Una nueva ley aprobada por el parlamento de Polonia y pendiente de ratificación por el tribunal constitucional hará posible castigar a cualquier persona que sugiera públicamente que el pueblo polaco participó en el Holocausto judío que tuvo lugar durante la ocupación alemana del país en la 2ª Guerra Mundial.
Durante la pasada Conferencia de seguridad en Munich el primer ministro polaco, Mateusz Morawiecki, declaró en una rueda de prensa que en la matanza de judíos en Polonia intervinieron tanto ciudadanos polacos como judíos. Omitiendo el evidente hecho de que en la época aludida los judíos eran tan ciudadanos polacos como los demás, con tan inverosímil explicación reafirmó las extendidas sospechas de que la citada ley obedece a la presión del ultraderechista partido en el Gobierno, Ley y Justicia, que pretende asentar la idea de que los polacos nada tuvieron que ver con la barbarie asesina con la que convivieron entre 1939 y 1945.
El Gobierno parece desear que se les otorgue lo que el periodista polaco Konstanty Gebert llamó "certificado de virginidad", quien públicamente desafió así a la justicia polaca: "Solemnemente declaro que muchos ciudadanos de la nación polaca son corresponsables de ciertos crímenes nazis cometidos por el Tercer Reich".
Morawiecki insistió: "Todas las atrocidades y todas las víctimas, todo lo que ocurrió en tierras polacas durante la 2ª GM, son atribuibles a Alemania. Jamás seremos acusados de complicidad con el Holocausto. Esto es nuestro 'ser o no ser'".
Pero difícil lo va a tener el ultranacionalista primer ministro cuando la Historia vaya revelando la realidad, como ya ha empezado a ocurrir. Es la ley universal aplicable a todos los que, como en España, temen que salga a la luz "la memoria histórica", esa a la que tachan de "reabrir heridas" o de ser la "venganza de los vencidos". Al contrario de lo que sucede en Alemania, donde jurídica y socialmente el pueblo alemán ha asumido con entereza su pasado y ha dejado atrás los demonios que mancharon su memoria, Polonia no se ha reconciliado con su historia reciente; "No está en paz con sus fantasmas judíos", escribió Gebert.
Y la Historia se ha hecho presente también, renovando memorias, en un reciente libro del historiador polaco Jan Grabowsky, profesor en la Universidad de Ottawa, titulado Hunt for the Jews (La caza de los judíos). Fruto de una exhaustiva investigación, en él se demuestra que, de los 3,2 millones de judíos asesinados en Polonia, unos 200.000 no murieron en las cámaras de gas nazis sino a manos de sus compatriotas polacos.
Examinando documentos polacos, judíos y alemanes de la guerra y la posguerra, Grabowsky descubrió cómo hubo ciudadanos que se implicaron en la detención y asesinato de judíos que les pedían ayuda; pero también documenta el heroísmo de los polacos que auxiliaron a sus vecinos judíos, a veces a riesgo de su vida. Eran una excepción, "un pequeño grupo de aterrorizadas personas que, sobre todo, tenían miedo de sus vecinos".
También hubo casos de polacos que ayudaron a los judíos por codicia, no por razones altruistas; los salvaban para luego explotar su riqueza y hasta los asesinaban después si no obtenían lo que deseaban: dinero, propiedades o favores sexuales. La mayoría de los judíos escondidos fueron traicionados; se les denunció y se les entregó a la policía, polaca o alemana.
El diario de un maestro de pueblo revelaba que "la orgía de asesinatos no era obra solo de los alemanes y de sus auxiliares ucranianos y letones. Era evidente que nuestros [polacos] policías participaron en la matanza (sabemos que eran como bestias) pero ocurrió que también intervinieron polacos normales, voluntarios accidentales".
Los alemanes les premiaban por cada judío cazado: vodka, azúcar, patatas, aceite u objetos personales de las víctimas. Grabowsky estudió los archivos de los procesos incoados contra esos individuos y descubrió que algunos campesinos polacos "eran monstruos sin sentimientos, capaces de matar a su vecino sin pestañear por una botella de licor".
Con el error actual del Gobierno polaco, al querer ocultar la realidad de lo ocurrido en aquellos penosos años y penalizar con multas o prisión a quienes la revelen, solo conseguirá ponerse en la misma situación que aquellos polacos que, sin participar activa o pasivamente en el Holocausto, miraban escondidos tras los visillos de sus ventanas cómo sus vecinos judíos eran entregados por sus compatriotas a la policía o simplemente asesinados. Grabowsky sentencia: "No hubo espectadores del Holocausto: todo el mundo actuó, de uno u otro modo, todos participaron".
Esas son las lecciones de la Historia que, tarde o temprano, siempre saldrán a relucir por mucho que los Gobiernos o los Goebbels de turno se empeñen en esconder o embellecer la realidad. Realidad que no pueden ocultar posteriores exaltaciones patrióticas, himnos o desfiles.
Publicado en República de las ideas el 22 de febrero de 20918
Comentarios
Vvimos tiempos difíciles para la MEMORIA HISTÓRICA, para la MEMORIA en general. No es algo nuevo. La sociedad española nunca ha mostrado un interés por conocer su pasado (solo se vive el presente esperando el futuro), sobre todo cuando la enseñanza abierta, diversa y profunda del mismo ha sido manipulada, tergiversada y acorde con la propia naturaleza de los que han dominado a la sociedad, de los vencedores. Para conducir a la sociedad a un estado inapetente, frío, los poderes y gobiernos han aplicado con mucho esmero y fuerza el silencio y el olvido, precisamente para justificar la falsa "reconciliación", para asumir la derrota por completo y convivir con la impunidad de los actos, de los comportamientos y de los valores retrógrados de los vencedores. Han confiado en el paso del tiempo, en la muerte de los aún testigos, siendo todo esto un fuerte aliado de la desmemoria, de la pérdida por completo de la importancia del pasado democrático, de su recuerdo en la vida actual. Para conocernos hay que conocer la Historia, nuestro pasado con la máxima objetividad, la experiencia de madres, padres, abuelas, abuelos y muchos familiares que vivieron la II República, único período corto de cambio y revolución en la Historia Contemporánea de España, que muchas y muchos lucharon por ella, y que su menoria no debe continuar enterrada en cunetas ni en fosas comunes ni en cementerios ni en los archivos públicos y privados, ni bajo el silencio y el olvido.
Que es complicado, sí, así es. Mucho tiempo dominados por el miedo, mucho tiempo acosados por la muerte y guardando silencio y olvidando.¡MEMORIA, ayúdanos a que vuelvan a la vida, ayúdanos a conocerlos, a conocer la razón por la que desaparecieron!. ¡MEMORIA, no sigas ocultándote bajo la despreciable actitud de los pseudoprogresistas!. ¡Cuántos años tapada, escondida!, ¿por qué?, ¿por miedo, por abandono, por deshonor? Que respondan los fariseos.
Se trata de recuperar la HISTORIA de los que reclamaron por un reparto justo de los recursos, por unos salarios dignos, por una protección laboral inexistente en aquellos momentos, por una lucha para la eliminación de la jerarquía, al go a lo que hoy día se está volviendo poco a poco, disfrazándola de libertad y democracia podrida.
Pero tras el golpe de Estado de 1936, la España del orden, patria y religión se impuso por la fuerza y el terror al de la democracia, la República y la revolución (como ocurrió en Polonia posteriormente). Volvió el tiempo de oscuridad frente a los días claros de modernización y civilización. Como apuntaba el escritor RAFAEL CHIRBES -por desgracia fallecido el 15 de agosto del año 2015- en su obra "LA LARGA MARCHA":
"España, en esos libros, es un eterno país nocturno e intransigente, cainita, en donde siempre la mitad ocupa por la fuerza el todo y lo pone a su servicio, un miserable país que grita ´vivan las caenas´y saca bajo palio a los tiranos, y usa el nombre de Dios como una pìstola con la que disparar sobre el prójimo, y en el que un esperpento sangriento llamado Millán Astray apunta su arma contra Unamuno al grito de ´Muera la inteligencia´, y donde los obispos bendicen los paredones desportillados por los impactos de las balas y manchados de sangre. Después de la larga guerra y de la terrible noche que le ha seguido, no queda nada que muestre síntomas de vida en España. Pensadores, científicos y poetas han muerto fusilados o han tenido que marcharse. Aquí no ha quedado más que la basura: energúmenos sudorosos que dan patadas a un balón; olor de sangre y estiércol y gritos de bárbaros en un redondel donde se tortura a un toro; tonadilleras que apestan a sobaco cuando levantan los brazos para tocar las castañuelas; y curas que chupan la sangre de la ignorancia y el miedo que han impuesto después de tantos años de muerte, con el solo objeto de engordar; matones que trabajan en grupo, que se imponen en grupo, que pagan y matan en grupo".
Las fusiladas, los fusilados, las condenadas y los condenados a su total desaparición, las vencidas y los vencidos fueron víctimas de la barbarie promovida por las y los defensores del orden arcaico, defensores de los intereses de unas clases sociales partidarias de la explotación, de la sumisión, de la desigualdad. En Polonia supongo que ocurriría algo parecido, siendo los judíos el chivo expiatorio.
Como decía JORGE SEMPRÚN, en el documental "LOS CAMINOS DE LA MEMORIA", de MARISA PAREDES y JOSÉ LUIS PEÑAFUERTE, del año 2009: "España se asienta hoy sobre valores democráticos, pero su memoria histórica sigue todavía dominada por los vencedores. Por muchos esfuerzos que se hagan, por muchas leyes de memoria que se hagan, todavía predomina la memoria de los vencedores. En España nadie sale a protestar porque haya beatificaciones de asesinados de un lado, y les parece normal que no haya "beatificaciones" del otro lado. No reivindican nada. Esto es un rescoldo de la dominación absoluta que han tenido sobre la memoria del pueblo, sobre la memoria colectiva, los vencedores. Han impuesto su memoria y su visión de la Guerra Civil. Hoy está en los libros que no fue así...pero en lo que es ese estrato profundo de lo que es la memoria colectiva, ahí siguen todavía dominando los vencedores".
Y como dice MIGUEL SÁNCHEZ-OSTIZ en su obra "EL ESCARMIENTO": "La memoria es sagrada, decían en plan pomposo, no, sólo es sagrada la de los tramposos, de los que quieren vivir en la impunidad, en la imposición de silencio para hacer lo que les da la gana..." "Hay que borrar las últimas huellas de la infamia. La historia se escribe así, borrándola, borrando lo que no nos conviene, trayendo a la luz aquello a lo que podemos sacarle algún provecho, manejando y manipulando fuentes que a los demás resultan inaccesibles, ocultando, falsificando, acomodándola a nuestras conveniencias y a las convenciones sociales en las que vivimos".
El período de la Transición de la dictadura fascista a la democracia española supuso la aceptación por parte de la izquierda del silencio y del olvido respecto a las acciones de represión y de robo o expropiación llevadas a cabo por los que formaban y defencdían la dictadura, inventándose con ello el acto de la "reconciliación". Como decía JAVIER ORTIZ -también por desgracia fallecido el 28 de abril del año 2009- en su artículo "LA LOSA DEL PASADO", de octubre de 2008: "Los dirigentes del PP insisten en que no hay que mirar atrás, no hay que revisar la Historia, no hay que remover el pasado. ¿A cuento de qué esa obsesión olvidadiza? Ése es el punto clave: que tienen mucho que ocultar.
Protegen su pasado. El de ellos o el de sus inmediatos ancestros. Algunas de las fortunas de las que disfruta la más encumbrada derecha española de hoy provienen de expropiaciones inicuas que, caso de revisarse, podrían dejar a más de uno (y a más de ciento) con una mano delante y otra atrás".
En este sentido, hay que preguntarse: ¿para que exista una convivencia pacífica en España ha de basarse ésta en la no investigación del período de represión y de la dictadura, en no juzgar todos esos hechos, en aceptar la impunidad y convivir con ella, como quizás sea lo que pretende el gobierno ultraderechista de Polonia en la actualidad?. ¿No hay, pues, otra alternativa para una convivencia pacífica?. ¿Pero qué clase de sociedad formamos?
Según GREGORIO MORÁN: "Lo que pasó fue una traición de las fuerzas antifranquistas y el triunfo del arribismo político, en un esquema al que sin duda le sobra moralismo, pero que al menos tiene el mérito de plantear los resultados no como fruto de un idílico consenso, sino del chantaje, la obliteración forzada de los lazos entre la nueva democracia y la república, y la ocultación misma del carácter de clase delproceso. Se trataría de una derrota política y ética de la izquierda. En el proceso unos ganaron (los que habían colaborado con la dictadura) y otros perdieron".
Puede decirse que en los años posteriores a la muerte de Franco y en la etapa de los gobiernos socialdemócratas que siguen a 1982 no existió realmente interés en desarrollar una política de memoria democrática que contrarrestara los estragos de la dictadura.
Como decía MAX AUB en su obra "CAMPO DE LOS ALMENDROS": "Estos que ves ahora deshechos, maltrechos, furiosos, aplanados, sin afeitar, sin lavar, cochinos, sucios, cansados, mordiéndose, hechos un asco, destrozados, son, sin embargo, no lo olvides, hijo, no lo olvides nunca pase lo que pase, son los mejores de España, los únicos que, de verdad, se han alzado, sin nada, con sus manos, contra el fascismo, contra los militares, contra los poderosos, por la sola justicia; cada uno a su modo, a su manera, como han podido, sin que les importara su comodidad, su familia, su dinero. Éstos que ves, españoles rotos, derrotados, hacinados, heridos, soñolientos, medio muertos, esperanzados todavía en escapar, son, no lo olvides, lo mejor del mundo. No es hermoso. Pero es lo mejor del mundo. No lo olvides nunca, hijo, no lo olvides".
Escrito por: Luis.2018/02/23 12:54:56.296926 GMT+1
El pasado, tan presente