Entre los instrumentos de control y vigilancia de las personas que componen la misteriosa panoplia de las agencias que dicen velar por nuestra seguridad, como reveló en su momento Snowden, se encuentra un aparato llamado IMSI catcher. Su nombre se puede traducir como "captador de imsis", lo que, a su vez, nos llevaría a descubrir que IMSI son las iniciales en inglés de algo que puede entenderse como la "identidad internacional de un suscriptor móvil", es decir, de cualquier teléfono móvil. Se trata de un código que identifica a nivel mundial todos los equipos móviles hoy día existentes.
Conviene hacer ahora un pequeño inciso, no técnico sino lingüístico -dado que estos días se desarrolla el VI Congreso de la Lengua (española, por supuesto) en Panamá-, al hilo de la queja que recientemente expresaba Javier Sampedro sobre la traducción de los términos técnicos ingleses, dado que el mundo hispanohablante va claramente a remolque en todo lo relacionado con las vanguardias de la ciencia y la investigación. Se lamentaba de que las muy correctas versiones al castellano de hardware y software (soporte físico y soporte lógico, respectivamente) elaboradas por la RAE "llegaron tarde para persuadir a los periodistas y a la población de que las adoptaran", en vista de lo cual nuestra lengua incorporó dos nuevos anglicismos. Al parecer, no solo vamos muy retrasados en la investigación (y más vamos a ir los españoles, ahora que se cercenan las ayudas a esta actividad) sino que los doctores de la lengua se toman también su tiempo para realizar el trabajo que les corresponde. Así pues, sigamos hablando del IMSI catcher.
El citado aparatito, fabricado por la empresa estadounidense GammaGroup, puede llevarse instalado debajo de la camisa, aunque existen otras versiones que lo montan en un maletín de mano o en un automóvil con antena oculta bajo el techo. Su misión es captar todas las señales procedentes de un teléfono móvil situado en las proximidades, de modo que puede identificar y localizar a todos los usuarios de una zona concreta. Para ello, envía unas señales que activan los móviles dentro de su alcance y les hace devolver una señal con su identificación propia. Midiendo el tiempo utilizado por las respuestas (llamadas pings, ¡otro anglicismo!) de los teléfonos y utilizando más de un aparato a la vez, se puede conocer con exactitud donde se encuentra cada uno, aunque los teléfonos no estén siendo utilizados por los usuarios, pues basta con que estén encendidos.
Unos agentes del FBI, testimoniando ante los tribunales de EE.UU. con motivo de un caso de evasión fiscal, revelaron que en julio de 2008 la compañía Verizon reprogramó sus tarjetas de teléfono móvil para que respondieran a las llamadas del FBI y se conectaran a una antena propia de la agencia para poder ser localizadas. Ciertos dispositivos similares se venían usando ya desde el año 2002, según declararon algunos testigos. El FBI no lo negó y un antiguo agente informó al Wall Street Journal de que la agencia "contrata personal formado como pirata informático (hacker) y adquiere aparatos capaces de realizar esas operaciones". Pero añadió a modo de justificación: "Cuando lo hacemos así es porque no tenemos otra opción".
Los aparatos a los que se refería el agente son también anunciados por GammaGroup en un catálogo secreto, que probablemente fue descubierto por activistas de los derechos humanos que lo han hecho público tras haber sufrido unos ciberataques producidos por uno de los artilugios de la citada compañía, llamado FinFisher. Es un programa espía que se apodera de los ordenadores, copia los archivos almacenados, intercepta las llamadas telefónicas tipo skype y archiva todas las pulsaciones del teclado. Lo malo era que este programa se disfrazaba dentro del ordenador como si fuera el conocido explorador de internet Firefox, propiedad de la empresa Mozilla, que al descubrir el engaño fue la que levantó la liebre, no sin tener algunos conflictos con el poder, ya que eran agencias gubernamentales las que se aprovechaban de este engaño internáutico.
El mundo del espionaje personal parece que no termina aquí. Su vanguardia se halla ahora en la elaboración de programas que, aprovechando la astronómica cantidad de información que puede acumularse sobre cada individuo, desarrollan procesos lógicos que permiten, por ejemplo, saber la probabilidad con la que el individuo X esté en el gimnasio todos los jueves a las 07.00 horas, a fin de aprovecharla para penetrar en su domicilio, analizar o apoderarse de su ordenador e instalar unos micrófonos en las habitaciones. No es broma. A esto se dedica ahora otro programa llamado RIOT (Rapid Information Overlay Technology) de la conocida Raytheon, una de las principales corporaciones de armamento de EE.UU.
La ciencia y la tecnología, por su propia naturaleza, carecen de límites autoimpuestos, por lo que la evolución que este comentario pretende mostrar no se frenará simplemente renegando del progreso. La perversidad está en las mentes humanas que distorsionando la realidad (en este caso, exagerando la sensación de peligro) pretenden crear nuevas necesidades que solo satisfacen su ansia de más sustanciales beneficios, no solo económicos, sino políticos y sociales.
Publicado en CEIPAZ el ?? de octubre de2013
Comentar