nunca deja de ser parcialmente descriptivo (a menos que, como Moulier Boutang, se intente conectar el nivel macro -ecológico- con el micro para proponer una nueva economía política).

Sin embargo, el esquema sistémico tiende a privilegiar una perspectiva macro, desde arriba, que puede llegar a abrumar y paralizar la acción política. La palabra depresión contiene inhibidores similares. Frente al sistema podemos sentirnos tan pequeños y prescindibles como el astrónomo que contempla la inmensidad del universo. Si todos, querámoslo o no, estamos dentro del sistema (por más dinámico y no lineal que sea), ¿qué significado tiene cambiar de sistema, superarlo o luchar contra el mismo? Aquello que nos permite comprender, por sí solo no nos ayuda a actuar. No existen recetas científicas. Wallerstein reconoce que una salida del capitalismo, incierta, será paulatina y "el resultado de infinidad de presiones individuales" en sentidos contradictorios. Aquí es donde entra la ética y la política. ¿Cuál es el sentido que queremos construir nosotros?

Escrito por: Samuel.2010/07/04 14:55:24.414000 GMT+2
Etiquetas: paul-krugman wallerstein yann-moulier-boutang giovanni-arrighi capitalismo depresión david-harvey crisis | Permalink | Comentarios (4) | Referencias (0)

Comentarios

Estimado Samuel,

Sería ud tan amable de arrojar un poco de luz en la sima de mi ignorancia :-)

1) Párrafo 6:
"Esta respuesta [a la crisis de rentabilidad] consiste en una tendencia de todo el sistema, centrada en la principal economía capitalista de la época, a la "financiarización" del proceso de acumulación de capital."
¿Financiarización del proceso de acumulación del capital? ¿Qué significa?

2) Justo a continuación:
"Esta tendencia, que acompaña a la transformación de la competencia intercapitalista de un juego de suma positiva en otro de suma negativa, actúa también como mecanismo clave para restaurar la rentabilidad, al menos temporalmente, en los centros declinantes pero todavía hegemónicos del capitalismo mundial."

¿Transformación de la competencia intercapitalista de un juego de suma positiva en otro de suma negativa? ¡Mande...!

La música más o menos la sigo, pero la letra...
Prometo estarte agradecido...
Saludos

Escrito por: Miguel.2010/07/05 23:02:35.786000 GMT+2
http://www.trebol-a.com/author/miguel/

Hola Miguel, gracias por comentar.
Los párrafos que citas corresponden a extractos del libro de Giovanni Arrighi que menciono en la entrada. Obviamente, falta mucho más texto para apreciar la letra del todo, lo más importante es la música ;-). Lo que sigue no deja de ser también un resumen.

En 1), el autor se refería a lo siguiente: cuando la tasa de rentabilidad de la producción de mercancías (con el fin de acumular capital) se reduce considerablemente con respecto a la tasa media del período anterior (a la crisis en cuestión), históricamente lo que se ha venido produciendo desde el Renacimiento es una expansión financiera en la que se intenta recuperar dicha rentabilidad no tanto mediante la producción de mercancías como a través del crédito. Este fenómeno tiende a ser impulsado por el Estado hegemónico del sistema interestatal (las Provincias Unidas, el Imperio Británico en el período eduardiano, Estados Unidos desde la era Reagan hasta el final de la era Bush) en ese momento y es un signo de su declive y de la reconfiguración del sistema en torno a un Estado o agencia política diferente (el desplazamiento geográfico del que hablaba).

En cuanto a 2), alude al hecho de que durante el apogeo de la hegemonía de un determinado Estado, el sistema mantiene cierta estabilidad a pesar de la competencia intercapitalista (competencia por captar capitales e inversión, un flujo regular de mano de obra a un coste aceptable para el capital, etc.), porque la mayoría de los gobiernos "importantes" y corporaciones capitalistas aceptan que dicha dominación les trae más beneficios que perjuicios (suma positiva), entre otras cosas por contener la lucha de clases. Es lo que pasó con los Estados Unidos tras la II Guerra Mundial, cuando impulsó el nacimiento del sistema multilateral (ONU, OTAN, UE, FMI) hoy en crisis. Cuando esa hegemonía declina (porque se agudiza la competencia en exceso o por la presión y conflictividad de los trabajadores de diferentes regiones) los diferentes actores del sistema van poniendo en la balanza más pros que contras (suma negativa) y comienzan a ir por libre. Una expansión financiera, además de recuperar determinados niveles de rentabilidad, puede ayudar a mantener ciertos consensos. Eso sí, temporalmente.

Esto en cuanto a su concepción del sistema y los ciclos. Añado que Arrighi creía que para el capitalismo global surgido con el dominio estadounidense y el hundimiento del espacio soviético cabían dos alternativas: o una estructura política global, o un nuevo centro de acumulación capitalista centrado en Asia (un archipiélago asiático liderado por Japón o China). En su último libro va más allá y sostiene que el desarrollo del mercado en China difiere del seguido en Occidente -aunque en las últimas décadas haya estado influenciado por éste- y que una eventual hegemonía china supone cerrar el paréntesis euroamericano y abrir la posibilidad para un orden mundial más armónico (si se me permite la expresión) y menos violento. Un argumento discutible, todo hay que decirlo.

Saludos.

Escrito por: Samuel.2010/07/06 00:24:25.582000 GMT+2
www.javierortiz.net/voz/samuel

Hola Samuel. He estado rumiando este post en la última semana. Me fijé en la cita de Wallerstein:  una salida del capitalismo, incierta, será paulatina y "el resultado de infinidad de presiones individuales" en sentidos contradictorios. La habré malentendido, pero me recordó a las campañas sobre reciclar, ahorrar agua y otras pamplinas "para salvar el planeta", porque, en efecto, se basan en la falacia de que el cambio se puede lograr mediante la suma de iniciativas individuales pasando por alto hábitos y actividades de mayor envergadura como el peso del transporte privado. ¿O se refiere más bien al cruce de intereses de clase?

En todo caso, no evito poner en relación este post con el anterior, sobre el discurso neocolonial rescatado a cuento del aniversario de la descolonización de África. Como dices, en África no llegaron a calar la concepción de la economía y el estado que ya hacen aguas en Europa. ¿Dirías entonces que en África existe alguna alternativa, aunque latente? ¿Y en América Latina (Chiapas, Bolivia, Venezuela...) habría también una salida positiva al capitalismo, a la explotación? Saludos.

Escrito por: Gonzaga.2010/07/09 21:24:6.291000 GMT+2

No sólo presiones, sino también éxodos, salidas y fugas. Lo de Wallerstein apunta a una obviedad que sin embargo conviene recordar y tener presente: la transformación de un sistema político y económico, de un modo de producción, en otro de características diferentes, siempre será el resultado de una evolución lenta, imperceptible, a lo largo de diferentes generaciones. Máxime si se trata de un sistema mundial como el capitalismo. Es más, sólo a posteriori podrá establecerse si se ha producido o no esta transformación, si ésta ha sido lo suficientemente importante como para poder hablar de un 'nuevo' sistema.

Me parece un error hablar de 'alternativas al capitalismo', pensando en una región o país o en un determinado gobierno con vistas a su réplica o imitación. Lo que hay son experimentaciones políticas muy interesantes y productivas en América Latina. Desde Europa resulta más difícil identificar estas experimentaciones en África, y esto es algo sobre lo que llevo dándole muchas vueltas. Pero lo mismo podemos decir de mundos tan complejos como el chino o el indio, o con respecto a intersecciones transversales a todos ellos como las tradiciones islámicas. Esta es una de las consecuencias de otra gran crisis, la del universalismo occidental. ¡Nuestros marcos de referencia se han quedado tan chicos!

Escrito por: Samuel.2010/07/10 16:33:37.019000 GMT+2
www.javierortiz.net/voz/samuel

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