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2011/05/16 20:21:42.590000 GMT+2

Las responsabilidades en una guerra civil

En estas mismas páginas tuve la oportunidad de explicar mi apoyo a la intervención inicial de la OTAN en Libia ("Las ideologías ante Libia", 18 marzo 2011), para atender la petición hecha por los rebeldes alzados contra Gadafi, que aspiraban a ser protegidos frente a los violentos ataques gubernamentales mediante una zona de exclusión aérea. Ahora, casi dos meses después, me siento obligado a completar aquel comentario con otras consideraciones, ante el curso que han tomado los acontecimientos desde que las primeras bombas empezaron a caer sobre territorio libio.

Lo que pretendía ser una intervención militar, intensa pero breve, con objeto de evitar que las fuerzas gubernamentales siguieran arrasando las poblaciones sublevadas contra el dictador libio y ensañándose contra sus compatriotas, está derivando en una guerra de desgaste cuya principal víctima es, en su conjunto, el pueblo libio.

Bien es verdad que, en toda guerra civil, hablar en conjunto de "pueblo" es engañoso, puesto que éste se halla dividido y los que antes eran y vivían como compatriotas ahora se atacan recíprocamente como enemigos. Los españoles (uno de los últimos pueblos europeos que se desangró en una larga lucha fratricida) deberíamos tener esto bien presente. También en nuestra Guerra Civil la víctima principal fue el pueblo español en su conjunto, los hombres, mujeres y niños que entonces habitaban nuestra piel de toro, pueblo que además quedó fragmentado entre vencedores y vencidos durante largos decenios tras el final de la contienda.

Todos salieron perdiendo. A unos, el resultado en el campo de batalla les hizo perder hasta el derecho a seguir viviendo en la tierra en la que habían nacido. Otros, los que triunfaron con las armas, sufrieron una seria degradación de sus valores morales, lo que condujo a una cadena de venganzas, ejecuciones e injusticias, que constituyó la sangrienta estela dejada por aquel conflicto. Sin embargo, y como se ha analizado ya más que sobradamente, las responsabilidades generales por lo sucedido no están circunscritas al pueblo español. Otros importantes países intervinieron en el resultado de aquella guerra y sus gobernantes cargan con el oprobio de haber contribuido a agravarla y prolongarla, bien por acción (como los que ayudaron con armas y soldados al triunfo de los rebeldes) bien por omisión (como los que, desde sus atalayas democráticas presenciaron impávidos la destrucción de un gobierno legal). Nadie salió indemne de aquella prueba moral.

Traslademos esto a lo que hoy sucede en Libia. La política internacional, encarnada en esa moderna copia del Senado romano que es el Consejo de Seguridad de la OTAN, decidió dejar manos libres a sus centuriones para que resolvieran la incómoda cuestión libia, toda vez que el emperador de Occidente había decidido no mancharse las manos en lo que desde su trono solo se percibía como una lejana marca fronteriza, apenas influyente en los intereses del imperio. Son, pues, las legiones de Occidente las que controlan el desarrollo de la operación por mar y aire y a ellas cabrá atribuir, en el futuro, toda responsabilidad.

Entre esas legiones hay militares españoles, por lo que nuestro país tampoco podrá eximirse de su fracción de responsabilidad en el resultado final de lo que en Libia suceda. Se han efectuado ya unas 2500 salidas de ataque aéreo contra objetivos libios y la OTAN estima que la capacidad de ataque de las fuerzas gubernamentales se ha reducido entre un 40 y un 50%. Es en estas circunstancias como hay que valorar las recientes declaraciones del máximo jefe militar británico en el sentido de que hay que intensificar y extender el campo de acción de los bombardeos. "Ahora la OTAN no ataca las infraestructuras libias. Pero si queremos aumentar la presión sobre el régimen de Gadafi, hemos de considerar seriamente una ampliación del tipo de objetivos que podemos destruir" - declaró el general Sir David Richards al diario británico The Sunday Telegraph.

Frente a su opinión de que matar a Gadafi en una operación militar estaría "dentro de lo reglamentado", el dictador libio había declarado, en su más puro estilo, que está en un lugar donde "nadie puede alcanzarle". Esta polémica sería grotesca si no se tuviera en cuenta que, mientras tanto, siguen muriendo libios de uno y otro bando y no se ve próximo el fin de la lucha.

El más probable desarrollo de los acontecimientos apunta a una derrota de las fuerzas gubernamentales, que nada pueden hacer, a largo plazo, ante el poder militar de la OTAN. Pero si esto resolviese la cuestión en términos bélicos, nada se habría solucionado en el plano de la política. Los países que ahora apoyan, ejecutan y prolongan la intervención militar no podrán cerrar los ojos ante la responsabilidad de lo que suceda en Libia a partir del momento en que callen las armas occidentales. Todos ellos, todos nosotros, seremos responsables de lo que el futuro inmediato depare al ahora sufriente pueblo libio.

CEIPAZ, 16 de mayo de 2011

Escrito por: alberto_piris.2011/05/16 20:21:42.590000 GMT+2
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