2019/09/17 09:24:18.747557 GMT+2
En agosto de 2012 escribí en estas páginas digitales un comentario ("La sinfonía que silenció a la artillería") con motivo del 70º aniversario del estreno en Leningrado de la 7ª Sinfonía de Shostakovich en agosto de 1942. Ocurrió durante el largo asedio al que el ejército alemán sometió a la ciudad, donde habían muerto cerca de un millón y medio de sus habitantes cuando en enero de 1944 el ejército soviético logró romper el cerco.
Años después, antiguos soldados alemanes, ciudadanos por entonces de la Alemania del Este, comentaban que al escuchar la música desde sus trincheras llegaron a pensar que una ciudad cuyos malhadados habitantes demostraban tan elevado ánimo en increíbles circunstancias de penosidad, no se rendiría con facilidad, como así ocurrió. Se cuenta que algunos soldados alemanes lloraron al escuchar la música que transmitían los altavoces rusos por encima de las alambradas; personas que, desde dos bandos enfrentados y matándose con ensañamiento, necesitaban por igual de la música para resistir el horror de aquella guerra.
El lector habrá de avanzar ahora algo más de medio siglo, recorrer unos 2000 km a vuelo de pájaro desde San Petersburgo a Sarajevo y trasladarse desde los dominios de la música hacia los del arte escénico, abandonar a Euterpe por Melpómene.
Benjamín Moser, autor de una reciente biografía de Susan Sontag, narra en The New York Review cómo la polifacética escritora, filósofa y activista organizó en 1993 en Sarajevo una representación de la obra "Esperando a Godot". Lo hizo bajo la misma agobiante sensación de tragedia, asedio, muerte y violencia con la que Eliasberg dirigió a los famélicos músicos peterburgueses que levantaron el espíritu de la población y acallaron por unas horas a la artillería alemana.
Sontag quedó para siempre absorbida por el destino de Bosnia. Escribió a una amiga: "Venir a Sarajevo ahora es parecido a lo que pudo ser visitar el gueto de Varsovia en 1942". En Sarajevo se jugaba el destino de Europa, ante la indiferencia de los europeos. En una de sus primeras visitas, durante una reunión con intelectuales bosnios Sontag les preguntó: "¿Qué deseáis que haga yo, aparte de traer comida, dinero, agua o cigarrillos? ¿Qué queréis de mí?".
Moser muestra cómo allí nació la idea de representar una obra teatral, que además de dar trabajo a los actores, suscitaría un interés cultural y haría ver a los europeos que los "bárbaros clanes yugoslavos" no lo eran tanto. Se decidió montar Esperando a Godot, de Samuel Beckett. La elección de esta obra era evidente. En Sarajevo estaban esperando que alguien viniera y les librara del mal que les abrumaba, del sufrimiento, de la muerte. Pero nadie lo hacía. Esperaban en vano. Esperaban que alguien con poder en el mundo exclamara: ¡Esto es un sinsentido, tanta gente muriendo...! En Sarajevo, realmente, se estaba Esperando a Godot.
Durante el cálido y hambriento verano de 1993 -escribe Moser-, Sontag y sus actores ensayaban diez horas diarias. A veces, a la luz de las velas. Apenas disponían de electricidad, no tenían decorados ni vestuario: "Sin embargo, la producción se convirtió en un acontecimiento cultural en el sentido más elevado de la expresión, algo que mostraba lo que la cultura modernista había sido y lo que, en circunstancias extraordinarias, podía todavía ser".
La representación tuvo éxito, difundió confianza en la población, los que la vieron nunca la olvidaron: "Si algo es fuerte, durante la guerra es cien veces más fuerte. Si es bueno, es cien veces más bueno. El factor psicológico era enorme".
Se logró también un gran eco en la prensa internacional. La brutal e inútil violencia de Sarajevo se difundió por el mundo mostrando su horror. Fotógrafos, periodistas, personalidades de la cultura ayudaron al mundo a conocer el espanto de lo que allí estaba ocurriendo.
Sontag y el Teatro se opusieron a la guerra aunque no la detuvieron ni consiguieron provocar la intervención internacional que muchos anhelaban para detener la masacre. Sus esfuerzos le resultaron en algunos casos perjudiciales, cuando sus implacables denuncias contra la inacción de los poderosos le crearon serios enemigos.
Por fin, Susan Sontag, nombrada ciudadana honoraria de Sarajevo, ha dado su nombre a la plaza situada frente al Teatro Nacional de Bosnia. Ninguna voz se ha oído discrepando de tan merecida distinción póstuma.
Publicado en República de las ideas el 19 de septiembre de 2019
Escrito por: alberto_piris.2019/09/17 09:24:18.747557 GMT+2
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2019/09/12 18:53:52.351673 GMT+2
A lo largo del presente año han sido varios los indicios que apuntan a un sustancial aumento de las relaciones de cooperación militar entre Rusia y China. Analistas políticos rusos y occidentales (los chinos no son muy dados a hacer públicas sus controversias internas) se vienen preguntando últimamente cuál es la naturaleza real de tal cooperación.
Durante 2019 se han observado maniobras navales conjuntas ruso-chinas, ejercicios aéreos de bombardeo y otras actividades en las que han participado unidades militares de ambos países. Más recientemente se han anunciado ejercicios de simulación de defensa contra misiles de alcance intermedio y este mismo mes de septiembre se repetirán las importantes maniobras anuales rusas conocidas como Tsentr (centro).
El Ministerio de Defensa ruso ha anunciado que intervendrán en ellas más de 120.000 soldados, 20.000 equipos de material de guerra, 600 aviones y 15 buques en ocho campos de maniobras. En dos fases sucesivas se practicarán acciones antiterroristas, de defensa aérea, de exploración y reconocimiento, seguidas por la simulación de combate contra enemigos supuestos. Participarán unidades militares de China, India, Pakistán y las cuatro repúblicas centroasiáticas.
Es interesante observar que también se anuncia la preparación de un nuevo documento que sustituirá al viejo acuerdo de cooperación militar firmado en 1993 entre China y Rusia. Se cree que incluirá la consolidación de un mismo sistema de Defensa Avanzada contra misiles balísticos, aspecto en el que China está más retrasada que EE.UU. o Rusia.
¿Se creará una nueva OTAN o un nuevo Pacto de Varsovia que vincule a Rusia y China? La respuesta es claramente negativa. Ambas partes han confirmado que no desean crear una alianza militar, y así se afirmó durante la visita del Presidente chino a Moscú en junio pasado, resaltando que Rusia y China "rehúsan establecer relaciones de alianza, confrontación u oposición a terceros países".
En realidad, una relación "no formalizada plenamente" beneficia a ambos. Su acercamiento mutuo se basa en que ambos rechazan a EE.UU. y al mundo configurado según se establece desde Washington. Fuera de esto, Rusia y China divergen en otras cuestiones. La primera sigue una política de relaciones amistosas con todos los países de Asia, incluyendo India, Vietnam y Japón, a pesar de las divergencias de éstos con China. Por su parte, Pekín interviene en el desarrollo de varios países europeos con independencia de lo que Rusia opine al respecto.
No es solo eso. Tanto Rusia como China valoran su independencia, y Rusia, cuya economía está menos desarrollada, evita convertirse en deudor de China, lo que daría a este país un elemento de presión sobre sus recursos.
En el triángulo EE.UU.-Rusia-China, es necesario advertir que el conflicto China-EE.UU. es más profundo y peligroso que el de EE.UU. con Rusia, ya que Moscú no está en condiciones de competir con Washington por el liderazgo mundial, mientras que el potencial económico chino, unido a su reforzamiento militar, sí parece capaz de aspirar a alcanzarlo.
Por último, muchos se preguntan qué ocurriría si, por ejemplo, EE.UU. saliese en defensa de Taiwán en el caso de que China intentara ocupar la isla. ¿Intervendría Rusia apoyando a China? ¿Aceptaría Rusia el gasto que esto supondría para una economía deteriorada?
Sea como sea, en los dos últimos años ha variado sustancialmente el panorama militar euroasiático, al surgir una vinculación militar más estrecha entre Rusia y China. Es imposible predecir si esta vinculación se solidificará en una alianza, se transformará en una latente rivalidad, perturbará las relaciones de ambos Estados con Europa o contribuirá al creciente desconcierto que reina en la política internacional de EE.UU. Pero la aparición de un nuevo vector en el entramado mundial de poder es seguro que va a introducir nuevas causas de inestabilidad.
Publicado en República de las ideas el 12 de septiembre de 2019
Escrito por: alberto_piris.2019/09/12 18:53:52.351673 GMT+2
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2019/09/05 17:51:23.713748 GMT+2
Durante la Guerra Fría, tras haberse producido momentos de enorme riesgo por la amenaza de una guerra nuclear, se fueron articulando diversos tratados y acuerdos internacionales con el fin de evitar la repetición de situaciones límite. Desaparecida la Unión Soviética, esos tratados tuvieron a raya la temida proliferación desordenada de tales armas.
Hubo altibajos, incumplimientos de lo acordado, amenazas de empleo del arma nuclear, desconfianzas recíprocas y oscuras predicciones sobre un futuro ominoso mientras esas armas siguieran existiendo. Pero la humanidad sorteó tres cuartos de siglo sin que se produjera "lo impensable". Durante algunos años se mantuvo una situación de sosegado equilibrio en la que las más graves alarmas nucleares surgieron en accidentes durante el uso civil de esa energía.
Tal era el rechazo hacia las armas nucleares que existía en gran parte del mundo que en julio de 2017, en la Asamblea General de la ONU, ciento veintidós Estados votaron a favor de un Tratado de Prohibición de armas nucleares (Véase mi anterior comentario al respecto). Sería el tratado que haría innecesarios todos los anteriores porque, si llegara a entrar en vigor, las armas nucleares desaparecerían de la faz de la Tierra.
Esto ocurrió el mismo año en que Trump irrumpió en la Casa Blanca y las esperanzas se congelaron. Bajo su mandato, EE.UU. se ha retirado del llamado Plan de Acción, que tenía por objeto evitar el desarrollo de armas nucleares en Irán. Abandonó después el tratado que limitaba el empleo de proyectiles nucleares de alcance intermedio (los llamados "euromisiles", que movilizaron a la opinión pública europea, y sus equivalentes soviéticos, como los instalados en Cuba).
Y estos días apuntan serios indicios de que Trump, siguiendo las sugerencias de su consejero de Seguridad Nacional, el exaltado John Bolton, considera abandonar otro importante tratado: el que prohíbe las pruebas de armas nucleares (conocido internacionalmente como CTBT: Comprehensive Nuclear-Test-Ban Treaty). Para justificarlo, acusa a Rusia, sin mostrar prueba alguna, de haberlo violado, lo que sería la primera y única infracción desde que Moscú lo firmó el año 2000.
Como fichas de dominó que van cayendo una tras otra, el abandono del tratado CTBT erosionaría peligrosamente los cimientos del fundamental Tratado de No Proliferación de Armas Nucleares, que en 1995 fue prolongado indefinidamente al estar en vigor la prohibición de todo tipo de pruebas. El resultado final sería volver al desbarajuste de aquellos años de posguerra en que muchos Estados veían en la nuclearización de sus ejércitos la base de su defensa y el eje de su prestigio. Además, como consecuencia del tratado CTBT, existe hoy un Sistema Internacional de Vigilancia, que detecta las explosiones nucleares con más de 300 estaciones sísmicas, hidroacústicas, de infrasonidos y radiaciones nucleares, desplegadas en todo el Planeta.
En breve plazo tendrá lugar la conferencia bianual de revisión del citado tratado. La postura de Washington se observa con desconfiada expectación, porque Trump acusa al sistema de vigilancia de no haber denunciado las (presuntas) pruebas rusas y le achaca falta de fiabilidad, lo que a su juicio invalida la eficacia del tratado.
Trump se resiente sistemáticamente de cualquier compromiso internacional que parezca limitar del poder de EE.UU., incluida la ONU. Pero debería saber que, desechando el tratado CTBT, se pone en riesgo la situación internacional, ya asentada, de no proliferación nuclear, lo que puede llevar a una nueva carrera de armamentos.
El eslogan que rigió la campaña electoral de Trump, "¡Estados Unidos, primero!" (America First!), aparentemente inocuo, encierra en sí una seria amenaza porque implica: "Los demás, después; si pueden y si les dejamos". Y en ese "demás" está incluida gran parte de la humanidad.
Publicado en República de las ideas el 5 de septiembre de 2019
Escrito por: alberto_piris.2019/09/05 17:51:23.713748 GMT+2
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2019/08/29 19:05:55.457287 GMT+2
La polemología nos ha enseñado que una de las más frecuentes causas de guerra en la historia de la humanidad ha sido la lucha por recursos escasos o limitados. Ya la mitología mediterránea narraba la guerra entre romanos y sabinos a causa de la escasez de mujeres en la naciente Roma. En épocas históricas, los pueblos y las naciones han combatido, de modo nada mitológico sino muy real, por el oro y la plata, por los esclavos, ciertos productos agrícolas, minerales raros, combustibles fósiles... etc.
Sin embargo, existe un recurso que parece ser un don inagotable de la naturaleza pero que, en un futuro inmediato, tiene muchas probabilidades de convertirse en causa de graves enfrentamientos: el agua.
El Instituto de Recursos Mundiales (World Resources Institute) es una ONG internacional de investigación que estudia cómo utilizar de modo sostenible los recursos de la naturaleza. Analiza siete sectores: el clima, las energías no contaminantes, la seguridad alimentaria, el agua, los bosques, las ciudades y los océanos. Tiene oficinas en más de 50 países de todos los continentes (no en España), donde trabajan más de 700 personas para mejorar las condiciones de vida de la humanidad.
El pasado 6 de agosto, el Instituto ha hecho público un informe titulado "Diecisiete países, donde habita una cuarta parte de la población mundial, sufren una muy grave penuria de agua" (17 Countries, Home to One-Quarter of the World's Population, Face Extremely High Water Stress).
En esos países, la agricultura, la industria y las poblaciones consumen anualmente más del 80% de sus recursos hídricos. Pero en otros 44 países (de los 169 estudiados), donde habita una tercera parte de la población mundial, se consume más del 40%. De este modo, cualquier brusca alteración climatológica puede llevar al llamado "Día cero", en el que ya no queden reservas de agua en una ciudad. (La sudafricana Ciudad de El Cabo y Chennai, en India, se acercaron a este límite en 2018, y Roma tuvo que racionar el agua en agosto de 2017). En el mapa que se acompaña se observa cómo una gran parte de España se halla incluida en ambos grupos.
La escasez del agua es una grave amenaza para la vida humana, para la subsistencia de los pueblos y para la estabilidad económica. Y provoca altos índices de emigración. La región más afectada, como se observa en el mapa, es la formada por Oriente Medio y África del Norte. En ella se encuentran 12 de los 17 países en mayor peligro y el Banco Mundial prevé que el PNB podrá descender hasta un 14% de hoy a 2050. India no le va a la zaga, ocupa el 13º lugar, pero alberga el triple de población que los otros 16 países de la misma categoría.
España se halla globalmente en el 28º puesto de penuria de agua (en la lista de 164 Estados), aunque sus diversas regiones hidrológicas, estudiadas por separado tienen, como se observa en el mapa, distintos grados de penuria.
Aunque los estudios del Instituto están encaminados a buscar modos de reducir la escasez de agua (racionalizar el riego agrícola, tratamiento, reutilización y regeneración de aguas residuales, etc.), lo que debe preocupar a los analistas políticos y a los gobernantes es la conflictividad inherente a la carencia de agua, que puede inducir a la guerra.
No en vano el país que ocupa el segundo puesto en la lista es Israel, y sabida es su agresividad contra el pueblo palestino sobre el uso de los recursos hídricos del valle del Jordán. El mismo título del informe citado nos hace ver que esos 17 países en máximo riesgo de penuria de agua constituyen la zona que concentra el mayor número de enfrentamientos bélicos de los últimos años. Si a esto se suma el, por ahora, imparable desastre climático con el consiguiente aumento de la temperatura global, no es exagerado concluir que la lucha por el agua pasará al primer plano de las relaciones internacionales.
Publicado en República de las ideas el 29 de agosto de 2019
Escrito por: alberto_piris.2019/08/29 19:05:55.457287 GMT+2
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2019/08/22 15:02:40.862513 GMT+2
La fotografía que ilustra este texto muestra a dos personas tomándose la vida en serio. Una devota muchacha judía reza, ensimismada, ante una de las puertas que dan acceso al llamado "Monte del Templo", en la parte antigua de Jerusalén. A su lado un agente monta guardia, aparentemente ajeno a todo lo que le rodea.

La religión se hace visible en el gesto místico de la mujer; la política se observa en el hieratismo del vigilante armado, dispuesto a mantener el orden público a toda costa. Para eso lo han puesto ahí.
Estamos ante uno de los lugares más cargado de religión de todo el mundo. (Parafraseando a Churchill, no sería equivocado asegurar que "Jerusalén produce más religión que la que puede consumir"). Ambas personas se hallan ante una de las puertas (Puerta de los comerciantes de algodón) de entrada a la Explanada de las Mezquitas, tal como la conocen los fieles musulmanes, o al Monte del Templo, según lo denominan los judíos.
La foto está hecha el pasado 11 de agosto, tras los disturbios que ese día se produjeron en esta zona como consecuencia de la coincidencia en ella de dos festividades religiosas: una judía y otra musulmana.
Gran parte de los mitos y tradiciones de las "religiones del libro" se concentra en un pequeño espacio del corazón de Jerusalén: la piedra donde Abraham estuvo a punto de sacrificar a su hijo Isaac; el lugar sagrado donde David construyó el primer templo para venerar el Arca de la Alianza; y la misma piedra desde donde Mahoma inició su ascensión celestial.
Es el tercer lugar más sagrado del islam, después de las ciudades de La Meca y Medina. Inmediato a la explanada está el Muro de las Lamentaciones, el más significativo lugar de rezo para los judíos.
Los calendarios religiosos hebreo y musulmán, basados en ciclos lunares, han sido este año la causa de conflicto, porque han hecho coincidir en el mismo lugar dos festividades: el día en que los judíos lloran la destrucción del Templo (una de las fechas religiosas más fervientemente vivida por el judaísmo) y el día en que la tradición musulmana rememora la prueba de fidelidad del profeta Ibrahim (Abraham), el sacrificio de su hijo, que con distintos nombres (Isaac o Ismael) y fechas de celebración se refiere a la misma tradición bíblica.
Esta conflictividad es, por tanto, de raíz religiosa y se ve afectada por motivos políticos, ya que el estatus de la Explanada y de la Ciudad Vieja, sobre el que inciden diversas y complejas circunstancias (guerras, ocupación, acuerdos...) es muy confuso. Permite o impide a los fieles de una u otra religión acceder a los lugares venerados en determinadas circunstancias que no siempre son aceptadas sin protesta. Esto se combina hoy con la inminencia de las próximas elecciones en Israel, la presión de los judíos ultraortodoxos y su creciente peso político en la vida de Israel, así como las divisiones internas que agrietan a la sociedad.
Esta mezcla de política y religión en la vida cotidiana de los ciudadanos israelíes (judíos, musulmanes, cristianos, etc.) es lo que hace difícil reconocer a Israel como un Estado "normal". Por eso no han sorprendido las recientes noticias de que el Gobierno está sugiriendo a las mujeres judías recuperar las enrevesadas normas bíblicas de purificación "postmenstrual", como modo de atraer el voto de los más atrabiliarios sectores del judaísmo.
Jonathan Swift escribió: "Tenemos bastante religión para odiarnos unos a otros, pero no la suficiente para amarnos". Reflexión aplicable directa, pero no exclusivamente, a Israel en los tiempos que estamos viviendo.
Publicado en República de las ideas el 22 de agosto de 2019
Escrito por: alberto_piris.2019/08/22 15:02:40.862513 GMT+2
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2019/08/15 14:19:21.191717 GMT+2
La Historia de la humanidad está llena de matanzas, genocidios y exterminio masivo de seres humanos. Las guerras, instrumento de invasiones o conquistas coloniales, de cambios de dinastía en reinos e imperios, los ensañamientos por motivos religiosos y la competición por recursos vitales han aniquilado millones de seres humanos a lo largo de los siglos.
Repasando los textos históricos puede llegarse a la conclusión de la inevitabilidad de tan sangrientos episodios, provocados por el ansia de poder de dirigentes políticos, por el fanatismo de los pueblos excitados o por apocalípticas imaginaciones sobre enemigos siempre acechantes y prestos a destruirnos. (Hasta hace poco, fueron los comunistas; ahora, los islamistas. ¿Después?)
Pero no es preciso ahondar en las razones de cada matanza masiva (sea la invasión de los mongoles o el aniquilamiento atómico de dos ciudades japonesas) porque las raíces de estos acontecimientos están próximas y visibles.
Ahora mismo, al escribir estas líneas, dos numerosos grupos de infelices emigrantes africanos malviven, al borde de la catástrofe, en sendos buques que los han salvado de una muerte inevitable. No son los diez millones de congoleños que perecieron en el siglo XIX bajo la colonización belga. Pero también éstos pueden llegar a morir ante la mirada ciega de una Europa que no se pone de acuerdo sobre cómo salvarlos y rehuye sus evidentes responsabilidades.
Un buque con bandera española y otro con bandera alemana albergan en condiciones inhumanas a quienes estuvieron a punto de morir ahogados en ese cementerio mediterráneo que bordea la orilla meridional de la Unión Europea. Fueron salvados por los miembros de unas abnegadas tripulaciones capaces de ver en ellos seres humanos: no inmigrantes ilegales, ni el negocio de mafias internacionales, ni competidores por los puestos de trabajo de los europeos. Simplemente, personas necesitadas de ayuda. Cada día que transcurre sin que desembarquen es un día más de vergüenza para todos nosotros.
El sarcasmo de un indigno político italiano que bromeó sobre la suerte de los que había estado a punto de morir ahogados, incitándoles a desembarcar en Ibiza para divertirse y gozar de sus placeres y playas, debería haber indignado a todos los europeos, sobre todo a los que tanto alardean de ser cristianos, como el político en cuestión.
Europa se encenaga poco a poco en charcos de odio y recelo por lo foráneo, instigada por el renacer de un extremismo de ultraderecha que es ahora el mayor peligro que afrontan los gobernantes europeos que intentan resistirlo. (No todos: algunos lo aceptan con júbilo). Renace también el egoísmo nacional, "primero los españoles", al estilo del llamado "Hogar Social", que copia la ideología de Trump: America first!
La visión en nuestros televisores de los buques antes citados hace confiar todavía en el género humano, representado por sus generosos tripulantes, a la vez que induce a desconfiar de la actual política europea, carente de visión a largo plazo y arrastrada por los egoísmos de las viejas banderas nacionales. Habiendo leído, en palabras del presidente del Gobierno español, que "haber salvado la vida de 630 personas hace que valga la pena dedicarse a la política", cuando aludía a la humanitaria acogida del buque Aquarius en el puerto de Valencia el año pasado en circunstancias similares a las que hoy aquejan al Open Arms y al Ocean Viking, lo que hoy está pasando ante nuestros ojos resulta incomprensible.
La pérdida de sensibilidad humana en la Unión Europea, que se percibe en el deterioro de su capacidad de acogida, es un negro augurio que debería preocuparnos seriamente.
Publicado en República de las ideas el 15 de agosto de 2019
Escrito por: alberto_piris.2019/08/15 14:19:21.191717 GMT+2
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2019/08/08 15:28:28.444039 GMT+2
Edward Said, profesor, escritor y filósofo de origen palestino y educación estadounidense, cuyos artículos han sido frecuentemente publicados en medios españoles, fue galardonado en 2002 con el premio Príncipe de Asturias de la concordia. Aunque falleció un año después, su nombre, vinculado también a otros proyectos musicales, es el que ostenta el Conservatorio de Música de la Universidad de Birzeit, localidad situada cerca de Ramallah, en Cisjordania.
Es una de las más prestigiosas de la región, con un largo historial que se remonta a mediados del pasado siglo. Pero su Conservatorio de Música ofrece unas peculiaridades que lo hacen especialmente digno de atención.
En 2004 se fundó en él la Orquesta Juvenil Palestina (OJP) con el fin de reunir en ella a los jóvenes talentos musicales palestinos dispersos por todo el mundo tras la ocupación israelí de Palestina. Luego se amplió la oferta a músicos de entre 14 y 26 años procedentes de cualquier lugar del mundo árabe.
Esta orquesta ha tocado en muchos países de Oriente Medio y Europa. Este año tiene previstos conciertos en Oslo, Copenhague y Ámsterdam. Su director explica que cuando se habla de los palestinos suele ser siempre para referirse a la ocupación y a sus padecimientos, pero para él la orquesta "muestra el aspecto vigoroso, hermoso y creador que es tan común en Palestina".
No es fácil manejar un orquesta bajo el férreo control israelí del territorio palestino: "Las personas no pueden reunirse entre sí fácilmente" bajo la ocupación militar. A los músicos que viven en Gaza se les niega repetidamente el permiso para viajar, aunque tengan visados para ir al extranjero. Lo mismo sucede con los refugiados palestinos en Líbano o Siria.
Pero ahora viene lo más sorprendente: ante tantas dificultades, algunos ensayos tiene que hacerse mediante Skype, el popular programa de conferencias personales de video en directo. Se hace muy difícil imaginar cómo un director de orquesta puede ensayar eficazmente con sus músicos a través de una pantalla de video para conjuntar eficazmente a los diversos grupos de instrumentos. Para hacer frente a tantas dificultades, antes de iniciar su gira anual la orquesta se suele concentrar en un territorio neutral, que este año ha sido Noruega.
Un profesor de Estudios orientales y africanos de la Universidad de Londres, Rafeef Ziadah, declaró al respecto: "Es muy difícil para los palestinos reunirse entre tantos obstáculos, constituir grupos y viajar. Así que un proyecto como el de la OJP es muy importante, y su sola existencia es un modo fundamental de denunciar el sistema de opresión que aísla entre sí a los palestinos y a ellos del resto del mundo".
Ziadah argumenta que el "asalto de Israel contra el pueblo palestino no solo incluye el robarle las tierras y hacerles sufrir la ocupación militar, sino que es un asalto contra la totalidad de la cultura palestina".
Una instrumentista de viola corrobora las declaraciones antes citadas del director de la orquesta diciendo: "Mostramos la principal imagen de ser palestinos: somos abiertos, soñamos, tenemos posibilidades y aspiramos a la igualdad".
No se presenta muy brillante el futuro de estos jóvenes artistas palestinos en un Estado de Israel dividido, inseguro de sí mismo y cuya política no parece conducir a una solución justa de la ocupación militar del territorio.
Publicado en República de las ideas el 8 de agosto de 2019
Escrito por: alberto_piris.2019/08/08 15:28:28.444039 GMT+2
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2019/07/26 13:22:27.801767 GMT+2
La universidad ETH de Zúrich es el único centro europeo de estudios universitarios clasificado entre las diez mejores universidades el mundo. Como no podía menos de ser, también está en la cúspide de la investigación multidisciplinar.
Uno de sus equipos de investigación ha analizado 80.000 fotografías aéreas de la superficie terrestre procedentes de Google Earth. Utilizando sistemas de inteligencia artificial que combinan las vistas de satélite con otros diez factores (relativos a la naturaleza del terreno, la topografía y los datos climatológicos) ha estudiado qué zonas del planeta son favorables para la plantación de árboles.
Como es natural, se excluyeron los terrenos dedicados a la agricultura y las zonas urbanas, aunque se incluyeron los pastizales donde se estima que puede crecer un cierto número de árboles cuya presencia, incluso, resulta beneficiosa para el ganado.
La investigación se apoya en el hecho comprobado de que los árboles, al crecer, absorben y almacenan las emisiones de CO2 que están contribuyendo al calentamiento del planeta y a la vez liberan el oxígeno que respiramos. Y que se ha estudiado cómo el arbolado urbano enfría las ciudades y reduce sus índices de contaminación.
De sus resultados se deduce que un vasto programa de recuperación forestal bastaría para eliminar las dos terceras partes de todas las emisiones que la actividad humana ha liberado en la atmósfera. Hay 1700 millones de hectáreas de terreno no arbolado donde podrían crecer libremente 1,2 billones de especímenes nativos. Esta superficie equivale al 11% de la superficie total, más o menos como la extensión combinada de EE.UU. y China.
"Esta evaluación cuantitativa muestra que la reforestación no es solo una de las soluciones al problema del cambio climático, sino que es absolutamente la mejor", declaró el profesor Crowther, director de la investigación.
Un antiguo responsable de climatología en Naciones Unidas elogió que, por fin, "se dispusiera de un estudio bien fundado sobre cuánto territorio se puede reforestar sin perjudicar la producción de alimentos ni las zonas habitables. Es una base para la actuación de los Gobiernos y del sector privado".
La investigación, publicada en la revista Science, no evalúa el coste del proyecto, pero su director asume que reforestar un billón de árboles supondría 3000 millones de dólares si se hace con eficacia. Insiste en que "se trata de la solución más barata hasta ahora propuesta".
El recurso a entidades filantrópicas y a la opinión mundial podría ayudar a conseguir esa cifra. Naturalmente, habría que seguir exigiendo la limitación de emisiones con vistas a su reducción absoluta, porque el efecto de la reforestación no sería resolutivo hasta pasados 50 ó 100 años.
Ahora existen unos tres billones de árboles en todo el mundo y cada año se abaten 10.000 millones más que lo que se reforesta. La mitad de la posible reforestación mundial se concentra en los seis países más extensos del mundo: Rusia, Canadá, China, EE.UU., Brasil y Australia.
Algunas voces discrepantes han apuntado que, si no se liberan los miles de millones de hectáreas dedicadas a producir carne y leche, el proyecto no sería viable, a lo que Crowther replica diciendo que no solo en esos campos pueden crecer árboles, sino también en las plantaciones de café o cacao, lo que no se ha tenido en cuenta en esta investigación.
Parece como si de la conocida sentencia que sugiere que en la vida hay que "tener un hijo, plantar un árbol y escribir un libro", en un mundo en acelerado y peligroso crecimiento demográfico y lleno de libros que se publican y apenas se leen, la plantación multiplicada de innumerables árboles sería lo que más contribuiría al futuro de la humanidad.
Publicado en República de las ideas el 26 de julio de 2019
Escrito por: alberto_piris.2019/07/26 13:22:27.801767 GMT+2
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2019/07/18 18:22:19.008877 GMT+2
Los epítetos vertidos por Trump en unos inefables tuits contra cuatro miembros femeninos de la Cámara de Representantes, que tienen en común el hecho de no ser de pura estirpe wasp (esto es: blancas, anglosajonas y protestantes), parecen haber hecho saltar las alarmas en EE.UU., por muy acostumbrados que sus ciudadanos estén ya a las habituales salidas de tono de su errático Presidente.
De ascendencia portorriqueña, somalí, palestina y africana respectivamente, incluso nacidas en EE.UU. y habiendo alcanzado democráticamente un puesto en el Congreso en pie de igualdad con el resto de miembros elegidos por el pueblo para desempeñar tan importante función, el locuaz, desvergonzado e "inepto" (según el exembajador británico en Washington) Presidente las ha ofendido, tratándolas despectivamente en público, sin apenas ocultar sus resabios racistas.
No cita explícitamente a los países en cuestión, pero tacha a sus Gobiernos de corruptos e ineptos y les recuerda a las cuatro representantes que están en "la nación más grande y poderosa de la Tierra" a la que, desde su función como congresistas, le irrita que pretendan dar normas sobre cómo gobernarse. Por si hubiera dudas, y en un rasgo de brillante y agudo ingenio les dijo "que si no desean seguir viviendo en nuestro país, deberían abandonarlo". Absurda sugerencia, puesto que luchar para obtener un escaño en el Congreso no parece indicar que la persona que lo hace desee emigrar.
El racismo como tema de discusión ha incendiado los círculos políticos de Washington. "Soy la persona menos racista que usted habrá encontrado", ha dicho a menudo Trump. En USA Today, Paul Brandus, corresponsal en la Casa Blanca, afirma lo contrario: "es el más racista que he conocido". Y esto viene ya de antiguo, pues en 1973, el Departamento de Justicia de Richard Nixon procesó a Trump y a su padre por prohibir la entrada de familias negras como inquilinos en los inmuebles que poseían.
Escarbando en el pasado se descubre que, entrevistado por Playboy, Trump afirmó que "la pereza es inherente a los negros; lo es, créamelo. Es algo que no pueden controlar". En numerosas ocasiones ha tratado a los mexicanos de "violadores" pero a los extremistas neonazis que ondearon esvásticas en los disturbios de Charlottesville en 2017 los calificó de gente maja (very fine people).
Para Brandus, el que de verdad odia a EE.UU. parece ser el propio Trump. Se queja de algunas enmiendas a la Constitución que no coinciden con su idea de lo que tendría que ser el país y le impiden a veces hacer lo que le gustaría. El equilibrado sistema político de cheks and balances (frenos y equilibrios), que ya en 1840 alababa Alexis de Tocqueville en "La democracia en América", es para Trump una pesada molestia de la que muy a gusto se desharía para gobernar autocráticamente.
De la deriva antidemocrática de Trump son también muestras su inocultable antipatía y hostilidad hacia unos medios de comunicación independientes y su desconfianza del sistema judicial. Desconfianza que se extiende, a menudo con expresiones insultantes -como es el caso que aquí se comenta-, hacia las personas que no le adoran lo suficiente; quizá porque no ven en él el "caudillo" que les lleva a la cima del poder mundial como "nación elegida por Dios" para cumplir su "destino manifiesto".
Sume el lector los tres entrecomillados anteriores y recuerde (si ha vivido lo suficiente) sentencias similares que resonaron en España, como "por el Imperio hacia Dios", "la nación poderosa que jamás dejó de vencer", para advertir los inquietantes síntomas que aquejan a la nación americana y el camino que parece estar tomando, dirigida por el magnate inmobiliario que hace gala de despreciar lo que ignora y al que nada parece arredrar en el camino emprendido.
Publicado en República de las ideas, el 18 de julio de 2019
Escrito por: alberto_piris.2019/07/18 18:22:19.008877 GMT+2
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2019/07/11 17:50:34.436836 GMT+2
Hans Blix es un personaje bien conocido en la política internacional. El diplomático sueco acumula en su carrera varios éxitos profesionales, aunque alcanzó la mayor popularidad cuando estuvo al frente de la misión de inspección de las armas de destrucción masiva que se atribuían a Sadam Husein. A principios de 2003 informó al Consejo de Seguridad de que, no habiéndolas encontrado, era necesario proseguir las inspecciones antes que recurrir a la guerra.
No fue así y, tras la vergonzosa reunión del llamado "trío de las Azores" (en realidad, un cuarteto: Bush, Blair, Aznar y el anfitrión Barroso), se inició la invasión de Irak en marzo de 2003, que tampoco sirvió para confirmar la existencia de tales armas. En vista de eso, y para encubrir las mentiras forjadas en Washington para justificar la guerra, EE.UU. desencadenó una campaña para desacreditar a Blix.
En realidad, como se supo después, tras los atentados contra EE.UU. del 11-S, el combinado Casa Blanca-Pentágono había descubierto que la destrucción de las Torres Gemelas les había dado la soñada oportunidad de "ir a por Irak" y apoderarse de sus valiosos recursos naturales. En declaraciones posteriores, Blix insistió en que la invasión de Irak era un error garrafal que favorecería a Al Qaeda y a otros grupos terroristas, como así fue.
Pues el mismo Hans Blix ha publicado el pasado 8 de julio un documento que también deja en muy mal lugar a la administración de Trump en su tortuosa política respecto a Irán y al llamado Plan Conjunto de Acción (JCPOA) acordado para controlar el acceso de Teherán a la energía nuclear.
Del mismo modo que EE.UU. engañó en 2003 a la opinión pública mundial para invadir Irak, Blix considera que ahora también está mintiendo al sostener la idea de que Washington "se ha retirado" del citado acuerdo, alcanzado en 2015 entre Alemania, China, EE.UU., Francia, Irán, Reino Unido, Rusia y UE.
Argumenta que EE.UU. pudo abandonar, por ejemplo, los Acuerdos de París sobre el cambio climático, porque éstos incluían una cláusula específica que permitía hacerlo. Pero no hay tal cosa en el JCPOA, adoptado por el Consejo de Seguridad y que obliga a todos los países miembros de la ONU. El citado Plan preveía el levantamiento de las sanciones a Irán en tanto que este país siguiera aceptando las inspecciones de la Agencia Internacional de la Energía Atómica (AIEA), como ha venido haciendo regularmente.
En resumen: EE.UU. no se ha retirado legalmente de ningún acuerdo sino que ha violado una decisión del Consejo de Seguridad y, aún más gravemente, ha apremiado a hacerlo a otros miembros de la ONU para que incumplan el artículo 25 de la Carta de Naciones Unidas, que impone la obediencia a las citadas decisiones.
EE.UU., tras esa flagrante violación de un acuerdo internacional, ha recurrido además a su incontestable poder financiero para castigar a las empresas que negocien con Irán. Se pregunta Hans Blix si es que Washington ha decidido sustituir al Consejo de Seguridad para imponer a su gusto el orden internacional.
Como ocurrió con Irak, Washington alega que Irán está en vías de desarrollar armas nucleares y que el plan JCPOA no es suficiente para frenarle. Sin embargo, hasta ahora no existe prueba alguna de ello tras los controles de la AIEA.
Concluye Blix suponiendo que probablemente Trump no desea una guerra, al contrario que algunos de sus asesores. Y tampoco Arabia Saudí, Emiratos Árabes o Israel, a pesar de su reforzamiento militar, estarían por esa solución, de impredecible resultado. Cree que les preocupa más el creciente poder económico y la influencia política iraní en la región, y que probablemente su objetivo sería frenar el auge económico de Irán, lo que se lograría mejor manteniendo la presión.
A pesar de todo, rodeado por países fuertemente armados, con bases estadounidenses en Baréin y Catar, dos grupos de portaaviones en el Golfo y tropas en territorio iraquí, Irán tiene más riesgo de ser atacado desde el aire por EE.UU. o sus vecinos, que éstos ser agredidos por las armas de Teherán.
Trump insiste en que es Irán el que tiene que desactivar la tensión, resolver el contencioso y dejarle a él que organice un futuro brillante para la vieja Persia. Para Blix, sería como el benevolente emperador de América que se ofrece al reyezuelo de un país lejano para escuchar sus problemas y ayudarle a solucionarlos desde su todopoderosa presencia. Veremos en qué queda el asunto.
Publicado en República de las ideas el 11 de julio de 2019
Escrito por: alberto_piris.2019/07/11 17:50:34.436836 GMT+2
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