El día en que concluía la cumbre del G-20 en Canadá, el economista Paul
Krugman mentaba
la bicha en el New York Times (traducción al castellano en
El País). Después de haber hablado de "gran
recesión", Krugman nos cuenta ahora que nos encontramos en realidad
en las etapas iniciales de la tercera depresión, después de las
que sucedieron a los cracks financieros de 1873 y 1929. Que haya
momentos de repunte económico no significa que luego no vuelva a haber
recaídas (double-dip recession), o que en un período largo el
balance sea el de un estancamiento o crecimiento económico ralentizado.
Krugman denuncia que es el retorno a la ortodoxia
económica, con su obsesión por la inflación y el déficit, lo que
más está contribuyendo al agravamiento de la crisis económica, y que
"decenas de millones de trabajadores desempleados" continuarán en paro
durante años, "algunos de los cuales probablemente nunca vuelvan a
trabajar de nuevo." Sólo aquellos países que, como
Islandia (que ha adoptado medidas muy diferentes a las que se están
aplicando en Letonia, Grecia o España), se alejen de la ortodoxia
neoliberal podrán evitar -o paliar- el saqueo de sus ciudadanos.
Krugman
es de los pocos economistas influyentes que emplean un término tan
pesimista, si bien la crítica a las políticas equivocadas es una de las
explicaciones habituales de la crisis. El geógrafo y teórico social David
Harvey, en una de sus conferencias
(parte de la cual se ha adaptado en una curiosa animación, que muestro
más abajo) enumera esta y otras argumentaciones y las clasifica en
cuatro grupos: las que aluden a la "naturaleza" humana (la avaricia, los
instintos de dominación, el gusto irracional por el riesgo excesivo);
las que denuncian los fallos institucionales; las que insisten en la
persistencia de teorías económicas erróneas (keynesianos vs
ultraliberales); las que se refieren a razones culturales (la dominación
anglosajona u occidental, según la perspectiva); y quienes critican la
aplicación de políticas fallidas. Harvey admite que todas ellas contienen
una parte de razón pero resultan insuficientes para entender
correctamente lo que está sucediendo. Por su parte, Harvey recurre a la
crítica de la economía política de Karl Marx para hablar de lo que a su
juicio falta en todas estas explicaciones: el riesgo sistémico y las
contradicciones internas de la acumulación capitalista y cómo el
capitalismo suele resolver sus crisis internas mediante desplazamientos
geográficos. Lo cual supone dar un paso atrás y contemplar la crisis
desde una perspectiva histórica.
Quienes
estudian el capitalismo desde una perspectiva sistémica y de tiempo
largo llevan años hablando de crisis, incluso en los momentos de la
última bonanza económica, antes de la depresión. Immanuel Wallerstein
hace tiempo que explica que nos encontramos en una fase caótica, de
transición, que conducirá de aquí a algunas décadas a una nueva
configuración sistémica global que difícilmente podrá calificarse como
capitalismo (que finalmente sea un nuevo sistema-mundo más justo y
democrático está por ver). Así que cuando se produjo la debacle
financiera de verano de 2008, en octubre de ese año Wallerstein no dudó
por un momento en calificar
la situación económica mundial de depresión.
Antes, en 2007, el
recientemente fallecido Giovanni Arrighi había investigado en su
Adam
Smith en Pekín en qué podría consistir ahora el desplazamiento
geográfico al que se refiere Harvey y la transición sistémica de
Wallerstein. Para Arrighi la crisis significaba fundamentalmente todo
una crisis de hegemonía.
"Hablaremos de crisis de hegemonía
para designar una situación en la que el Estado hegemónico vigente
carece de los medios o de la voluntad para seguir impulsando el sistema
interestatal en una dirección que sea ampliamente percibida como
favorable, no sólo para su propio poder, sino para el poder colectivo de
los grupos dominantes del sistema. Las crisis no dan lugar
necesariamente al fin de las hegemonías; especialmente relevante para
nuestras preocupaciones es la distinción entre crisis de hegemonía que
señalan problemas para los que cabe empero una solución relativamente
prolongada - lo que llamaremos "crisis-señal"-, y crisis que por el
contrario se exacerban hasta dar lugar al fin de la hegemonía vigente,
que denominaremos "crisis terminales". Como se deduce de nuestra
definición de hegemonía, un Estado puede seguir siendo dominante incluso
después de la crisis terminal de su hegemonía, situación en la que,
siguiendo a [Ranajit] Guha, hablaremos de dominación sin hegemonías."
La
crisis-señal de la hegemonía estadounidense se habría producido en
1968-1971, cuando Estados Unidos abandona el patrón oro y pone término
al sistema de Bretton Woods. A aquélla habría seguido -tras la
contrarrevolución monetarista de finales de los setenta- un período de belle
époque similar al período eduardiano que sucedió a la gran
depresión de 1873-1896. "Esta respuesta [a la crisis de rentabilidad]
consiste en una tendencia de todo el sistema, centrada en la principal
economía capitalista de la época, a la "financiarización" del proceso de
acumulación de capital. Esta tendencia, que acompaña a la
transformación de la competencia intercapitalista de un juego de suma
positiva en otro de suma negativa, actúa también como mecanismo clave
para restaurar la rentabilidad, al menos temporalmente, en los centros
declinantes pero todavía hegemónicos del capitalismo mundial. Desde este
punto de vista podemos detectar similitudes, no sólo entre la belle
époque eduardiana y el resurgimiento económico y la gran euforia
estadounidense a finales de la década de 1990." Ya en 1995, Arrighi
había afirmado que otra similitud entre ambos períodos era la falta de
conciencia de sus beneficiarios acerca de la naturaleza real de dicha
prosperidad coyuntural. Hasta ahí puede llegar la comparación. La
historia nunca se repite. Como admite el propio Giovanni Arrighi a David
Harvey en su
última entrevista, publicada originalmente en la revista New Left
Review: "uno de los mayores problemas, tanto para la izquierda como
para la derecha, consiste en pensar que sólo ha habido un tipo de
capitalismo que se reproduce a sí mismo históricamente, cuando el
capitalismo se ha transformado sustancialmente -en particular a escala
global- en modos inesperados."
Para Arrighi, "los intentos
estadounidenses de revertir el aumento
del poder del sur [con el proyecto neoconservador de un nuevo siglo
americano] han tenido un efecto bumerán. Han precipitado lo que
[denomina] la "crisis terminal" de la hegemonía estadounidense."
El fin de esta hegemonía supone el fin también de la existencia de un
sistema interestatal centrado en una agencia política o estatal
dominante pero no el de la necesidad del capital de contar con una forma
global de gobierno o de gobernanza.
Este enfoque sistémico y de
tiempo largo nos ayuda a entender mejor el funcionamiento del
capitalismo, "a situar la crisis en su verdadero nivel y a pensar en
la bifurcación del sistema mundo", como afirma Yann Moulier
Boutang, quien en su último libro analiza la crisis financiera como
una encrucijada política, social y ecológica ("L'abeille
et l'économiste", éd. Carnets Nord, 2010) que podría desembocar en un capitalismo transformado o en su superación. Dicho enfoque
permite superar una interpretación reduccionista basada en lo meramente
coyuntural (por ejemplo, la publicación de las cifras mensuales de paro)
o en la política partidista al interior de cada Estado. Pero a pesar de
sus pretensiones totalizadoras, nunca deja de ser parcialmente
descriptivo (a menos que, como Moulier Boutang, se intente conectar el
nivel macro -ecológico- con el micro para proponer una nueva economía
política).
Sin embargo, el esquema sistémico tiende a privilegiar
una perspectiva macro, desde arriba, que puede llegar a abrumar y
paralizar la acción política. La palabra depresión contiene
inhibidores similares. Frente al sistema podemos sentirnos tan pequeños y
prescindibles como el astrónomo que contempla la inmensidad del
universo. Si todos, querámoslo o no, estamos dentro del
sistema (por más dinámico y no lineal que sea), ¿qué significado
tiene cambiar de sistema, superarlo o luchar contra
el mismo? Aquello que nos permite comprender, por sí solo no nos ayuda a
actuar. No existen recetas científicas. Wallerstein reconoce que una
salida del capitalismo, incierta, será paulatina y "el resultado de
infinidad de presiones individuales" en sentidos contradictorios.
Aquí es donde entra la ética y la política. ¿Cuál es el sentido que
queremos construir nosotros?
2010/07/04 14:55:24.414000 GMT+2
A vueltas con la gran depresión
Escrito por: Samuel.2010/07/04 14:55:24.414000 GMT+2
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Comentarios
Sería ud tan amable de arrojar un poco de luz en la sima de mi ignorancia :-)
1) Párrafo 6:
"Esta respuesta [a la crisis de rentabilidad] consiste en una tendencia de todo el sistema, centrada en la principal economía capitalista de la época, a la "financiarización" del proceso de acumulación de capital."
¿Financiarización del proceso de acumulación del capital? ¿Qué significa?
2) Justo a continuación:
"Esta tendencia, que acompaña a la transformación de la competencia intercapitalista de un juego de suma positiva en otro de suma negativa, actúa también como mecanismo clave para restaurar la rentabilidad, al menos temporalmente, en los centros declinantes pero todavía hegemónicos del capitalismo mundial."
¿Transformación de la competencia intercapitalista de un juego de suma positiva en otro de suma negativa? ¡Mande...!
La música más o menos la sigo, pero la letra...
Prometo estarte agradecido...
Saludos
Escrito por: Miguel.2010/07/05 23:02:35.786000 GMT+2
http://www.trebol-a.com/author/miguel/
Los párrafos que citas corresponden a extractos del libro de Giovanni Arrighi que menciono en la entrada. Obviamente, falta mucho más texto para apreciar la letra del todo, lo más importante es la música ;-). Lo que sigue no deja de ser también un resumen.
En 1), el autor se refería a lo siguiente: cuando la tasa de rentabilidad de la producción de mercancías (con el fin de acumular capital) se reduce considerablemente con respecto a la tasa media del período anterior (a la crisis en cuestión), históricamente lo que se ha venido produciendo desde el Renacimiento es una expansión financiera en la que se intenta recuperar dicha rentabilidad no tanto mediante la producción de mercancías como a través del crédito. Este fenómeno tiende a ser impulsado por el Estado hegemónico del sistema interestatal (las Provincias Unidas, el Imperio Británico en el período eduardiano, Estados Unidos desde la era Reagan hasta el final de la era Bush) en ese momento y es un signo de su declive y de la reconfiguración del sistema en torno a un Estado o agencia política diferente (el desplazamiento geográfico del que hablaba).
En cuanto a 2), alude al hecho de que durante el apogeo de la hegemonía de un determinado Estado, el sistema mantiene cierta estabilidad a pesar de la competencia intercapitalista (competencia por captar capitales e inversión, un flujo regular de mano de obra a un coste aceptable para el capital, etc.), porque la mayoría de los gobiernos "importantes" y corporaciones capitalistas aceptan que dicha dominación les trae más beneficios que perjuicios (suma positiva), entre otras cosas por contener la lucha de clases. Es lo que pasó con los Estados Unidos tras la II Guerra Mundial, cuando impulsó el nacimiento del sistema multilateral (ONU, OTAN, UE, FMI) hoy en crisis. Cuando esa hegemonía declina (porque se agudiza la competencia en exceso o por la presión y conflictividad de los trabajadores de diferentes regiones) los diferentes actores del sistema van poniendo en la balanza más pros que contras (suma negativa) y comienzan a ir por libre. Una expansión financiera, además de recuperar determinados niveles de rentabilidad, puede ayudar a mantener ciertos consensos. Eso sí, temporalmente.
Esto en cuanto a su concepción del sistema y los ciclos. Añado que Arrighi creía que para el capitalismo global surgido con el dominio estadounidense y el hundimiento del espacio soviético cabían dos alternativas: o una estructura política global, o un nuevo centro de acumulación capitalista centrado en Asia (un archipiélago asiático liderado por Japón o China). En su último libro va más allá y sostiene que el desarrollo del mercado en China difiere del seguido en Occidente -aunque en las últimas décadas haya estado influenciado por éste- y que una eventual hegemonía china supone cerrar el paréntesis euroamericano y abrir la posibilidad para un orden mundial más armónico (si se me permite la expresión) y menos violento. Un argumento discutible, todo hay que decirlo.
Saludos.
Escrito por: Samuel.2010/07/06 00:24:25.582000 GMT+2
www.javierortiz.net/voz/samuel
Hola Samuel. He estado rumiando este post en la última semana. Me fijé en la cita de Wallerstein: una salida del capitalismo, incierta, será paulatina y "el resultado de infinidad de presiones individuales" en sentidos contradictorios. La habré malentendido, pero me recordó a las campañas sobre reciclar, ahorrar agua y otras pamplinas "para salvar el planeta", porque, en efecto, se basan en la falacia de que el cambio se puede lograr mediante la suma de iniciativas individuales pasando por alto hábitos y actividades de mayor envergadura como el peso del transporte privado. ¿O se refiere más bien al cruce de intereses de clase?
En todo caso, no evito poner en relación este post con el anterior, sobre el discurso neocolonial rescatado a cuento del aniversario de la descolonización de África. Como dices, en África no llegaron a calar la concepción de la economía y el estado que ya hacen aguas en Europa. ¿Dirías entonces que en África existe alguna alternativa, aunque latente? ¿Y en América Latina (Chiapas, Bolivia, Venezuela...) habría también una salida positiva al capitalismo, a la explotación? Saludos.
Escrito por: Gonzaga.2010/07/09 21:24:6.291000 GMT+2
Me parece un error hablar de 'alternativas al capitalismo', pensando en una región o país o en un determinado gobierno con vistas a su réplica o imitación. Lo que hay son experimentaciones políticas muy interesantes y productivas en América Latina. Desde Europa resulta más difícil identificar estas experimentaciones en África, y esto es algo sobre lo que llevo dándole muchas vueltas. Pero lo mismo podemos decir de mundos tan complejos como el chino o el indio, o con respecto a intersecciones transversales a todos ellos como las tradiciones islámicas. Esta es una de las consecuencias de otra gran crisis, la del universalismo occidental. ¡Nuestros marcos de referencia se han quedado tan chicos!
Escrito por: Samuel.2010/07/10 16:33:37.019000 GMT+2
www.javierortiz.net/voz/samuel