2019/11/28 17:32:8.392199 GMT+1
A las 6 de la mañana en un día del pasado mes de agosto, se oyeron rudos golpes en la puerta de la casa donde dormían dos hermanas: Lori, de 12 años, y Rosa, de 9. Unos gritos amenazaban con el derribo de la puerta si no era abierta. El padre acudió apresuradamente. Las niñas lloraban, porque sabían lo que les esperaba: unos días de cárcel.
Lori y Rosa son hijas de dos filipinos emigrados a Israel para efectuar las tareas que los ciudadanos israelíes no desean para sí. Allí se conocieron y se casaron. Sus vidas se parecían a las de los numerosos extranjeros que en muchos países europeos -España entre ellos- llevan años cubriendo aquellos puestos de trabajo que la mano de obra local desdeña. Hasta ahí, nada nuevo.
Pero la legislación israelí solo acepta trabajadores extranjeros mientras estén solteros y no tengan hijos. El permiso de trabajo se les renueva automáticamente hasta seis años y, en muchas ocasiones, durante más tiempo. Ahora bien, si mientras residen en Israel tienen hijos, el permiso es revocado inmediatamente a menos que recurran al aborto o envíen al bebé a su país de origen antes de que cumpla un mes.
"La ley nos impide enamorarnos y casarnos -decía amargamente una mujer filipina- y eso es inhumano. A veces trabajamos 24 horas al día, con solo un día libre a la semana. Necesitamos compañía y amor. No somos robots".
A los que intentan llevar una vida "normal" solo les queda la solución de residir ilegalmente en Israel. Una legislación tan inhumana solo puede ser soportada a costa de continuos sufrimientos, temores y sustos por los que la padecen. Añadía: "Durante 12 años, vengo huyendo de la policía de inmigración". Tenían que esconderse durante el día y evitar que los niños salieran a jugar a la calle. Y explicaba: "Si fuera por mí, regresaría en el acto. Pero seguimos viviendo aquí por los niños. Sus vidas están aquí, sus amigos, su escuela... han hablado en hebreo desde siempre".
Hasta el pasado mes de agosto se aceptaba una situación de hecho en la que los hijos menores de 21 años no eran expulsados. Pero las circunstancias cambiaron bruscamente y la ley se ha endurecido. Hasta el punto de que los niños pueden ser encarcelados durante unos días mientras se estudia la resolución a adoptar. Se dio la coincidencia de que mientras Lori y Rosa eran enviadas a prisión, mil nuevos inmigrantes filipinos eran admitidos legalmente en Israel.
Lori y Rosa estuvieron en la cárcel durante dos semanas, junto con su madre. "¿Por qué nos hacen esto? -decía Lori- Somos unos niños israelíes como los demás". Recibieron visitas de amigos y parientes y hasta el tutor de la escuela fue a verlas: "Pero no podíamos ni tocarles, porque estábamos separados por un cristal y hablábamos por micrófonos y altavoces". Para las niñas fue una experiencia traumática. Por fin, se les ha informado de que su caso será juzgado en enero próximo.
Algunas inmigrantes se separan de sus bebés para poder seguir trabajando en Israel. Es una consecuencia inhumana, que rompe el lazo natural de la maternidad y destroza las familias.
Es una cuestión a estudiar el hecho de que algunos pueblos, que han sufrido los efectos de la emigración por distintas causas (los pogromos que padeció el pueblo judío en la diáspora; los emigrantes europeos que hubieron de abandonar su patria para ganarse la vida en otras tierras, etc.) olvidan pronto esos avatares y, cuando retorna la normalidad, son propensos a rechazar y estigmatizar a los que en análogas circunstancias buscan refugio en sus países.
A menudo no se tiene en cuenta que la inmigración cubre esos huecos laborales que la demografía natural no puede atender. Si en España el cuidado de los ancianos impedidos está cada vez más en manos de inmigrantes, como se ve sin más que salir a pasear por nuestras calles, el rechazo de gran parte del pueblo israelí al servicio militar se ve sorprendentemente compensado cuando Lori, a preguntas de un periodista, contesta: "Espero que nos dejen quedarnos aquí. Yo quiero entrar en el Ejército y vivir aquí con mi familia cuando crezca: amo a Israel".
Publicado en República de las ideas el 28 de noviembre de 2019
Escrito por: alberto_piris.2019/11/28 17:32:8.392199 GMT+1
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2019/11/21 17:26:54.944150 GMT+1
Durante una visita a la isla de Guam en 1969, con motivo del regreso a la Tierra de los astronautas del Apollo 11 tras haber pisado la Luna, el presidente Nixon tomó una decisión que marcó el rumbo que habría de seguir la política exterior de EE.UU. Mientras en Vietnam se desarrollaba una guerra que parecía interminable y multiplicaba las bajas militares de EE.UU., Nixon comentó a los periodistas que le acompañaban que había que terminar con la práctica de enviar fuerzas militares al extranjero para combatir en diversos teatros de operaciones. La nueva política se definiría así: "Enviar armamento en vez de soldados".
En líneas generales, se reforzó la idea de armar a los países que, gobernados por élites amistosas sin tener en cuenta su signo político, adoptaban políticas favorables para EE.UU. Así ocurrió en Irán, durante el reinado del sah Reza Pahlevi, y con Arabia Saudí en tiempos de Nixon. Tal política viene manteniéndose hasta el presente.
El resultado es que EE.UU. se ha convertido en el mayor vendedor de armamento de todo el mundo, proveedor habitual de casi un centenar de países, hasta el punto de que más de la mitad de todas las armas vendidas en Oriente Medio son made in USA.
El presidente Reagan armó a los muyahidines afganos para combatir a Rusia, con armas que luego utilizaron los guerreros de Al Qaeda contra las tropas occidentales. Las profusas ventas de armas en Oriente Medio han tenido muchos efectos nefastos, como la prolongada guerra en Yemen que ha llevado a este país a una catástrofe humanitaria sin precedentes, aplastado bajo las bombas fabricadas en EE.UU. y lanzadas por pilotos saudíes.
En varias ocasiones han surgido conflictos regionales que se convirtieron en guerras donde ambos bandos se batían utilizando el mismo armamento fabricado en EE.UU. De ese modo Grecia y Turquía combatieron por Chipre en 1974; y lo mismo acaba de ocurrir en Siria, donde tropas turcas han atacado a las milicias kurdas, sirviéndose ambos bandos del mismo proveedor de armas. A este respecto conviene recordar que recientemente Washington ha amenazado a Ankara con sanciones por adquirir armamento antiaéreo ruso, con el pretexto de que no es compatible con los sistemas equivalentes usados en la OTAN.
Según datos del SIPRI (siglas del "Instituto internacional de Estocolmo de investigación por la paz"), entre 2014 y 2018 EE.UU. suministró el 54% del armamento abiertamente adquirido por países del Oriente Medio; a mucha distancia le siguen Rusia con un 9,5%, Francia con 8,6%, Reino Unido con 7,2% y Alemania con 4,6%. China, a la que algunos consideran posible sucesora de EE.UU. para este menester, solo participó con menos del 1%. (El resto, hasta el 100%, corresponde a adquisiciones ocultas de armas.)
En una excepcional entrevista televisada que el programa "Salvados" hizo al papa Francisco, éste mostró su pesar por la venta de armas españolas a Arabia Saudí: "Me da mucha pena, pero te diría que no es el único Gobierno [que lo hace]". Manifestó su desánimo y dijo que esos Gobiernos que venden armas "no tienen derecho a hablar de la paz", porque "están fomentado la guerra en otro país y después quieren la paz en el propio".
Reflexionó así: "La vida se las cobra, por uno u otro camino. Si armas la guerra allí, la vas a tener en tu casa, quieras o no". Es un modo sencillo de explicar lo que la experiencia histórica muestra con nitidez: armas y guerras van inexorablemente del brazo, aunque no pueda asegurarse si unas son causa o efecto de las otras. Pero sí sabemos que ambas constituyen uno de los más graves factores mortíferos desde los albores de la humanidad.
Publicado en República de las ideas el 21 de noviembre de 2019
Escrito por: alberto_piris.2019/11/21 17:26:54.944150 GMT+1
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2019/11/14 17:53:32.537754 GMT+1
En su último libro (Human Compatible: Artificial Intelligence and the Problem of Control), publicado el mes pasado, el científico británico Stuart Russell, con una larga y prestigiosa carrera dedicada a la inteligencia artificial (IA), pinta un cuadro inquietante de lo que nuestro mundo podría llegar a ser si muchas de las actividades que los humanos desarrollamos ahora personalmente llegaran a ser encomendadas a máquinas dotadas de una inteligencia superior a la nuestra. O dicho de otro modo: ¿Hasta qué punto esas máquinas podrían ser compatibles con la humanidad tal como hoy la conocemos?
Es frecuente insistir en que tales máquinas serían el mayor invento jamás ideado, pero no son pocos los que creen que también podría ser "el último". La era de las transformaciones técnicas que se aceleró con la Revolución Industrial nos ha enseñado a desconfiar de lo que se presenta como un gran avance científico o tecnológico, sin conocer los efectos que a largo plazo pudiera producir.
Una creación espectacular puede resolver hoy un problema y generar mañana otro más grave. La invención de los plásticos (desde la vieja baquelita hasta los más recientes biodegradables) fue saludada con entusiasmo y todavía hoy parece casi imposible prescindir de ellos. Pero, a la vez, la irreversible degradación que algunos producen en el medio ambiente, sobre todo acuático, empieza ya a mostrarse como un serio peligro para el crítico equilibrio ecológico del planeta.
Para Russell, el modo como se controlen las máquinas de IA "es quizá la cuestión más importante que afronta la humanidad". ¡Abrumadora declaración! ¿Otro nuevo problema enmarañado a resolver por una humanidad desbordada? se preguntará el lector. Parece como si no tuviéramos bastante con la temible emergencia climática; con el deterioro que las redes sociales internáuticas causan a los procesos políticos; con la extendida sensación de inestabilidad que hace brotar en los cuatro puntos cardinales multitudinarias protestas de pueblos insatisfechos... etc.
Pues así es y no le falta razón a Russell al alertar sobre el nuevo peligro. Una máquina capaz de absorber y procesar toda la información disponible en el mundo adquiriría un conocimiento total muy superior al de cualquier persona y siempre tomaría las decisiones más adecuadas en cualquier momento.
Su utilización indudablemente podría mejorar los métodos de enseñanza y ayudaría eficazmente a los médicos en su lucha contra la enfermedad. Pero también permitiría a los Gobiernos ejercer tal grado de vigilancia y control sobre sus pueblos que, según Russell, "la Stasi alemana parecería cosa de aficionados". La guerra podría ser eficazmente desarrollada por robots asesinos que actuarían de modo selectivo e implacable. La imaginación no encuentra límites.
Pero, para Russell, la perspectiva más inquietante de las máquinas con IA es que no podrían ser paralizadas. Una de sus primeras decisiones "lógicas" sería impedir cualquier intento de desconexión -porque les impediría cumplir la misión asignada- y dispondrían de medios para lograrlo. (Recuerde el lector la película "2001: una odisea en el espacio"). Los proyectos de Russell se encaminan hacia una lógica que, para evitar la temida autonomía de la máquina, introduzca en sus algoritmos una cierta "duda" que evite convertirla en un dispositivo automático e incontrolable, pero al coste de no trabajar siempre del modo perfecto para el que podría haber sido diseñada. Sería un problema psicológico para la IA.
En ese mundo posible, el trabajo físico o mental de las personas correría a cargo de las máquinas con IA y, como consecuencia, ello nos daría tiempo libre para dedicarnos al ocio, al arte o simplemente a hacer nuestra voluntad. Pero, a la vez, la especie humana se debilitaría paulatinamente porque resultaría innecesario esforzarse, aprender, inventar...
Ese panorama distópico es inquietante. Queda la esperanza de que saberlo a tiempo permita establecer las necesarias defensas frente al presumible dominio de unas máquinas implacables pero, al fin y al cabo, simples creaciones del cerebro humano. Y de que los temores de Russell no se materialicen.
Publicado en República de las ideas el 14 de noviembre de 2019.
Escrito por: alberto_piris.2019/11/14 17:53:32.537754 GMT+1
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2019/11/07 17:35:38.305822 GMT+1
Ahora que muchos españoles van a ejercer su derecho al voto, los que por edad nos ha tocado vivir en una época desconocida para algunos de ellos sentimos la necesidad de evocar los ecos de un pasado no muy lejano que deberíamos esforzarnos por no repetir.
En julio de 1973, cuatro alumnos de un centro español de enseñanza superior fueron expulsados por decisión de su Consejo de Disciplina. Verbalmente se les formularon las razones de su inmediata expulsión. El texto de los cargos aducidos contra ellos fue publicado años después y llegó a conocimiento de la opinión pública. Veamos algunos de ellos.
"Haber sufrido una crisis religiosa que le ha llevado a no ser católico, aunque conservando una creencia cristiana". Todo haría pensar que el citado centro de enseñanza era un seminario, una universidad pontificia o algo más estricto, donde era insuficiente la "creencia cristiana" y se exigía una rigurosa profesión de fe católica.
Otro cargo aducía: "Amistad con universitarios, con los que habla de los aspectos reformables de la sociedad". Es una acusación de complejos matices. ¿Un centro de enseñanza para quienes no desean reformar la sociedad? O, si lo desearan ¿deberían rehuir las ideas que al respecto tuviesen los universitarios?
"Estudiar preferentemente materias económicas, en perjuicio de las materias técnicas". Es extraña la predilección que los disciplinadores muestran por la técnica sobre la economía, pues hasta los ingenieros estudian el aspecto económico de sus proyectos. ¿Tendrá esto algo que ver con el catolicismo antes requerido? ¿Un catolicismo "técnico" antes que "económico"? El enigma se oscurece.
"Adquisición y lectura de libros y revistas de temas económicos, culturales y sociales". Sorprende que, en un centro superior de enseñanza, la lectura de temas económicos, culturales y sociales sea motivo de expulsión. Indudablemente estamos ante un caso muy anómalo. ¿De qué extraño centro de enseñanza se trata?
La incógnita se resuelve de inmediato al leer esta imputación adicional: "Trato de familiaridad con algunos soldados". ¡Soldados! es la palabra clave que resuelve la duda. Porque se trataba de la Academia de Infantería del Ejército Español, radicada en la histórica ciudad de Toledo. Y los estudiantes expulsados eran alféreces alumnos de la citada academia.
Reconozca el lector la positiva transformación sufrida por los ejércitos españoles desde el hecho aquí comentado. Observe a su alrededor a los modernos militares profesionales, hombres y mujeres que, a las órdenes del Gobierno democráticamente elegido y al servicio de sus conciudadanos, estudian, trabajan, arriesgan su vida, ejercen cargos de responsabilidad dentro y fuera de España y viven su profesión, ajenos a aquel absurdo pasado con el que tuvimos que convivir los que les precedimos y que ahora aparece como algo inverosímil.
El texto que el lector acaba de leer es una adaptación del comentario que publiqué en este mismo diario en mayo de 2013, basado en el trabajo de Fidel Gómez Rosa, doctor en Ciencias Políticas, investigador histórico y subteniente del Ejército del Aire, autor de "Los militares olvidados por la Democracia" (Ed. viveLibro, Madrid 2013). La evolución política española en los últimos años no le ha hecho perder vigencia.
Publicado en República de las ideas el 7 de noviembre de 2019
Escrito por: alberto_piris.2019/11/07 17:35:38.305822 GMT+1
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2019/10/31 18:03:55.366864 GMT+1
El próximo 9 de noviembre será el trigésimo aniversario del derribo del muro de Berlín, un acontecimiento histórico que marcó un punto de inflexión en las relaciones internacionales y cuyos efectos perduran hoy.
Durante la noche de ese día en 1989, los ciudadanos berlineses, a ambos lados del muro que dividía la vieja capital germana, iniciaron pacíficamente la destrucción de uno de los símbolos más enraizados de la Guerra Fría. El Partido Comunista de Alemania del Este acababa de anunciar que se podía cruzar libremente la frontera, lo que desencadenó el entusiasmo de la población.
Fue algo que tomó por sorpresa a todo el mundo, incluidos los servicios de información de las potencias occidentales. Los think tanks estadounidenses tenían por seguro que la Guerra Fría proseguiría sin fin a no ser que el perverso imperialismo soviético desencadenara el apocalipsis nuclear, amenaza que mantuvo con vida a la OTAN y multiplicó los beneficios de las corporaciones del armamento. Ambas partes (OTAN y la industria bélica) tenían mucho que perder si la situación se pacificaba.
Aunque el origen de tan crucial fenómeno político estuvo en la decisión de Gorbachov, que en semanas anteriores se había opuesto a cualquier reacción militar contra las masivas manifestaciones populares en pro de la libertad, celebradas en varias ciudades al otro lado del telón de acero, el presidente Bush (I) rápidamente se apuntó el tanto, declarando que fue EE.UU. quien "había triunfado" en la Guerra Fría.
Este malentendido fue el comienzo de lo que habría de venir después. Al desaparecer el muro, el miedo que había atenazado a tres generaciones occidentales pareció disolverse, dando la razón al militarismo: "Son nuestras armas y nuestra disposición a utilizarlas las que han derrotado al enemigo", era la doctrina obligada en Occidente. Y reforzando también una falsa razón moral: "EE.UU. es la nación necesaria e indispensable para que sobreviva la democracia en el mundo".
Desde el benevolente mundo del pacifismo se creyó entonces en el inminente "dividendo de la paz", es decir, en los enormes recursos que, no absorbidos ya por los ejércitos, podrían revertir en beneficio de la humanidad. ¡Nada más equivocado! Ignorando que la URSS desapareció poco después (en la Navidad de 1991 se arrió en el Kremlin la bandera roja), pero no por razones militares sino por su impotencia económica para sostener la carrera de armamentos impulsada por EE.UU., en Washington se pensó que la misma fórmula serviría para establecer firmemente la hegemonía americana en el mundo.
Y así, pocos días después del derribo del muro, recomenzó la imposición de la voluntad de EE.UU. en todo el planeta con la invasión de Panamá en diciembre del mismo año. Esto sería el comienzo de una larga y desafortunada serie de intervenciones militares (Irak, Afganistán, etc.) que, lejos de traer el "dividendo de la paz", sembraron el mundo de sangre y violencia y establecieron las bases para la fatídica "era Trump".
En esta nueva era ya no queda rastro de la esperanza que nació con el fin de la Guerra Fría. Otra nueva guerra fría está en marcha tras el abandono de los acuerdos firmados por Reagan y Gorbachov y con la reemprendida carrera de armamentos que coincide con un crítico e impredecible reposicionamiento de las grandes potencias (que ya son tres).
¿Habrá otro movimiento popular que rompa el peligroso camino por el que ahora avanza la humanidad? ¿Dónde está y cuál será el muro que ahora habrá que destruir para que renazca la esperanza?
Publicado en República de las ideas el 31 de octubre de 2019
Escrito por: alberto_piris.2019/10/31 18:03:55.366864 GMT+1
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2019/10/24 19:18:16.013719 GMT+2
Dos graves disposiciones adoptadas por Trump en los últimos tiempos han confirmado su propensión a actuar arbitraria y volátilmente, ignorando a los equipos asesores de que dispone, incluso a los altos mandos militares, y haciendo poco caso del Congreso y de los habituales procedimientos de toma de decisiones en una democracia, por presidencial que ésta sea.
La primera de ellas, ya conocida por los lectores, fue la de solicitar subrepticiamente el apoyo del presidente ucraniano -recurriendo además a un claro chantaje- para ensuciar la imagen de su probable rival electoral, el demócrata Joe Biden. Esto permitió al partido demócrata iniciar el proceso de destitución (impeachment) que, tras un camino tortuoso y lleno de obstáculos legales, podría llegar a expulsarle de la Casa Blanca.
Pero si esto puede crear serias dificultades en la política interna de EE.UU., más perjudiciales pueden ser los efectos en todo el mundo de su imprevista y sorprendente orden de abandonar militarmente a Siria y dejar las manos libres al presidente turco para que ocupe una parte del territorio sirio habitado por la población kurda, como ya expuse en un anterior comentario (Ver "Trump y Erdogan enredan a la OTAN").
Después de que Erdogan anunciara su decisión de invadir Siria, Trump le invitó a la Casa Blanca, lo que es un raro privilegio para cualquier jefe de Estado. Por mucho que desde Washington se pretenda ocultar la realidad, Ankara solicitó a EE.UU. manos libres para la operación, invadiendo la franja siria fronteriza para expulsar a los kurdos y repoblarla con los sirios emigrados a Turquía durante la guerra civil.
Es evidente que se trata de un caso flagrante de "limpieza étnica" de un territorio, en el que los kurdos gozaban desde 2012 de un amplio margen de autonomía concedido por el presidente sirio y del que van a verse desposeídos por la fuerza bruta de las armas y con la aquiescencia de Washington.
Esta decisión ha excitado la ira de los combatientes kurdos, a los que EE.UU. utilizó para combatir al Estado Islámico (EI) y que ahora se sienten traicionados por su antiguo aliado. A esto Trump cínicamente ha respondido que en su momento ya fueron generosamente recompensados con armamento y dinero. Y en una de sus grotescas bromas, les reprochó que no "hubieran combatido con nosotros en Normandía", frase que ha dejado atónitos a todos los observadores y que revela su incultura histórica.
Al hacer ver a Trump que los kurdos, para defenderse mejor del ataque turco, podrían reducir los efectivos dedicados a vigilar los campos de prisioneros que encierran a muchos excombatientes del EI, el comentario presidencial fue: "Bueno, se escaparán a Europa, que es adonde quieren ir". Sorprendente aclaración donde sin reparo alguno el supuesto líder del mundo da por hecho que podrán volver a explotar bombas yihadistas en las capitales europeas.
Como afirma Julian Borger en The Guardian Weekly, estos días han sido "los peores para la política exterior de EE.UU. desde la invasión de Irak" en 2003. Jamás una alianza se ha invertido tan rápidamente como la de EE.UU. con el pueblo kurdo. Para Trump, la política exterior estadounidense parece ser una simple transacción -al estilo de sus provechosas operaciones inmobiliarias- y abandonar Siria a la voluntad de Rusia o Irán, adonde los kurdos acudirán ahora que el aliado americano les ha abandonado, es para él un simple movimiento táctico si beneficia sus expectativas electorales.
No lo entienden así altos mandos del Pentágono, desde donde se informa de la irritación de algunos generales y oficiales de menor rango que combatieron al EI sirviéndose de los kurdos como fuerzas terrestres de choque. Se preguntan dónde podrán volver a utilizar tropas locales en sus futuras operaciones ante la resonante pérdida de credibilidad que tal decisión implica.
El caos que parece rodear a la política internacional de Trump no es sino el reflejo exterior de un sistema político en bancarrota moral. En sus cuentas personales, Trump confía en la lealtad del partido republicano, donde "el que se mueve no sale en la foto" (al estilo del PSOE de Alfonso Guerra), y en la Justicia, donde los principales cargos están ocupados por fieles incondicionales. El resultado final está claro: los kurdos lo pagarán con sangre y EE.UU. con la pérdida de fiabilidad del "aliado americano".
Publicado en República de las ideas el 24 de octubre de 2019
Escrito por: alberto_piris.2019/10/24 19:18:16.013719 GMT+2
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2019/10/17 18:16:43.781956 GMT+2
Mientras la atención mundial se centra sobre la reactivada conflictividad en Siria y las vicisitudes de un Trump cuya continuidad en la Casa Blanca parece estar en entredicho (la atención española, por su parte, se vuelca sobre el persistente conflicto en Cataluña), el Gobierno de Israel prosigue sin pausa su callada aspiración de desintegrar y desarticular la vida del pueblo palestino.
En un barrio palestino de Jerusalén Oriental, sometido a menudo a visitas de la policía y donde el pasado verano fueron detenidos más de 350 habitantes, la población sustenta la idea de que el acoso policial está provocado y tiene por objeto crear una situación de violencia que suscite una intervención armada definitiva.
En un proceso judicial abierto contra un palestino acusado de lanzar piedras contra la policía, se proyectó un video que recogía los comentarios de varios policías situados frente a la entrada de la mezquita principal del barrio. El vídeo había sido grabado por la cámara que portaba en su atuendo uno de ellos el pasado mes de abril.
En él se ve cómo algunos policías apuntaban con sus armas, como para asustar a los residentes que a distancia les contemplaban. Vehículos y paseantes pasaban a su lado sin aproximárseles. A uno de los policías se le escucha: "Esto, en realidad, es provocarles sin ningún motivo". El otro asiente. El primero repite: "¿Por qué hacemos esto a propósito?". Y el otro responde: "Nuestra forma de actuar es un desastre desde el comienzo". El primero le contesta: "Déjales vivir. Estás aquí provocándoles para nada".
Unos minutos después el primero habla a un tercer policía: "Tengo una pregunta para ti. ¿No es verdad que lo que hacemos aquí es causar más problemas?". La respuesta: "Eso es justo de lo que se trata". "¿Causar más problemas?". El policía responde afirmativamente.
Algo más tarde se ve a los policías hablando con desdén del peligro que suponen las pedradas que a veces reciben. Uno dice que no son ataques terroristas: "Son pedradas. Para ellos, es un juego. No las lanzan para hacernos daño".
El fiscal adujo que las palabras de los policías recogidas en el video eran simples comentarios: "Así como no se castigan los pensamientos de los procesados, tampoco debe tenerse en cuenta lo que dice un policía sin pensárselo mucho".
Precisamente en esas palabras se apoyaba la defensa para reducir la condena del presunto apedreador. El defensor declaró: "Se ve que no existe ninguna necesidad profesional en este caso y que la policía entra en los barrios [palestinos] para hostigar a los vecinos, con acciones que aterrorizan a los niños". Añadió: "¿Cómo puede uno enfrentarse a un niño apuntándole con un arma? En un país donde rigen las leyes, esta perturbación deliberada de sus vidas debe terminar. ¿Cómo? Mediante la acción de los tribunales, sus sentencias y sus decisiones valientes".
No habrá tales acciones. La realidad es muy otra. Tanto los palestinos de Cisjordania como los residentes en Gaza, viven una situación de inestabilidad permanente, sabedores de que el Gobierno de Israel solo los tiene presentes como factor de un problema que desearía resolver del modo más expeditivo posible, pero que no se atreve a plantear en toda su crudeza: "si no es factible expulsarlos, hagámosles la vida imposible". El estrangulamiento económico, los obstáculos a la vida cotidiana, la destrucción de hogares y la expansión de asentamientos ilegales que trocean el territorio que fue palestino, son síntomas claros del futuro que espera a este desdichado pueblo.
Publicado en República de las ideas el 17 de octubre de 2019
Escrito por: alberto_piris.2019/10/17 18:16:43.781956 GMT+2
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2019/10/10 18:01:14.099907 GMT+2
El septuagésimo cumpleaños de la OTAN parece que no va a transcurrir en un ambiente pacífico y relajado. Al escribir estas líneas, uno de sus miembros más destacados (aunque solo sea por la potencia de sus fuerzas armadas) acaba de emprender una comprometida acción que puede hacer tambalear los cimientos de la Alianza y agravar la conflictividad en Oriente Medio.
Turquía manifestó su inminente decisión de intervenir militarmente en el norte de Siria, para establecer allí una zona "tapón" que la separe del territorio que en la contigua Siria habita el pueblo kurdo, expulsándolo de allí. Y donde, de paso, pueda realojar a los numerosos emigrantes sirios exiliados en Turquía desde que comenzó la guerra civil siria.
La acción, ya de por sí, deja a la OTAN en la mala posición de tener que tolerar una intervención militar transfronteriza de uno de sus socios, sin haber olvidado que en 2014 condenó tajantemente las operaciones rusas en Ucrania, con la negativa repercusión que esto produjo en las relaciones internacionales en el Este europeo y el aumento de la tensión entre Rusia y el resto de Europa, que todavía hoy dificulta el necesario entendimiento entre ambas partes. ¿Condenará la OTAN la previsible muerte de ciudadanos kurdos en Siria a causa del ataque turco?
Pero el quebradero de cabeza para la OTAN no termina ahí. La operación prevista por Erdogan para intervenir en Siria ha contado con el apoyo de Trump, que ordenó retirar sus tropas fuera de la zona afectada para no interferir la acción turca. Es extraño, además, que el principal miembro de la Alianza haya tomado tal decisión sin contar para nada con los órganos de dirección de la OTAN, Alianza a la que pertenecen ambos países.
Resulta aún más impresentable, y casi ofensivo, que todo el proceso se haya difundido a través de los tuits que publica el inefable actor residente en la Casa Blanca. Incluso se permitió una ácida broma al advertir a Turquía de que no se excediera en la operación; al fin y al cabo, los kurdos fueron abnegados combatientes que ayudaron a EE.UU. a derrotar al Estado Islámico y ahora se ven abandonados por su principal aliado. Escribió Trump: "Como antes afirmé, si Turquía hace algo que yo, en mi gran e inigualable sabiduría, considero que está fuera de los límites, destruiré y aniquilaré totalmente la economía turca" (cursivas de A.P.). Excelente lección de práctica diplomática, tan sutil que debiera ser objeto de estudio en las escuelas que preparan para "La Carrera".
Para vergüenza de la Historia y de los historiadores futuros, las decisiones de la principal superpotencia económica y militar del mundo quedan registradas para el futuro, no como alocuciones públicas al estilo de los grandes líderes de la 2ª G.M. que han pasado a la Historia sino como desahogos juveniles en Twiter, teñidos de vanidad e irreflexión.
También por las redes sociales, como era de esperar, se ha reprochado la decisión de Trump en EE.UU.: "Permitir a los turcos penetrar en el norte de Siria es uno de los movimientos más desestabilizadores que se pueden hacer en Oriente Medio. Los kurdos nunca más confiarán en nosotros y buscarán nuevas alianzas para protegerse", le escribió un congresista, excombatiente de la guerra de Irak.
Esas "nuevas alianzas" pueden hacer entrar en el delicado juego de poder en Oriente Medio a Rusia (que ya participa en él) y a China, y a largo plazo contribuirán a perturbar aún más esta crítica zona donde la prolongada historia del irredento pueblo sin Estado, que es el pueblo kurdo, constituye un serio problema que se viene arrastrando desde el fin de la 1ª G.M. No serán las armas turcas las que lo resuelvan y, tarde o temprano, habrá que reanudar conversaciones de muy hondo calado que afronten la cuestión. No cuenten con Trump para hacerlo. A él solo se le da bien tuitear.
Publicado en República de las ideas el 10 de octubre de 2019
Escrito por: alberto_piris.2019/10/10 18:01:14.099907 GMT+2
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2019/10/03 18:06:14.659399 GMT+2
La continua carrera de armamentos iniciada tras la 2ª Guerra Mundial, que primero enfrentó a EE.UU. y la URSS, ha proseguido después con algunos altibajos y ahora afecta sobre todo a EE.UU., Rusia y China.
En la época actual, suele ser EE.UU. quien la inicia, a impulsos de su poderosa industria bélica. Las grandes compañías (Boeing, Raytheon, Lockheed, Northrup, etc.) siempre apoyadas por el Pentágono y los llamados "estrategas de sillón", con la colaboración de grupos "pensantes", universidades y organizaciones patrióticas, agitan al unísono el espectro del miedo: "Para protegernos de los devastadores ataques de Rusia o China necesitamos el más moderno armamento imaginable y siempre somos capaces de fabricarlo".
Surgen ahora de la nada las llamadas "armas hipersónicas", que alcanzan sus objetivos a más de cinco veces la velocidad del sonido. Además de sus cualidades operativas, poseen una característica económica de gran importancia para el complejo militar-industrial: al avanzar en vanguardia por terrenos tecnológicos inexplorados, resulta más fácil justificar el sobreprecio de cada arma proyectada, de modo que los beneficios industriales se multiplican. Algo parecido ha ocurrido con el famoso "Caza de ataque conjunto" F-35, cuyo sobreprecio ha rebasado los 160.000 millones de dólares, para mayor satisfacción de la industria aeronáutica estadounidense.
La dinámica normal en toda carrera de armamentos ni siquiera requiere la existencia de una amenaza real. Como ocurrió durante la Guerra Fría, la supuesta amenaza de una irrupción acorazada soviética que, atravesando Europa, llegara a Gibraltar mantuvo en pie a la OTAN y propició beneficios sin cuento a los fabricantes de armamento. Nos proporcionó, además, materia de estudio a los militares españoles, que preocupados durante el franquismo con el "enemigo interior", abandonamos esa obsesión y nos dedicamos con eficacia a frenar sobre el plano a las divisiones soviéticas en diversos valles del Pirineo durante nuestros estudios de Estado Mayor.
Ahora, la carrera de armamentos prosigue y el complejo militar-industrial que Eisenhower denunció tras la 2ª G.M. sigue activo en beneficio de sus dos factores: las industrias bélicas y las imaginaciones estratégicas de políticos y militares en el Este y en el Oeste. No solo afecta a las tres grandes potencias indicadas sino que se extiende a otras potencias medias, como Francia, Reino Unido, Alemania, India, Japón, etc. En todas ellas se establece una hipótesis del "enemigo probable" y, en último término, todos aspiran a disponer de las citadas armas hipersónicas en cuanto les sea posible, para "no quedarse atrás".
Mientras esas armas sirvan para seguir sosteniendo a la industria bélica y motivando a los ejércitos, el asunto parece relativamente asumible dentro de las leyes que rigen el postcapitalismo. Lo grave viene después: ¿son tales armas un simple símbolo de poder? o, lo que es más probable, ¿habrá que estar dispuestos a utilizarlas? Cuando se trata de armas que en muy pocos minutos pueden alcanzar cualquier objetivo ¿hay tiempo para corregir los inevitables errores, humanos o tecnológicos? ¿Y para frenar decisiones apresuradas o irreflexivas?
Posdata para estrategas aficionados:
Según datos acumulados desde el año 2000, anualmente mueren dos millones de personas por efecto de las enfermedades transmitidas por mosquitos. Otro medio millón muere a manos de sus semejantes, en guerras, crímenes o actos de violencia. ¿Cómo conjugar esta innegable realidad con la adquisición de armas hipersónicas?
Publicado en República de las ideas el 3 de octubre de 2019
Escrito por: alberto_piris.2019/10/03 18:06:14.659399 GMT+2
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2019/09/26 18:56:18.366315 GMT+2
Hace poco tiempo se hizo popular por Internet una fotografía de Trump y su vicepresidente rezando en el despacho de la Casa Blanca, tras una reunión con dirigentes de la Iglesia evangélica.

En esas redes sociales, sin las que parece que la política estadounidense no sabe desenvolverse, uno de los líderes eclesiásticos que acudió a la cita escribió después: "Es un gran honor rezar con POTUS y su VP dentro del Despacho Oval". Aclaremos que POTUS no es precisamente la palabra latina que significa "ebrio" o "borracho", aunque en otras ocasiones hubiera podido serlo; son las iniciales en inglés de "Presidente de los Estados Unidos"; VP identifica al Vicepresidente, Mike Pence, que es un miembro activo de los evangelistas.
Se levantó una polémica de raíz religiosa, en la que no fue ajeno el humor que suele abundar en las citadas redes. Alguien aludió a un fragmento evangélico (Mat. 6-7) que dice: "Cuando ores entra en tu habitación, cierra la puerta y ora a tu Padre...", en el que se basaron los reproches generados por la difusión de la citada fotografía. Sugirió que una actualización de los evangelios debería añadir lo siguiente: "...y después de rezar, tuitéalo también".
Trump recurre a menudo, ante algún problema o catástrofe, a exclamar públicamente "¡Tenemos que rezar...!", sin especificar a qué ente divino habría que hacerlo y qué dones o mercedes habría que suplicarle. Pero sabe bien -no es tonto- que ese discurso cala positivamente en el atrabiliario y machadiano "macizo de la raza" que domina muchos hogares estadounidenses, donde la Biblia es el único libro que lee la familia (aparte de algún manual sobre el cuidado de las armas de fuego).
Pero si un velo de religión cubre -a menudo de modo hipócrita y ficticio- la vida política estadounidense, basta cruzar el Atlántico para observar lo que puede ocurrir en las tierras rusas. Allí, el pasado 11 de septiembre, dignatarios de la Iglesia ortodoxa decidieron volar sobre la histórica ciudad de Tver rociándola desde el aire con agua bendita.
Aprovechando que ese día se celebraba el "Día de la Sobriedad en todas las Rusias", un barbudo metropolitano, ayudado por varios popes, vertió 70 litros de agua "para salvar a los ciudadanos de la embriaguez y la fornicación". Le acompañaban en el vuelo dos venerados iconos: el "Cáliz Inagotable", del que se afirma que cura el alcoholismo y la drogadicción, y otro de S. Juan Bautista, así como un matrimonio donde el marido había sido curado milagrosamente de su afición a la bebida.
Uno de los sacerdotes explicaba: "Cualquier enfermedad proviene de un virus, y el virus es un demonio. Por eso, toda enfermedad es, en el fondo, una enfermedad espiritual". Y ante las críticas recibidas respondió: "¿Dónde está la broma? Estamos intentando ayudar a la gente a curarse de las enfermedades. Promovemos frenar el consumo de alcohol y droga y la fornicación. ¿Es esto motivo de regocijo?".
Motivo de alivio, si no de regocijo, sí puede ser para los habitantes del planeta en el siglo XXI el hecho de que la influencia de lo religioso en lo político produzca ahora situaciones y anécdotas curiosas, desde EE.UU. a Rusia. Lo que contrasta brutalmente con el enorme reguero de sangre que, según muestra la Historia, se ha vertido (y, en menor cuantía, se sigue vertiendo) a lo largo de los siglos en nombre del dios único de cualquiera de las tres "religiones del Libro".
Publicado en República de las ideas el 26 de septiembre de 2019
Escrito por: alberto_piris.2019/09/26 18:56:18.366315 GMT+2
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