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2013/10/28 08:22:30.603000 GMT+2

Una escena de las relaciones internacionales

Cualquier lector se sentiría inclinado a pensar que esta fotografía forma parte de un entrañable álbum familiar, probablemente el de la apacible señora que momentáneamente ha interrumpido el rito habitual del té de la tarde para responder al teléfono que descansa sobre la hogareña mesa camilla de su cuarto de estar. Mientras tanto, su visitante, plácidamente recostado en el sofá, en llana y familiar postura, espera con evidente calma reanudar la conversación que ambos vendrían sosteniendo antes de que sonara el teléfono. Su taza de té y unas pastas le esperan sobre la mesa del tresillo. La paz y una cierta serenidad dominan el ambiente, aunque el desnudo brazo de la señora, apoyado sobre el cojín de la butaca, revela una cierta tensión o inquietud que no parece compartir el invitado, fiel trasunto de la serenidad y el sosiego.

Sin embargo, mientras se tomaba esta fotografía en 1973, estaba en vilo la suerte del mundo, que contemplaba la evolución de un serio conflicto bélico que pudo haber incendiado el planeta y cuyo resultado, en gran parte, dependía de las decisiones que estaban tomando ambos personajes en esos momentos. La señora al teléfono es la entonces primera ministra de Israel Golda Meir, fallecida a los 80 años en 1978; el caballero visitante es el ahora nonagenario Henry Kissinger, entonces Secretario de Estado en el Gobierno de Richard Nixon. Y la guerra que incendió el Oriente Próximo y suscitó la reunión entre ambos fue la llamada "Guerra de Yom Kipur".

Aunque los destinos del mundo dependían en cierto modo de lo que en ese momento hablaran estos dos personajes, en la imagen se echa en falta la parafernalia a la que ahora estamos acostumbrados y que reproducen los medios de comunicación, cuando en nuestros días se producen similares situaciones de tensión internacional: ayudantes, secretarios, generales, ordenadores, planos, carpetas, consolas... etc. ¿Es que era otra la forma de desarrollar las relaciones internacionales? De ningún modo. Sea cual sea el moderno desarrollo tecnológico que afecta a los procesos decisorios, cuando se trata de adoptar decisiones difíciles que requieren poner de acuerdo intereses no coincidentes pero parcialmente ajustables, son los contactos personales entre quienes tienen la capacidad definitiva de decisión los que realmente permiten alcanzar resultados eficaces.

Así ocurrió en este caso. En octubre de 1973 el mundo estuvo al borde de una catástrofe de imprevisibles consecuencias. Sorprendidos los ejércitos israelíes durante la celebración de una importante festividad religiosa judía, en la que su nivel de alerta y vigilancia no era el máximo, el ataque simultáneo de los ejércitos sirio y egipcio puso a Israel en una difícil situación. Rusia apoyaba a los atacantes y movilizó su flota del Mediterráneo; mientras tanto, EE.UU., sin consultar con la OTAN, declaró la alerta nuclear. Tras la reacción militar israelí y un largo tira y afloja diplomático, se logró un alto el fuego y la intervención de una fuerza pacificadora de la ONU. Pero la peor consecuencia de esta guerra fue la grave crisis petrolera provocada por la OPEP, cuyos efectos afectaron muy negativamente a las economías de EE.UU. y Europa.

Concluida la guerra, muchos medios de comunicación, basándose en declaraciones oficiales, aseguraron que en los más críticos momentos de la invasión árabe, en Israel se había ordenado preparar las armas nucleares, a pesar de que sobre ellas existía un acuerdo tácito -gestionado por el mismo Kissinger- entre Meir y Nixon para no aludir jamás a su existencia. Se dijo que si los satélites de vigilancia de EE.UU. detectaban el despliegue de los misiles tierra-tierra con carga nuclear, Nixon se vería inducido a pedir a Brezhnev que ejerciera presión sobre El Cairo y Damasco para poner fin a la ofensiva árabe.

La foto arriba reproducida, propiedad de Associated Press, ha sido extraída del diario israelí Haaretz (2 octubre 2013), con motivo de una entrevista que Kissinger concedió para una conocida serie de televisión titulada The Avoidable War ("La Guerra evitable"), producida por el Canal 1 de Israel. Al ser preguntado sobre la verosimilitud del supuesto despliegue del arsenal nuclear israelí, respondió que nunca había recibido señales en ese sentido y que, si eso hubiera ocurrido, el Gobierno de Nixon "se hubiera opuesto totalmente a ello". Declaró, sorprendentemente, que lo que esos días ocurría en Israel no tenía repercusión sobre ellos (el grupo de asesores inmediatos de Nixon) y tampoco en ningún otro nivel de la cadena de responsabilidades.

Kissinger fue muy concreto: "¿Es que los israelíes estaban tan desesperados el 9 de octubre [el apogeo del avance árabe] como para amenazar con el uso o la demostración de las armas definitivas? Si lo hicieron, nunca llegué a saberlo, y nadie en el Gobierno de EE.UU. recibió indicación alguna al respecto; nos hubiéramos opuesto firmemente, pero este asunto nunca llegó a plantearse".

Con esto, Kissinger desmontaba uno de los más extendidos mitos sobre aquella guerra. Que sus actuales declaraciones correspondan o no a la realidad, es algo que siempre podrá dudarse; el periodista de Haaretz califica a Kissinger como "el gran maestro de la diplomacia del siglo XX", y ya se sabe que toda diplomacia sabe manejar con habilidad el arte de la mentira. Estos días, en los que se cumple el 40º aniversario de la citada guerra, nuevas informaciones saldrán a la luz, pero siempre quedará grabada en la mente la escena de un familiar cuarto de estar, donde dos personas bien instaladas ante las palancas de mando de la paz y la guerra debatían sobre los destinos de la humanidad.

Publicado en CEIPAZ, el 28 de octubre de 2013

Escrito por: alberto_piris.2013/10/28 08:22:30.603000 GMT+2
Etiquetas: eeuu diplomacia israel meir kissinger | Permalink | Comentarios (0) | Referencias (0)

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