Se ha publicado el informe anual sobre el estado de la riqueza mundial (World Wealth Report 2011), que desde hace quince años editan Merril Lynch y Capgemini. En esta época de angustias económicas, de ataques de los mercados a los pueblos vulnerables y periféricos (así nos califican los tecnócratas financieros a los españoles) y cuando los medios de información nos han convencido de que si la catástrofe económica no nos aplasta mañana, lo hará pasado mañana, leer el informe citado puede producir las mismas sensaciones que experimentaría un habitante del Sahel que estuviera leyendo “La fisiología del gusto” de Brillat-Savarin en un campo de refugiados de la ONU, mientras espera que del camión de ACNUR le caiga el paquete de comida.
Una vez vencido el repelús que da saber que Merril Lynch es “la división de gestión de la riqueza” del Bank of America, y apartando la nariz del tufillo que desprende todo lo que se mueve en torno a Wall Street y a esos mercados que nos atacan a diario sin que nadie parezca saber cómo defenderse de ellos, merece la pena echar un vistazo al documento en cuestión.
Para empezar, sepamos que ML divide a sus más privilegiados clientes en dos categorías: los NHWI, que forman la base fundamental, y los ultraNHWI, una porción selectísima de la anterior. Ahorraré al lector la interpretación de estas abstrusas siglas y, simplificando, basta decir que para moverse en esas esferas de la riqueza privilegiada, es preciso ser “rico” o “ultrarrico”, palabras que usaré como traducción al español de las respectivas siglas.
Los “ricos” son quienes poseen más de un millón de dólares en dinero a mano, disponible en todo momento y listo para gastar, como si dijéramos, en calderilla; como esos euros que guardamos en el bolsillo para la cervecita de media mañana. Por lo que se deduce del informe, no les ha sentado mal a los ricos la crisis económica, pues en el año 2010 su número creció un 8,3% hasta sumar 10,9 millones de seres privilegiados, cuya riqueza global aumentó un 9,7% en ese mismo tiempo, alcanzando la cifra de 42,7 billones (billones españoles: añádanse doce ceros) de dólares, superior, incluso, a la máxima conseguida en 2007, antes de que comenzara la crisis.
Los “ultrarricos”, por su parte, son los que tienen treinta millones de dólares como dinero “suelto”, para poder gastar en el acto y sin apuros. Este selecto grupo, la crema de los ricos, creció un 10,2% en el mismo año y su riqueza aumentó en un 11,5%. Comparados con los simplemente ricos, se observa que los ultrarricos progresan más rápidamente, lo que confirma la ley general de que el correcto desarrollo del capitalismo no solo hace a los pobres más pobres y a los ricos más ricos, sino que, incluso dentro de estos, beneficia más a los que más poseen. Pertenecen a esta elite mundial del dinero unos 103.000 individuos; cabe sospechar que su relación con los misteriosos e invisibles mercados que tanto nos atosigan es mucho más que estrecha.
Los ricos, en general, están bastante bien repartidos entre Norteamérica, Asia-Pacífico y Europa (3,4 – 3,3 – 3,1 millones, respectivamente) aunque donde más rápidamente crece su número es en África y en Oriente Medio, lo que es natural puesto que en esas regiones se trata de una especie todavía poco propagada (ambas, junto con Latinoamérica, solo suman 1 millón de potentados). Por el contrario, es en EEUU, Japón y Alemania donde se concentra algo más de la mitad de estos adinerados ciudadanos.
No nos sirve de mucho consuelo constatar la alegría que al leer este informe sentirán los constructores de mansiones de lujo, los vendedores de yates-crucero y de automóviles de muy alta gama (de Bentley para arriba, digamos). También se frotarán las manos los gestores de macrofondos de inversión en paraísos fiscales y otras oficinas relacionadas sea con la venta de lingotes de oro, sea con el blanqueo de ingentes y opacos fondos. Pero los ciudadanos corrientes de los países sacudidos por la crisis (de EEUU para abajo, digamos también), que somos la mayoría, seguiremos haciéndonos las mismas preguntas sin respuesta.
Los europeos, por ejemplo, seguiremos sin entender por qué la culta y próspera Unión Europa es incapaz de salir en ayuda de un país, Grecia, cuyo producto interior bruto apenas roza el 2% del europeo. Nos será difícil aceptar que los Estados europeos pongan a disposición de los banqueros, sin apenas condición alguna, tres veces más dinero del que piensan utilizar para salvar a Grecia, mientras exigen a este país unas condiciones canallescas que llevarán a la ruina a muchos ciudadanos.
Nos preguntamos, por último, con irritación y vergüenza, si es que no existen medios para ganar la guerra que “los mercados”, aliados con las infames agencias de calificación de riesgo, han declarado a varios países europeos. Hoy en día, nuestra seguridad corre más peligro en el ámbito del dinero y las finanzas que en el de los atentados terroristas o los misiles nucleares que pueda lanzar Irán. Contra esto ya se destinan medios y recursos; en el campo de batalla financiero, por el contrario, Europa parece derrotada y rendida antes de luchar. ¿Tendrá algo que ver con el creciente enriquecimiento de los ya muy ricos?
2011/07/15 07:38:37.416000 GMT+2
La riqueza mundial en plena crisis
Escrito por: alberto_piris.2011/07/15 07:38:37.416000 GMT+2
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